viernes, 23 de noviembre de 2012

UNA NOTICIA PARA COMPARTIR

A TODOS MIS ESTUDIANTES DEDICO ESTE PRIMER PREMIO, CON TODO CARIÑO, CON EL MISMO QUE CADA DÍA DOY CLASES Y ESCRIBO ESTE ESPACIO PARA QUE TODOS PODAMOS APRENDER MÁS Y MEJOR PARA SEGUIR ENSEÑANDO. MUCHAS GRACIAS POR ACOMPAÑARME.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

IMPERDIBLE... NO PUEDEN DEJAR DE LEER ESTA ENTREVISTA..QUE LA DISFRUTEN



IMPERDIBLE…

La hormiga que canta. Entrevista con Laura Devetach

por Claudia López

Reproducimos la entrevista con la escritora Laura Devetach en ocasión de haber ganado la sexta edición del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, publicada en el suplemento Las 12 del diario Página/12 (Buenos Aires, 29 de octubre de 2010).
Más importante que decir que nació en Reconquista, provincia de Santa Fe, el 5 de octubre de 1936, es contar que su padre era ebanista y su madre tejedora y que de ellos –cuenta ella– hereda una feliz y concentrada disposición para el trabajo. De ellos, tal vez, haya aprendido que “los significados más profundos se codifican con las personas que tenemos al lado”. Su trayectoria profesional tiene dos vertientes: la escritura de ficción, fundamentalmente para chicos, y la docencia. En ambas, participó de comunidades que profundizaron –confiesa– su relación consigo misma. En su libro La construcción del camino lector (1), destina algunas fervorosas páginas a una suerte de ideario de la lectura para mujeres. Su compromiso es el de dar visibilidad tanto a la lectura pública, ligada a la transmisión de las tradiciones y la moral, como a la lectura íntima, una lectura de “segunda línea” hecha a contrapelo de la productividad, “a la hora en que el deseo se puede abrir un hueco para la privacidad”. A Laura le molestan algunas cargas y nos pregunta: “¿llevaremos a cuestas la antigua contradicción entre la actitud preceptiva para la lectura pública y la actitud más suelta para la lectura privada?”.
El ojo censor de la última dictadura estuvo atento a que los textos dedicados a los chicos no pusieran en cuestión valores como la religión, la familia, la propiedad o la patria. Los “libros subversivos” debían ser detectados y sacados rápidamente de circulación con indicaciones como el curso donde se lo utiliza, la escuela y el nombre del docente que lo impuso o lo “aconsejó”, además de título del libro, autor y editorial y la cantidad de alumnos que lo leyeron. La resolución 480 del Ministerio de Cultura y Educación de Córdoba, como parte de la Operación Claridad, censuró La torre de cubos porque critica “la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad”, además de su “ilimitada imaginación”. Cuando este decreto pasa al orden nacional, cuenta Laura en otra entrevista, las cosas se pusieron peor. “No se trataba de una cuestión de prestigio académico o de que el libro estuviera o no en las librerías. Uno tenía un Falcon verde en la puerta. Finalmente nos vinimos con mi marido a Buenos Aires en busca de trabajo y anonimato. Durante todo ese período quise publicar y no pude.” (2)
Durante la charla, sobrevolaron algunos libros de una producción incesante que se inicia en 1966 con Los desnudos. Entre ellos, Para que sepan de mí, de Ediciones de La Flor, 1988, y reeditado por Alción al año siguiente; La construcción del camino lector, editorial Comunicarte de Córdoba, 2008; Diablos y Mariposas, con ilustraciones de Istvansch, y La hormiga que canta —con ilustraciones de Juan Lima—, editados por El Eclipse en 2005 y 2004. También los premiados y prohibidos La torre de cubos de 1966 y Monigote en la arena de 1975.
Además de su trayectoria infantil reconocida, tiene una importante producción poética que inauguró con versos como: “Señor / no quiero ser la señora /que murió / por falta de ayuda doméstica / no quiero ser la doméstica que murió / por falta de ayuda de persona” o “Aunque tenga / el tamaño gris / de una tortuga / mínima / quiero gritar / que no existe / la muerte pequeña”. Con la lectura de un poema de Para que sepan de mí, se abre la entrevista.
—¿Qué te trae, hoy, la lectura de algún poema de este libro?
—Lo primero que me sucede con ese libro es irme a los años ’70. No te puedo decir exactamente la fecha en que escribí este libro, lo que sí sé es que surgió porque reemplazó cartas. Este libro es de plena dictadura, entonces yo tenía una cantidad de amigos en la diáspora. Y era muy difícil escribir cartas porque todos teníamos miedo de la censura. Se los iba mandando a mis amigos pidiéndoles que hicieran una cadena, que se los pasaran, que hicieran copias. Y así nació Para que sepan de mí. El título ahora me parece un desparpajo. En el momento de la edición dudé si dejarlo o no. Finalmente lo dejé, conservando el sentido de transmisión de vida. En tiempos, además, en donde saber del otro era muy importante. No podíamos hablar por teléfono. Eramos todos de Córdoba y ellos estaban en México.
—Te quería preguntar si ahora te ubicás en “ese margen sin remedio”, como decís en el poema, o si estás en un centro. Pensaba en el lugar que ocupás en el campo de la literatura infantil.
–Hay un proverbio chino que a mí me llamó siempre la atención: “en el centro pero por los márgenes”. A mí se me dio que mi producción prendiera en un determinado campo cultural. Pero mi movimiento en ese campo no fue prescripto por las leyes del mercado editorial ni de lo que comúnmente se piensa como para “la corte”. Mi movimiento no fue cortés, en ese sentido. Simplemente nunca fui muy afecta a las búsquedas compulsivas ni a los arrebatos. Yo creo en el trabajo. Un trabajo similar al de las hormigas, pero con eso maravilloso de la cigarra que es el canto. No hago demasiados planes, no me pongo metas, sino que confío en que, en el propio trabajo, va saliendo el plan, la meta. Además, cuando empezaron a circular mis textos prácticamente no había “campo”, no el que se dibujó claramente en los años ’80. Había muy poca literatura cuando escribí La torre de cubos. Este libro lo escribí 10 años antes de que fuera censurado por la dictadura.
—¿Cómo comienza la circulación de La torre de cubos?
—La censura primero fue “no oficial” a través de pequeñas denuncias, por provincias y por sectores. Hubo una censura “de pasillo” antes de que aparecieran los decretos. Primero en la provincia de Buenos Aires, luego en la de Santa Fe. Hasta que llegó el decreto nacional. Me pasó algo muy gracioso. Yo una vez fui al Parque Centenario y vi un ejemplar de la primera edición de La torre de cubos, la edición de Córdoba. Porque el libro se impuso en el año ’65 en Córdoba, no en Buenos Aires… Entonces le pregunté cuánto costaba. Y el librero me dijo: “Este es un libro caro porque está prohibido…, lo tengo acá abajo”. Lo compré, entonces, muy caro y durante la dictadura. Tuve que viajar a Alemania a un plan de intercambio cultural con otros escritores latinoamericanos y a raíz de que yo fui a sacar el pasaporte me habrán abierto un legajo, vaya a saber. Lo cierto es que cuando yo volví me encontré con el decreto ya unificado. El decreto de la prohibición para todo el país.
La formación del lector es una de tus preocupaciones centrales como docente. Una formación que describe un camino similar al de tu escritura: no se construye por acumulación ni tampoco es lineal. Un camino inestable e incierto abierto a las catástrofes, como el de las hormigas.
