La literatura de
iniciación tiene algo de ritual, de mágico, quién de nosotros ha olvidado
aquellas primeras novelas que nos hicieron llorar y sonreír, las que leíamos en
la “casa del árbol”(porque por entonces yo vivía en Cosquín y llegué a tener mi
propia casa en un algarrobo gigantesco). Todavía hoy tengo presente mi lectura
de David Coperfield, y de “Mujercitas” y tantas otras historias que eran como
un despertar a la vida, tal vez como fruto de esas lecturas nacieron estas ganas de leer y leer.
¿QuIén no se sintió
un poco huérfano y abandonado? ¿Quién de nosotras no deseó con todas sus
fuerzas ser como Josefine March?, ¿quién no vivenció esa extraña mezcla entre
la congoja y el fin del mundo frente a un primer amor frustrado? ¿Es que acaso
la vida no es eso? La alegría, el dolor,
el amor, la soledad, la gloria, la frustración, la imaginación….
La idea de reunir
estos textos protagonizados por niños y jóvenes que experimentan en carne
propia el dolor que genera crecer, estos jóvenes que no se quedan “pegados” a
ese dolor sino que deciden continuar su camino enriquecidos por diferentes
experiencias, es, sin duda, una interesante invitación a la lectura para
nuestros queridos futuros estudiantes del último año de la escuela primaria, por eso
les recomiendo este libro que prologué y armé con tanto cuidado… que lo
disfruten
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