(Fuente:http://abc.gov.ar/lainstitucion/sistemaeducativo/educacioninicial/capacitacion/documentoscirculares/2009/lectura_nivel_inicial.pdf)
La
literatura tradicional, denominada también de transmisión oral, tiene sus
orígenes en las etapas primitivas de la humanidad y surge de su necesidad de
explicar el mundo, de expresar sus sentimientos, de comunicar y comunicarse.
Fue así como el hombre, con estos propósitos, creó la prosa (apólogo, leyenda,
mito, fábula, parábola, cuento) y la poesía (nanas, rondas, romances, coplas,
villancicos).
La
historia da cuenta de que ya en la antigüedad clásica existían hombres que
tenían la facultad de relatar historias, los aedos, que en otros tiempos y
lugares recibieron denominaciones como juglar o trovador.
Ellos
“congregaban a su público en la plaza de la villa. Allí, agregando o
modificando argumentos y personajes a voluntad, llevaron, de un sitio a otro,
relatos que aludían a invenciones, gestas heroicas, hazañas, modas o recetas de
cocina. Al hacerlo entretenían a adultos y a niños sin distinción de edad.
Esta
literatura fue transmitida en sus principios por vía oral porque su origen es
popular, es decir del pueblo, que por no saber leer ni escribir comunicaban
estos textos oralmente de padres a hijos. Ello permitió que perduraran en el
tiempo de generación en generación y, por ello, son de autores desconocidos,
anónimos.
Por
otra parte, esta literatura no nació para ser destinada a los niños, muy lejos
de ello, constituyó una forma de encuentro y divertimento de los adultos en
torno del narrador o trovador que iba de pueblo en pueblo, como artista
llevando a diversos rincones del mundo increíbles historias y cantos.
En
la actualidad esta forma de entretenimiento podría relacionarse con la televisión,
pues en ella se relatan, en reiteradas telenovelas, las peripecias de una joven
buena, virtuosa, bella y caída en desgracia que es maltratada por seres
injustos y malvados, pero que al fin triunfa en brazos de un joven rico y bien
parecido... cualquier similitud
con
los cuentos de hadas es totalmente buscada. Cambió el medio de comunicar el
relato, pero pareciera que, desde épocas muy remotas, esta fórmula de cenicientas
y blancanieves es muy apreciada por el público.
Como
se mencionó, los niños no eran los destinatarios de las historias narradas en
los cuentos tradicionales o en los romances, porque no eran considerados
socialmente como personas integrales, sino como personas en proceso de llegar a
ser adultos. Solo entonces eran reconocidos como receptores válidos de la
cultura.
El
cuento maravilloso
Los
cuentos son parte de la formación en la vida de los niños. Uno de los más ricos
y sanos recuerdos que se conservan de la infancia es la voz de un ser amado
arropándonos en la cama, acompañándonos en el inicio del sueño con el relato
casi musical de un cuento. Así, progresivamente se disfruta del sonido de las
palabras y poco a poco se disfrutará de lo que esas palabras dicen.
De
los textos narrativos de tradición oral mencionados, el cuento es el que ha
tenido mayor desarrollo, perdurabilidad y relevancia, sobre todo el cuento
maravilloso o cuento de hadas. Cabe aclarar que con el transcurso del tiempo, y
en la medida en que se fueron dirigiendo a los niños, estos cuentos han perdido
buena parte de situaciones violentas y dramáticas.
Los
niños disfrutan especialmente estos cuentos porque los envuelven en una
atmósfera de magia, aventura, acción, pasión, emoción y belleza. Son cuentos
con vida y con alma. Son necesarios para la vida de los niños pues sólo ellos
son capaces de brindar tanta maravilla a su mundo.
Bruno Bettelheim, defensor de estos cuentos,
señaló que los cuentos de hadas son a la vida del niño lo que los sueños son a
los adultos, y amplió el concepto analizando que son una especie de escape de
la realidad que le permite al niño subsistir en un mundo que le resulta
complejo.
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