Lo que está por detrás de la escritura y la lectura y de esa metáfora es una idea de la vida. Cuando uno vive, tiende hilos. No siempre conscientemente: nunca sabemos a quiénes estamos unidos. Lo que yo sí sé, a esta altura del partido, es que dentro de mi mapa hay muchísima gente que ni me imagino. Son los que están allí del otro lado del hilo. Se trata de otra “red”. El camino de esa red sería desde la vertiente de la vida de uno a la vertiente de la vida del otro. No hay control sobre esos pasajes, hay una orientación sobre lo que es la existencia que hace que los otros aparezcan. Y esto me da mucha alegría, aunque, por momentos, me siento agobiada. Construir hoy me parece que es construir en la cuerda floja. Quizá porque una pierde fuerzas, hay algún desgaste en el andar. Pero sigo andando con incertidumbre sobre esa cuerda floja. La incertidumbre siempre me produjo cierta ansiedad, cierta contradicción. Ahora, con mis 74 años recién cumplidos, esa ansiedad es más intensa. Tal vez por eso también esté más agobiada.
—Hay un personaje femenino sobre el que me gustaría que hablaras, Sidonia. Sidonia parece preocupada por cierto sentido de ubicación para poder hacer cosas.
—Sidonia es, en cierto modo, una tía mía que se llamaba Julia y, por supuesto, una de mis “alter ego”. Además Sidonia pasó de ser “tía Sidonia” a la Sidonia a secas de Diablos y Mariposas (3). Pasó de ser un personaje infantil a otro más adulto.
En relación con lo que decís de los textos breves, yo tengo un método de trabajo: escribo y luego voy sacando, sacando. Es así. Yo tengo dos herencias. Mi padre era ebanista, italiano. Vino en los años ’30 y trabajaba tallando la madera. Mi papá decía eso: “Hay que sacar, sacar y sacar y queda la obra”. Para mí, lo que mi padre decía no eran palabras, eran hechos. Mientras él trabajaba con la gubia yo jugaba con lo que él sacaba. Con los rulos, con la viruta. A veces con las astillas. Y mi mamá bordaba y tejía. Trabajaba fundamentalmente con hilos. Hacía unas carpetas maravillosas. Lo que más me llamaba la atención era cómo ella hacía los agujeros. Eran carpetas al crochet. Más que ver una construcción, veía cómo mi mamá combinaba agujeros. En el norte de Santa Fe está toda esa herencia del tejido paraguayo.
—En tu autobiografía (4) escribís: “Seguramente, mientras yo nacía un 5 de octubre de 1936, mi mamá trabajaba atendiendo el notorio arribo y a la vez pensaba si mi abuela podría darse vuelta sola en la casa con tanto trajín. (…) Mientras escribo esto y tomo un mate con peperina”. Leía, entonces, tu curriculum plagado de mientras. Mientras escribís libretos televisivos, das clases en la Universidad de Córdoba; mientras viajás a La Habana a recibir el Premio Casa de las Américas, estás pensando notas para Billiken; mientras asistís a un congreso, vas retomando coplas de aquí y de allá para tu libro Canción y pico (5).
–Mientras escribo cuentos, por ejemplo, escucho cuentos. Me encanta que me lean, cuentos o poesías. Mientras escribo cuentos mi deseo es que esos cuentos lleguen a las personas como me llegaron a mí. Que de alguna manera les lleguen a mis lectores los cuentos que me motivaron a mí a ser cuentera. Los dos “mientras” más claros en mi vida fueron la escritura y la docencia. Para mí, la oralidad juega también un papel muy importante. Te diría que, para mí, es el sostén de la docencia. Yo atravesé muchos tipos de docencia, desde la más escolarizada hasta la más informal. La universidad, los profesorados, etcétera. Pero donde yo más disfruté fue con los talleres. Hay en el taller un placer en la escucha: te permite tener una constelación de pocas personas y la posibilidad de ocuparte personalmente de cada una. Yo nunca indiqué especialmente que asistieran mujeres, pero siempre coordiné talleres de mujeres. Hubo alguno que otro varón pero de presencia esporádica. En esos talleres de mujeres, aprendí a oír los “mientras” de ellas. Mientras que en situaciones más formales de educación, la gente dice “yo no pude leer tal cosa porque tuve que hacer tal otra”, en los talleres esta “disculpa” es material de trabajo. Yo trataba de que esos “mientras” de las lecturas entraran, fueran parte y fueran elaborados ahí, en la escritura o en la conversación. Porque, ¿qué podemos hacer con lo que no pude? Esos “no puedo” también requerían diferente bibliografía. No había lecturas iguales para todas como tampoco era necesario que fueran leídos los textos para determinada fecha. En esos talleres, creo que logramos algo importante. Esos grupos de mujeres llegaron a conquistar intimidad y autonomía. A mí nunca me interesó que de mis talleres saliera la novela que después íbamos a publicar ni la revistita. No, no, no. Y lo lograron en distintos ámbitos. Como eran de distintas disciplinas, la lectura y la escritura cubrían distintos ámbitos de trabajo.
—Hay dos escenas que recordás en tu libro La construcción del camino lector. Una, de mujeres leyendo o escribiendo a escondidas; otra, de un padre que hacía nudos en la sábana de su hijo para dejarle una señal de que había estado con él.
—Lo contó en una reunión de padres en un colegio. Como él trabajaba todo el día, cuando llegaba a la noche a su casa, su hijo ya estaba dormido. El sentía que no ver a su hijo era una condena. Entonces se le ocurrió hacerle un nudo en la sábana. A la mañana siguiente el chico encontraba el nudo y era como un mensaje, una señal, un quipu. Estos relatos normalmente no son valorizados. Sin embargo, todo lo que te puede decir esta sola anécdota no te lo va a decir ningún tratado de cuatrocientas páginas. Todo lo que dice ese hecho de ese hombre.
—Yo me imaginaba esas noches y también pensaba en Sherazada, uno de tus personajes más queridos. Esos nudos dejados allí para que sobreviva algo…
—Para mí Sherazada simboliza la capacidad no violenta, paciente y creativa para salir de situaciones muy peligrosas. Sherazada enseña a tomar el atajo, aunque sea el más largo, ¿no? Todas las noches construyendo su supervivencia. Lo que no suele contarse es que la condena de Sherazada está ligada a una infidelidad. Sobre la capacidad creativa te preguntan los chicos: qué hacés para que te salga un cuento, para que se te ocurra. Hace ya unos años que no voy a las escuelas, pero recuerdo que los chicos piensan muchas veces que un cuento se te aparece como un programa de televisión y que yo me siento y traduzco, de alguna manera, ese programa que se está proyectando en mi interior. Luego, trabajando con ellos, haciéndolos escribir lo que ya traen, se dan cuenta de que hay un camino que recorrer. Con ellos hay que trabajar para sacarlos de las imágenes estereotipadas.
—Ya que hablás de imágenes, ¿cómo es tu relación con los ilustradores?
—En Diablos y mariposas yo simplemente recopilé textos: algunos son cuentos, otras son notas, otros son pequeños poemas. No hay un género definido. Y cuando Istvansch creó esta colección y vio los textos los quiso publicar. La idea fue que la ilustración tuviera esa indeterminación: hacer una especie de bordado con un montón de viñetas todas juntas. Lo conversamos y trabajamos por separado. Con Juan Lima tenemos un ensamble como quien baila. Hay un baile entre el texto y el dibujo. No hay ideas intercambiadas. Lo que sí hay es leer juntos el texto, con distintos tonos de voz. Hay una suerte de empatía. El ensamble tal vez me venga de las lecturas de infancia. Te puedo mostrar, por ejemplo, la revista El Mundo Argentino. Este es el número del 4 de mayo de 1949. En cada revista venía una aventura de El Príncipe Valiente. Mi papá me los leía y me los mostraba. Lo mismo hacía con La Divina Comedia ilustrada por (Gustave) Doré. Yo me pasaba horas mirando el episodio de Paolo y Francesca. Yo no tenía idea de la historia, pero me llamaba la atención que volaban. Estaban condenados a volar.


