Relojito
de los campos
Gallito madrugador,
relojito de la aurora
que con su ¡quiquiriquí!
nos va marcando la hora.
Cuando llega la mañana
y baja el primer rayito
tu alegre ¡quiquiriquí!
despierta a los pajaritos.
Relojito, cresta roja:
¿quién ha sido el relojero
que te enseño a dar la hora
sin cuerda ni minutero?.
Gallito madrugador,
relojito de la aurora
que con su ¡quiquiriquí!
nos va marcando la hora.
Cuando llega la mañana
y baja el primer rayito
tu alegre ¡quiquiriquí!
despierta a los pajaritos.
Relojito, cresta roja:
¿quién ha sido el relojero
que te enseño a dar la hora
sin cuerda ni minutero?.
Mª
Luisa Roques
La
bruja
La bruja, la bruja
se quedó encerrada
en una burbuja.
La bruja, la boba
con escoba y todo
con todo y escoba.
Está prisionera
chillando y pateando
de mala manera.
Tiene un solo diente
orejas de burro
y un rulo en la frente.
Que llore, que gruña
que pique su cárcel
con diente y con uña.
Que salte, que ruede
que busque la puerta
que salga si puede.
¡Se quedó la bruja
presa para siempre
en una burbuja!
La bruja, la bruja
se quedó encerrada
en una burbuja.
La bruja, la boba
con escoba y todo
con todo y escoba.
Está prisionera
chillando y pateando
de mala manera.
Tiene un solo diente
orejas de burro
y un rulo en la frente.
Que llore, que gruña
que pique su cárcel
con diente y con uña.
Que salte, que ruede
que busque la puerta
que salga si puede.
¡Se quedó la bruja
presa para siempre
en una burbuja!
Mª
Elena Walsh
En
los árboles del huerto
En los árboles del huerto hay un ruiseñor: Canta de noche y de día canta a la luna y al sol. Ronco de cantar al huerto vendrá la niña y una rosa cortará. Entre las negras encinas hay una fuente de piedra y un cantarillo de barro que nunca se llena. Por el encinar con la luna blanca ella volverá.
ANTONIO
MACHADO
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La vaca estudiosa
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja,
muy vieja, estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: - Estas equivocada.
Y la vaca le respondió:
¿Por qué no puedo estudiar yo?
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.
Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuacala
única sabia fue la vaca.
DE MARIA E.
WALSH
Manuelita la tortuga
Manuelita vivía en Pehuajó
pero un día se marcó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.
En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó
vieja como se marchó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó
pero un día se marcó.
Nadie supo bien por qué
a París ella se fue
un poquito caminando
y otro poquitito a pie.
Manuelita, Manuelita,
Manuelita dónde vas
con tu traje de malaquita
y tu paso tan audaz.
Manuelita una vez se enamoró
de un tortugo que pasó.
Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
Vieja no me va a querer,
en Europa y con paciencia
me podrán embellecer.
En la tintorería de París
la pintaron con barniz.
La plancharon en francés
del derecho y del revés.
Le pusieron peluquita
y botines en los pies.
Tantos años tardó en cruzar el mar
que allí se volvió a arrugar
y por eso regresó
vieja como se marchó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajó
DE MARIA ELENA WALSH
El
lagarto está llorando
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
Federico G. Lorca
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