martes, 20 de noviembre de 2012

Diagnóstico de la novela policial (síntesis)




  1. Marginalidad y prestigio

                                                                                                                            (Jaime Rest )(...) Muy probablemente el fundamento del prestigio que ha disfrutado la novela policial convenga atribuirlo a su fama de rigor intelectual que establece una suerte de complicidad entre autor y lector, según la cual la historia referida tiene que proponer un enigma que sólo es posible resolver - en competencia con el detective del relato- si se apela a un disciplinado encadenamiento de los indicios que se hallan diseminados a lo largo de la narración. El origen de este acuerdo tácito basado en el fair play puede remontarse hasta las ideas de Edgar Poe, fundador del género en este aspecto. Atraído por el pensamiento de los poetas románticos ingleses, Poe retomó el distingo entre imaginación y fantasía, que había enunciado Coleridge en su Biographia Literaria con el objeto de privilegiar al primero de tales conceptos. De tal forma en las páginas iniciales de Los crímenes de la calle Morgue hallamos expuesta la teoría de que el hombre ingenioso tiende hacia la fantasía, en tanto "el verdadero imaginativo nunca deja de ser analítico".  Por consiguiente, las piezas que se inscriben en este sector de la literatura de ficción - de acuerdo con la suposición de Poe - están llamadas a exponer y estimular esa capacidad de análisis. En las aventuras detectivescas de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle acabó por confirmar esta presunción, al elaborar hasta la hipertrofia las aptitudes lógicas del sabueso. En consecuencia, la novela policial, en su período de consolidación, se impuso como una composición cuyo interés radicaba casi exclusivamente en el enigma que era necesario desentrañar. En tal medida llegó a ser aceptado este precepto que Ellery Queen, uno de los cultores más destacados del género en la década de 1930, adoptó la costumbre de incluir hacia el final de sus libros un "desafío al lector", en el que anunciaba que en este punto de la novela se está en posesión de todos los datos necesarios para elaborar una solución completa y lógica del crimen, de modo que "la tarea del lector consiste ahora en descubrir las pistas vitales, articularlas de manera racional, y de ellas deducir quién es el único asesino posible". Por lo tanto, el relato policial se identificó con una especie novelística cuya virtud cardinal debía buscarse en la cuidadosa ensambladura de la anécdota, circunstancia que algunos de sus admiradores más sagaces transformaron en decisivo juicio de valor que lo instalaba entre los modelos relevantes del arte narrativo. Al respecto, es lícito atribuir excepcional significación a las apreciaciones que Borges expresó en el curso de una entrevista: "Creo que estas obras han desempeñado un papel importante en razón de que llamaron la atención de los escritores acerca de la relevancia que posee la intriga". Y el mismo observador agregó: "Cuando uno lee narraciones policiales y luego otras novelas, se comprueba con sorpresa - es injusto, pero sucede - que las últimas presentan un aspecto informe: en una novela policial todo se halla cuidadosamente relacionado".
De aquí que Borges no vacile en establecer un paralelismo entre relato policial y discurso metafísico, ya que ambos deben sobresalir por el rigor sistemático de su ordenamiento. Al desembocar en semejante reflexión, el prestigio de la historia detectivesca se convierte en verdadera apoteosis. (...)
2- Género y especies
(...)  Los conflictos suscitados por la diversidad de procedimientos se hallan también en las entrañas mismas del género. Thomas Narcejac, (...) comienza señalando precisamente este aprieto: "¿Cómo designar con exactitud algo que se parece a un jeroglífico (Poe), a una novela popular (Gaboriau), a un cuento de capa y espada (Gaston Leroux), a un drama romántico (Maurice Leblanc), a una refinada partida de ajedrez (Van Dine), algo que tiene un poco de todo esto y un poco más de todo esto?". Julian Symons y Tzvetan Todorov -quizá los estudiosos que logran los ordenamientos más sistemáticos de este campo- nos proponen, cada cual por su lado, sendas hipótesis binarias, con una zona intermedia o de "transición" adicional. Ambos esquemas coinciden entre sí en su aspecto fundamental: cuando el primero reduce todas las variedades a las especies principales "detectivesca" y "criminal", estas denominaciones corresponden respectivamente a lo que el segundo llama "novela de enigma" y "novela negra". Por exclusivas razones de homogeneidad en el contraste, optaremos por la nomenclatura que nos facilita Symons. Tal como lo sugiere el adjetivo diferenciador, la novela detectivesca - en inglés, "detection" significa "descubrir", "desentrañar"- se halla encarada desde la perspectiva del enigma y de su investigador; es por consiguiente, la que responde en su forma más pura a la competencia en que ingresa el lector para resolver "analíticamente" el misterio; en la mayoría de los casos, el sabueso de tales narraciones es un amateur que entretiene sus ocios colaborando con la policía (el doctor Fell, Philo Vance, el inspector retirado Hércules Poirot); entre sus más conspicuos autores, se puede mencionar a Agatha Christie, a John Dickson Carr, a S. S. Van Dine, a Ellery Queen. En cambio, la novela criminal, como su nombre asimismo lo indica, pospone o desecha la importancia del enigma, para concentrarse en la psicología del acto culposo y en las relaciones entre delito y sociedad; el investigador sintomáticamente es un profesional, sea detective privado o funcionario policial; en la nómina de sus cultores podemos indicar a James M. Cain, a Ross Macdonald, a James Hadley Chase, a Peter Cheyney, a Horace Mac Coy a Francis Iles -que en otras ocasiones firmaba Anthony Berkelay (...) En la zona "de transición" corresponde insertar la obra excepcional de Dashiell Hammett y de Raymond Chandler, cuya atmósfera es propia de la novela criminal, pero en la que aún se conserva en alguna medida la gravitación del misterio, característico de la novela detectivesca; con variantes, esta fórmula se ha prolongado en autores como Patrick Quentin y William Irish.
Todorov piensa que la separación entre novela de enigma y novela negra es más bien de índole lógica que histórica, y afirma que no es fácil establecer si los diversos tipos corresponden a diferentes momentos en la evolución del género. En razón de que este crítico pone el enfoque estructural por encima de cualquier otra evaluación, tal juicio es muy coherente. Pero no hay duda de que, con el transcurso del tiempo, la narración detectivesca tiende a ser suplantada por el relato criminal, en tanto que la zona intermedia se ubica especialmente a partir del período en que se produce el cambio. La culminación en el desenvolvimiento de las historias en que prevalece el enigma puede situarse hacia la década de 1920, al finalizar la primera conflagración mundial. Por lo contrario, el auge de las piezas "duras" se produce después de la crisis económica de 1929. (...)
La transición puede decirse, fue bastante abrupta y generalizada; además, dio que pensar a Georg Lukács - opinante agudo, aunque no especializado en el género-, según llega a comprobarse en un pasaje de Significación actual del realismo crítico (que reproducimos tal como lo cita Román Gubern): "Mientras las primeras narraciones de esta índole, como las de la época de Conan Doyle, se apoyaban en una ideología de la seguridad y eran la glorificación de la omnisciencia de los personajes encargados de velar por la seguridad de la vida burguesa, en las novelas policíacas actuales priva la angustia, la inseguridad de la existencia, la posibilidad de que el espanto irrumpa en cualquier momento en esta vida que transcurre aparentemente fuera de todo peligro, y que sólo por una feliz casualidad puede estar protegida".
En síntesis; los relatos detectivescos y criminales tienen en común múltiples recursos que son propios, extensivamente de la novela policial. Pero tal circunstancia no hace más que destacar las orientaciones divergentes de ambas especies. Esto se percibe en la posición que los adictos al género adoptan ante una y otra variedad. (...) Así, cuando Borges elogia la trabazón narrativa de estas historias, su juicio apunta a destacar la precedencia de la novela detectivesca. (...) en el polo opuesto, el estudio de Boileau-Narcejac puntualiza el efecto perturbador que tuvo el enigma, al convertir la pieza detectivesca en un juego gratuito y mecánico. Por contragolpe, surge el interés humano de la "sèrie noire", al punto de que cabe suponer que se la juzga heredera- muy modesta, si se quiere, pero sin duda legítima - de la gran tradición novelística del siglo XIX, en la que no estuvo ausente la minuciosa indagación de los motivos que desencadenan el acto delictivo, de Rojo y negro a Crimen y castigo.
  1. Juego y narración

De cuanto se ha dicho, surge la razonable sospecha de que la novela detectivesca cumple una doble función con respecto al lector: le propone un enigma en cuya resolución debe (o puede) participar y, simultáneamente, le ofrece lo que cabe esperar de toda novela en la que el suspenso desempeña un papel principal. Tal como señala el imaginario autor de novelas policiales en El empleo del tiempo de Butor (y tal como ratifica Todorov), la novela detectivesca entraña dos niveles: la historia de un crimen cuyo misterio se intenta solucionar y la historia de la pesquisa que se realiza con tal objeto. Acaso sea lícito suponer que esta dualidad tiene origen en el entrelazamiento de un par de corrientes que la engendró: el cuento analítico de Poe, por un lado, y el folletín de misterio que se cultivó en la centuria pasada, por el otro. La hipótesis enunciada en las páginas iniciales de Los crímenes de la calle Morgue fue puesta en práctica por Edgar Poe en composiciones breves que, de acuerdo con las recomendaciones de este autor acerca del cuento, estaban concebidas como piezas de gran sentido orgánico, con una rigurosa articulación de elementos. Sin embargo, Antonio Gramsci, de manera harto sugestiva, también deriva la novela policíaca de obras como El conde de Montecristo, Los misterios de París o El judío errante; narraciones extensas e intrincadas en las que se hacía caso omiso de las aptitudes analíticas y en las que el misterio, principal y aun exclusivamente, cumplía la tarea de mantener el interés, de prolongar sin decaimiento el suspenso. (...)
La síntesis de las dos vertientes sólo acaba de lograrse cuando Arthur Conan Doyle, hacia 1890, comienza a escribir las aventuras de Sherlock Holmes. El detective posee, ahora, excepcionales aptitudes de análisis; pero al mismo tiempo su personalidad y el ámbito en que se desarrolla su labor ponen de manifiesto una singular carga pintoresca. Sherlock Holmes, al igual que el señor Dupin creado por Edgar Poe, aplica un método riguroso de investigación, a la vez que se diferencia de él porque no es un mero instrumento razonador sino un individuo de características muy señaladas: toca el violín, vive en un lugar determinado y lo rodea un moblaje muy definido; es adicto a las drogas; viste de manera inconfundible y posee excepcional maestría para el disfraz; cuenta, inclusive, con un amigo, el doctor Watson, que le sirve de memorialista. Además, sus empresas habitualmente están circundadas por una atmósfera muy peculiar: el páramo y las ominosas insinuaciones casi de trasmundo. (...)
La doble naturaleza del relato ha sido una constante en la novela de enigma, circunstancia que introdujo trastornos en el juego analítico que se le propone al lector; de manera casi inevitable, los procedimientos novelescos obstaculizan en mayor o menor grado la tarea de ofrecer una exposición impersonal y objetiva de los acontecimiento, única vía que nos permitiría cumplir la imaginaria pesquisa sin quedar desorientados por indicios falsos. Los autores de historias policiales con frecuencia se han sometido a códigos narrativos estrictos, para que su público, en la búsqueda del criminal, no se sienta defraudado por escamoteos. (...)
Resulta inevitable preguntarse en qué medida cabe aceptar el argumento de que el relato policial no es una novela sino un juego, concebido con la única intención de que el lector pueda recrearse compitiendo con el detective. Aún más, parece inclusive lícito interrogarse acerca de si semejante afirmación tiene el más remoto viso de probabilidad. Por mucho que sea privilegiado el juego de inteligencia, la historia policial no deja de ser una narración, sujeta a principios de organización literaria que no pueden rehuirse plenamente. (...) Por otra parte, para mantener el suspenso es indispensable crear circunstancias que presenten a cada personaje como un presunto sospechoso y, al mismo tiempo, no hacer demasiado notorios -al menos hasta donde resulte practicable - los detalles obvios que servirán para el descubrimiento del criminal; en consecuencia, los individuos que habitan la novela deben exceder la condición de simples piezas de ajedrez ubicadas en el tablero respectivo y, en cambio, por muy ficticios que sean, tienen que adquirir los rasgos humanos esenciales para que se instaure el discurso imaginario. (...)
Sospechamos que el entusiasmo suscitado por la lectura de novelas de enigma se funda en la curiosidad y en el efecto eurítmico que emana de la solución bien construida; por contraste, el pregonado "juego de inteligencia" quizá no exceda de una mera superstición ideológica, manejada con tanta habilidad para publicitar el género que hasta los mismos escritores llegaron a dar fe de ella. Pero por más que el autor se esfuerce en no tender trampas, de las muestras exhibidas parece desprenderse que casi siempre los espejismos se deslizan subrepticios y sigilosos en la escritura de la narración, a causa de la específica índole novelesca que posee el texto. Ello no quiere decir que las codificaciones deban considerarse totalmente arbitrarias y carezcan de significado. Pero si poseen alguna eficacia, ésta solo puede medirse en términos literarios, por cuanto tienden a subrayar lo que Borges puntualizó con acierto: en el relato detectivesco ningún cabo debe quedar suelto, todo ha de mostrarse perfectamente relacionado, Al respecto, parece irrefutable que en este tipo de novela policial la construcción íntegra de la anécdota se estructura a partir del desenlace; tal como se nos advierte reiteradamente en el estudio de Boileau-Narcejac, estamos ante historias que se escriben al revés y que exigen una capacidad de imaginar primeramente el final, para que luego todos los incidente que conducen a él se articulen, sin contradicciones.
En tal sentido, es muy revelador que Poe haya sido uno de los inventores de la narración de enigma, porque en sus páginas de crítica literaria hallamos una sorprendente apreciación sobre el Barnaby Rudge, de Charles Dickens, en la que ya encontramos teorizado este método de composición. Por lo demás, tal vez corresponda hacer la salvedad de que Poe introdujo el juego analítico solamente en cuentos, jamás en relatos extensos; acaso esta forma ceñida y despojada se presta mucho mejor para el ejercicio de un riguroso encadenamiento lógico, con menores interferencias "literarias" y mayor aptitud para asemejarse a la demostración de un terorema. (...)
4- Diseño e ideología
La arquitectura y la intención de la novela criminal no presentan mayores dificultades de interpretación. Con ello no queremos insinuar que se trata de una composición ingenua o superficial, sino que nos auxilia en la exégesis su carácter directo y su afinidad con formas ya tradicionales en la novela europea. Como observa Todorov, es un relato que no es doble - como la novela detectivesca - sino simple, pues se limita a trazar la historia del crimen y sus consecuencias, generalmente por medio de una estructura más bien lineal que va desde la intervención del sabueso, reclamado para examinar un presunto hecho delictivo, hasta el definitivo esclarecimiento, a lo largo de un itinerario que es transitado en una prosa fría, escueta, desembarazada de emotividad. Abundan los detalles inquietantes - violencia, amoralidad, sordidez -, lo cual a veces llevó a barruntar una proclividad efectista y morbosa, (...) Conviene tomar en cuenta la carga de crítica social que suelen trasuntar estos relatos, encaminados a denunciar los conflictos que desencadena un sistema competitivo e individualista en el que se identifican dinero, poder y prestigio, sin que resulte posible deslindar claramente los sectores que se consideran respetables de los profesionales del crimen, sumergidos todos por igual en una desesperada lucha por el codiciado predominio. No en vano, la "sèrie noire" es reivindicada hoy día como modelo de las formas más corrosivas que ha asumido la ficción en calidad de instrumento para denunciar ciertos trastornos profundos que aquejan al mundo contemporáneo.
A primera vista, la ubicación de la novela detectivesca es más incierta, menos clara. Su concepción responde a esa engañosa apariencia que cabe atribuir a cualquier texto con pretensiones de hallarse "libre de ideología". (...)
En consecuencia, para desentrañar la óptica reflejada en la novela detectivesca parece indispensable examinar las características de su sistema y destacar ciertas constantes que se advierten en su construcción. Un razonable punto de partida, en tal sentido, lo proporcionan las indicaciones sobre la doble naturaleza de esta especie narrativa: el relato de enigma es, es forma simultánea, una aventura detectivesca y la novela sobre un caso criminal. Por consiguiente, cuenta con dos posibles centros de interés que se constituyen, respectivamente, en torno del investigador y del asesino. La historia en que participan estos personajes principales puede reducirse a un esquema de notoria sencillez: 1) se comete el delito; 2) se realiza la indagación; 3) se descubre y castiga al culpable (y a modo de catarsis, se explica la gestión cumplida para resolver el misterio). Cabe agregar que el delito y el castigo suelen consistir, por igual, en una muerte. Es obvio que al detective le preocupa la muerte inicial; al criminal, la muerte final. Sin embargo, los dos niveles de la narración no reciben un tratamiento parejo, por cuanto la novela de enigma nos presenta el punto de vista del detective, cuya investigación resulta privilegiada en el discurso (...) Hay, pues, una historia visible y otra oculta; la primera es la que hallamos en el libro; la segunda consiste en un drama psicológico cuya elaboración quedó postergada. La historia oculta hubiera respondido, sin lugar a dudas, a pautas novelísticas que ya son clásicas; la historia visible, en cambio, se aproxima al cuento de hadas, tal como lo hallamos formalizado en trabajos de V. Propp sobre el relato folklórico: presenta un encadenamiento de acciones cuyo desenlace es previsible y, al mismo tiempo, reduce al mínimo la caracterización psicológica de los sospechosos, de modo que el desarrollo íntegro de la composición se constituye sobre la base de un juego de actantes y funciones típicas que se articulan entre sí según una codificación estricta (...) El hecho de que se enfaticen las acciones y se excluya la psicología puede vincularse a la primacía que se otorga al enigma: si la subjetividad de los sospechosos fuese revelada; descubriríamos de inmediato al culpable. Por lo demás, es lícito ordenar los ingredientes obligados de la novela detectivesca en tres rubros fundamentales: 1) los requisitos de la investigación; 2) la lucha con el asesino; 3) el ámbito de los sucesos.
El requisito esencial de la investigación consiste en la extraordinaria capacidad analítica del detective. En la novela de enigma este personaje no sólo es el héroe de la historia, destinado a cumplir la misión reivindicadora, sino que además exhibe cualidades prodigiosas, comparables a las que caracterizan a protagonistas de tiras cómicas como Superman y Mandrake; es inmune a toda acechanza, es invencible y, por lo general, a través de los años no sufre cambios de edad o de situación por más que su creador lo introduzca en sucesivas novelas (...). Los detectives tienden a ser solteros, ociosos y poseedores de una situación económica desahogada, circunstancias que les permiten encomendar su negocios a diligentes administradores (...) y dedicarse por mero placer a dilucidar misterios. Casi siempre, el sabueso amateur es un individuo refinado que disfruta de sólida educación o, en todo caso, es un estudioso de la criminología que cuenta con incalculable información; no es raro que haya pasado por alguna universidad, y acostumbra a espetar de vez en cuanto alguna cita en latín, para desconcierto de los funcionarios policiales (...) Intelectual y moralmente se lo presenta como un ser superior: con frecuencia intuye desde el primer momento quién es el criminal y sólo demora la revelación hasta reunir las convenientes pruebas legales; asimismo, se le reconoce autoridad para disponer de la vida del delincuente, al que destruye con las armas letales que él mismo empleaba o al que induce - en casos de especial consideración- a un suicidio que rescate su buen nombre y honor. A menudo, el héroe de las novelas de enigma cuenta con un fiel amigo o colaborador - preferentemente, de  inteligencia ordinaria e imaginación deficiente- que se desempeña como su memorialista: el doctor Watson, con respecto a Sherlock Holmes (...) En estas historias, por contraste con la sagacidad del investigador aficionado, el policía profesional se manifiesta mediocre y burocrático: es un individuo incapaz de superar los procedimientos rutinarios, que se muestra boquiabierto ante las prestidigitaciones intelectuales del héroe (...).
Por su parte la lucha contra el asesino nos pone ante el rival del detective. El criminal desempeña el papel de villano, pero en un pie de igualdad con su perseguidor, ha de ser una personalidad notable por la lucidez y astucia de sus maquinaciones. Su destreza le permite mantenerse oculto, aunque se halle a la vista de todos. Cuanto mayor es su inteligencia, más fervor siente el detective en su tarea (...)
De tal forma, el relato llega a vertebrarse sobre la pugna entre el investigador y criminal: es una suerte de avatar en la permanente lucha que libran el bien y el mal; una reiteración del enfrentamiento entre la voluntad divina y los poderes demoníacos, sin que revistan mayor importancia los móviles que indujeron a perpetrar (y acaso justifiquen o atemperen) el acto delictivo. En última instancia, el daño cometido no consiste en haber dado muerte a alguien, sino en haber perturbado el equilibrio de fuerzas en un sistema cuya estabilidad anteriormente no había sido cuestionado. Por lo tanto, el triunfo del detective, al desenmascarar al asesino, entraña una variedad del "happy end" que viene a restaurar el orden precedente en un mundo que ha sufrido grave conmoción.
Con el propósito de que el encadenamiento lógico pueda desarrollarse sin tropiezos, la novela detectivesca parte de una convención tácitamente admitida, según la cual el asesino no ha de salir de un espacio perfectamente circunscripto, lo que nos facilita buscarlo entre un reducido conjunto de sospechosos que permanecen en el lugar del crimen. El recurso es sin duda arbitrario, pues aísla los sucesos en un ámbito cerrado y, por consiguiente, recorta la realidad. Pero al mismo tiempo, se trata de un precepto básico, ya que la ausencia de límites os sumergiría en un caos que haría imposible mantener la trabazón rigurosa: al parecer, sólo en el mundo real la policía está en condiciones de perseguir a un delincuente lejos del área en que infringió la ley. Por lo tanto, los acontecimientos suelen ubicarse con preferencia en una casa solariega, en una mansión urbana (pero convenientemente separada del mundo circundante), en una aldea, en un avión o en un tren. La casa entre cuyos habitantes se halla el asesino es, con toda seguridad, una residencia bastante amplia, en la que conviven personas de cierto prestigio social y un número indeterminado de servidores. Con excepción del detective y del criminal, llegamos a la conclusión de que todos los personajes muestran cualidades ordinarias, que no exceden el nivel medio de las que exhiben los seres humanos reales en situación análoga. (...) el código de S. S. Van Dine  es inapelable con respecto al papel accesorio de la servidumbre: "El autor nunca debe elegir al criminal entre el personal doméstico: valet, lacayo, cocinero y otros. Hay que evitarlo por principio, porque es una solución demasiado fácil. El culpable debe ser alguien que valga la pena".
Una vez cumplido este relevamiento, no parece difícil extraer un conjunto significativo de indicios que ponen al descubierto la ideología de la novela detectivesca: la índole excepcional de los personajes protagónicos, la separación tajante entre amos y servidores, la victoria del hombre ocioso y educado sobre el funcionario paciente, la marginación de aquellos niveles sociales que "no valen la pena", la importancia que posee la restauración del orden establecido. Todo ello por encima de cualquier vacilación, nos proporciona un cuadro de tintes bastante reaccionarios. Quizá pueda agregarse que la proliferación de casas solariegas  y la aspiración de un equilibrio inmutable trasuntan, en buena medida, la mentalidad del período en que estas composiciones alcanzaron su apogeo, después de la primera guerra mundial, cuando los sectores privilegiados de la vida europea empezaron a percibir con nostalgia la desintegración del sistema que había servido para afianzarlos en su anterior poderío.
Sin perjuicio de tales comprobaciones, confesemos que hemos de seguir leyendo novelas de enigma. La estricta articulación que estas narraciones nos proponen suele convertir su lectura en un pasatiempo fascinador. Por cierto, pensamos que, para subsistir en medio de los profundos cambios que aguardan a nuestra sociedad, sus características deberán modificarse sustancialmente; pero confiamos en que siempre existirá algún género literario cuya rigurosa urdimbre pueda entusiasma, por igual, a quienes lo practiquen, a quienes lo frecuenten y a quienes se propongan desmontar críticamente su ajustado mecanismo.




martes, 13 de noviembre de 2012

BREVE ANTOLOGÍA DE POESÍA PARA LOS MÁS PEQUEÑOS



Relojito de los campos

Gallito madrugador,
relojito de la aurora
que con su ¡quiquiriquí!
nos va marcando la hora.
Cuando llega la mañana
y baja el primer rayito
tu alegre ¡quiquiriquí!
despierta a los pajaritos.
Relojito, cresta roja:
¿quién ha sido el relojero
que te enseño a dar la hora
sin cuerda ni minutero?.
                     Mª Luisa Roques 
La bruja

La bruja, la bruja
se quedó encerrada
en una burbuja.
La bruja, la boba
con escoba y todo
con todo y escoba.
Está prisionera
chillando y pateando
de mala manera.
Tiene un solo diente
orejas de burro
y un rulo en la frente.
Que llore, que gruña
que pique su cárcel
con diente y con uña.
Que salte, que ruede
que busque la puerta
que salga si puede.
¡Se quedó la bruja
presa para siempre
en una burbuja!
               Mª Elena Walsh


En los árboles del huerto

En los árboles del huerto
hay un ruiseñor:
Canta de noche y de día
canta a la luna y al sol.

Ronco de cantar
al huerto vendrá la niña
y una rosa cortará.

Entre las negras encinas
hay una fuente de piedra
y un cantarillo de barro
que nunca se llena.

Por el encinar
con la luna blanca
ella volverá.
                ANTONIO MACHADO


La vaca estudiosa
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.
                                    DE MARIA E. WALSH
Manuelita la tortuga
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marcó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.
En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó
vieja como se marchó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó
DE MARIA ELENA WALSH

El lagarto está llorando
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!

Federico G. Lorca

domingo, 11 de noviembre de 2012

SALIDA EDUCATIVA: VISITA A LA BIBLIOTECA JUANITO LAGUNA



RECOMENDACIONES DE LIBROS ÁLBUM

El jueves estuvimos de visita en la Biblioteca "Juanito Laguna" nos recibió muy amablemente y con la calidez que la cararcteriza MARCELA CARRANZA, hablamos sobre libros y desde luego cada una se llevó nuevas lecturas.. comparto algunos descubrimientos

La auténtica historia de los tres cerditos  de Jon Scieszka y Lane Smith (ILUSTRADOR), parodia al cuento de Los tres cerditos. Editado por primera vez en 1989, cuenta la historia de Los Tres Cerditos vista desde el punto de vista de El Lobo Feroz, S. Lobo.
El cuento, narrado por el propio lobo, trata de acabar con el mito de que el lobo es fiero y malvado. Por ello, él mismo justifica las visitas que hizo a casa de Los tres cerditos, fueron para pedir un poco de azúcar para hacer un pastel para el cumpleaños de su abuelita. Y que en realidad no sopló y sopló para derribar las casas de los cerditos, sino que estornudó debido a que tenía un constipado. Igualmente, justifica que si se comió a los cerditos fue porque consideró que sería un desperdicio no hacerlo.
Sin embargo, tal y como se puede comprobar al final del cuento, el lobo cuenta la historia desde la cárcel.

Terrible de Alain Serres , Bruno Heitz (ilustraciones), Barcelona, Libros del Zorr Rojo, 2010.
El lobo de Terrible, es un animal fiero y grande. La editorial Libros del Zorro Rojo presenta este original cuento en gran formato que intenta mostrar el miedo de los adultos a resultar ridículos y a expresar nuestros sentimientos.
Fernando furioso de Hiawyn Oram, Satoshi KITAMURA (ILUSTRACIONES)Caracas: Ekaré, 1998
Fernando se enoja, cae en un berrinche propio de su edad, unos cuatro o cinco añitos y, como consecuencia, lo destroza todo a su alrededor. Su madre, su padre, su abuelo, su abuela…, cada uno va intentando calmarlo, sin éxito: su fastidio sigue creciendo hasta proporciones cósmicas. Al final, ¿alguien se acuerda del motivo del enfado? Ideal para los más chiquitos.

LITERATURA EN EL NIVEL PRIMARIO




Algunas recomendaciones para los estudiantes del NORMAL 10 para armar los corpus

Después de la clase del miércoles salí a hacer investigaciones y me leí unos cuantos cuentos y creo que este material les va a resultar interesante para su PROYECTO

CUENTOS Y LEYENDAS QUE METEN MIEDO…
Cuentos de miedo, de amor y de risa          de Graciela Cabal, Ed. Norma
Creo que esto es lo que estaban buscando ¿no?
Los relatos de este libro están basados en tradiciones orales poco conocidas, urbanas, familiares, recogidas en forma personal (...) ¡Cómo me gustó escribir este libro! Porque en él logré poner algunas de esas historias que, desde hace tiempo, me rondaban dentro y fuera de la cabeza. Historias que me contaban mi mamá, mi abuela, mis tías, magníficas contadoras de cuentos (...) Y yo aprendí. Aprendí que todo el mundo tiene cosas maravillosas para decir Y que no hay que dejar que se pierdan."
Cuentos de fantasmas y demonios de Ana M. Shua/ Alguara
Aquí hay Grandes Demonios y Diablos Menores. Hay espíritus sin cuerpo lo bastante tenaces como para seguir a una mujer desde Polonia hasta América.

Cuentos con magia   de Ana María Shua
Todo es posible en las páginas de este libro de cuentos, en el que Ana María Shua llevará a los lectores a recorrer un mundo maravilloso, habitado por magos, brujos, sabios y hechiceros, cuyas historias forman parte del patrimonio cultural de la humanidad.
De cómo el diablo se casó con tres hermanas y otras leyendas de G. Repún

Los chicos de las escuelas 8, 22 y 11 del Distrito Escolar 7º compartieron una jornada de lectura y diálogo con la autora Graciela Repún. Después de haber leído De cómo el diablo se casó con tres hermanas y otras leyendas de miedo, ¿Puede volar un cangrejo?, Cómo pasé mis vacaciones en el campo, Familias raras de este planeta y otros, El príncipe Medafiaca y otros libros de Graciela, todos querían tener la oportunidad de hacerle preguntas a la autora: ¿cómo grita un hombre si cara?, ¿no te da miedo escribir historias así?, ¿qué leías cuando eras chica?, ¿cuántos años tenías cuando empezaste a escribir?, ¿cuánta gente se necesita para hacer un libro?
Para que amplien el corpus ya que el tema les resulta interesante...buena suerte en el trabajo nos veos el miércoles!!!

MOMENTOS CREATIVOS



ISPEI SARA C DE ECCLESTON
TALLER DE ESCRITURA

TÉCNICA: COLLAGE DE POESÍA

Hay heridas profundas en la vida, yo lo sé.
Golpes sin sentido,
Corazones vacíos por momentos
Tratando de llenarse en silencio.
Sentimientos encontrados, quizás
Y Sin suelo en dónde pisar…

Hay heridas profundas en la vida yo lo sé…
Pero cuando dos almas en pena se juntan
Se transforman y aman,
Sabrosas dos palabras
Un ligero aire que llena, que alimenta y regenera.

Dos pieles unidas,
Se sienten, se huelen, se multiplican.
Un equilibrio perfecto en el alma,
Un sabor irresistible.
Pensar que eras un cristal casi imposible de encontrar
Y finalmente fuiste encontrado en el fondo del mar.
                                         CECILIA VALLEJOS






PRODUCCIONES LITERARIAS DE ESTUDIANTES
POEMA COLLAGE
Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
entonces  serán posibles  las luces, las caricias,  
la piel, el horizonte
¡Oh nada de angustias!

Ríe  el pañuelo, llora a carcajadas
Y se quedan los pájaros cantando
palabras que de viejas son nuevas

Donde mueren las risas
 a veces, hay navajas
y la noche siempre, siempre
es un relámpago

                                           Aguilar, Bargach, Bello, Colombo Williams.
  

El amor que nunca fue
“La resaca de todo lo sufrido
Podrá destruir la unidad de un mundo perdido,
Donde murieron las risas y consigo, la vida.
La noche es un desierto, donde abunda el miedo,
Ya no tengo tu amor, ni tampoco tu consuelo.
Ahora ¿a donde vas mi amado?
Ya no te culpan las noches, ni te duele la vida.
Pero, ¿Quién se queda con esta agonía?
Me arrastro sin sonido, volando a la región donde nada se olvida,
Donde los golpes son tan fuertes, y debilitan mi vida”.
                                                         Natasha Costa y Macarena Diodati



Datos personales

Mi foto
Licenciada y profesora en Letras Modernas, egresada de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA.ESPECIALISTA EN LITERATURA ARGENTINA. Especialista en Investigación Educativa. (ISP Joaquín V. González) Especialista en Litertura Infantil y Juvenil (CEPA) Actualemnte se encuentra cursando la Maestría en Análisis del Discurso (UBA) Publicó numerosos artículos y ensayos para diferentes sellos editoriales (Cántaro, Puerto de Palos, Paidos, revistas del ISPEI Sara Eccleston) En el 2012 su blog Entre el mouse y la tiza recibió el PRIMER PREMIO A LOS BLOGS EDUCATIVOS otorgado por la UNIVERSIDAD NACIONAL DE BUENOS AIRES (UBA) A raíz de ese premio fue convocada por distintos medios periodísticos. Durante 2013 el mismo blog resltó ser finalista de dicho concurso. En estos momentos se encuentra abocada a la investigación y la escritura de un ensayo en colaboración con la Lic. Cristina Olliana. Acaba de publicar Y DE PRONTO LA VIDA un ensayo destinada a la Crianza, la literatura y el Juego.

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