Vamos a
focalizar, sobre las condiciones
didácticas que son necesarias para formar lectores y escritores, y no solamente
niños que escriban y que lean sino que tengan participación en la cultura
escrita, y para ello una condición básica es que todos los días se lea y se
escriba en la SALA
Estamos pensando
en un JARDÍN DE INFANTES capaz de generar condiciones para que los niños actúen
como lectores y escritores plenos desde el inicio de la escolaridad, sabiendo
que no lo harán de manera convencional desde el primer momento. Desde esta
perspectiva pensamos que desde muy pequeños los niños pueden dar pasos como
lectores, y para ello es necesario tener a disposición una biblioteca de la sala,
contacto con textos diversos, de calidad, con diferentes materiales. Desde ya
esto implica que los niños se lleven a
casa en préstamo libros que ellos quieren, significa que detrás de esos libros
va a haber un adulto que les lea, un momento de intimidad, de afecto, que
vuelvan a elegir una y otra vez el mismo texto que les gustó, que puedan pedir
aquel que la maestra o el maestro leyó y que ahora tienen ganas de recorrerlo
sólo con su vista, de encontrarse con esa ilustración que vieron de lejos y que
ahora tienen ganas de manipular de manera autónoma. Es imprescindible una
biblioteca que se alimente de nuevos títulos, de otros autores, que esté presente y que habilite a los niños a
poder tocar los libros, aunque sabemos que esto va a implicar seguramente que
los libros se desgasten, en algún caso se rompan e incluso que se pierdan..paciencia,
los libros están para ser usados, sabemos que, en todo caso, tenemos que hacer
algunas cosas para intentar cuidarlos. La verdad es que nos da mucha pena ver
una biblioteca que esté tan limpita, tan quietita como si nadie la hubiera
tocado. Vale más la pena ver algunos libros pegados con cinta adhesiva.¿No les
parece?
Las bibliotecas
van acompañadas de la ficha de recorrido lector donde los niños van anotando
los libros que van leyendo de manera individual. También está el listado de
libros, que son las lecturas que se realizan en conjunto. Nosotros, como
lectores, muchas veces listamos los libros que queremos. Es necesario que estas
listas estén al alcance de los niños, es decir, que puedan verlas y que sirvan
como registro del recorrido de lecturas personales y grupales.
Otra condición
didáctica necesaria es generar una sala que contenga material escrito. Si queremos que
los niños aprendan a leer leyendo es necesario que haya materiales escritos
para aprender a leer (carteles, por ejemplo). Los van a leer cuando el maestro
indique que lo que está escrito allí les puede servir para resolver dudas que tengan.
Seguramente estos carteles permitirán que los niños recurran a ellos para
utilizarlos cuando necesiten escribir o leer con propósitos determinados. Es
imprescindible
que estén presentes las letras del abecedario, pero no las
letras sueltas, sino acompañadas de palabras que las contengan como inicial.
Por ejemplo, la misma A puede ser la de Alicia, Aldo, Aldana, y la B , de Bruno, Beatriz; Brunilda y
luego otros carteles que vayan siendo significativos en el transcurso de los
proyectos y secuencias que se van trabajando. Un cartel que esté ahí, también
al alcance de los chicos. Parece obvio decir esto, pero es necesario si
queremos que los niños recurran a ellos. Los carteles tienen que estar escritos
con un tamaño de letra adecuado y ubicados en un lugar que sea visto por todos
los niños. Lo importante es que esos
carteles que se seleccionan para colocar, por ejemplo, el abecedario, no tienen
que ser carteles que hayan sido leídos una vez, sino que realmente los niños,
por haberlos leído muchas veces, ya sepan lo que dice ahí, y por eso se van a
transformar en una fuente de información. Cualquier palabra no va a estar
conformando el listado de carteles que se encuentra debajo de cada letra del
abecedario, sino aquellas que los niños ya conocen por haberlas visto mucho.
Por ejemplo, el nombre del personaje de un cuento que han leído muchas veces,
de modo que están seguros de lo que dice ahí. Es recién entonces que podrán
utilizarlo como fuente de información.
Ahora bien, ¿qué es un proyecto? Y ¿por qué trabajar con
proyectos en la sala? Este punto será explicado en clase, de todos modos hay en
el blog muchos artículos que hablan sobre el tema.
Veamos un ejemplo para guiarnos en un tema que ustedes deberán
desarrollar para aprobar esta instancia curricular.
Después de mucha lectura de diversos tipos de cuentos (ya
sea tradicionales o de autor) les podemos proponer a nuestros pequeños
estudiantes la reescritura de un cuento con lobos. Desde
este enfoque, cuando decimos proyecto nos referimos a
perseguir objetivos de enseñanza, a la realización de propósitos específicos
que tienen sentido desde la perspectiva del alumno. Al llevar un hilo conductor
significativo de las actividades se evita el parcelamiento de los contenidos y
se promueve la autonomía de los estudiantes. Orientarse hacia la elaboración de
un producto –en este caso, reescribir un cuento de lobos– obliga a adecuar la
producción a un destinatario y a los efectos que se pretende provocar en él. Es
así como los proyectos contribuyen a preservar el sentido social de la lectura y
de la escritura.
Desde el punto de vista social, los cuentos tradicionales
forman parte del acervo literario de la cultura occidental y tienen, desde esta
perspectiva, el valor de ensanchar la frontera cultural y literaria de los
niños. Formar lectores supone, entre otras cosas, acercar a oídos de los niños
aquellas historias que son fundantes de la cultura
escrita, que han sobrevivido al paso de los siglos y
perduran hasta nuestros días.
Los niños conocen algunas historias tradicionales incluso
antes de llegar al JARDÍN DE INFANTES. Estos cuentos tienen sus raíces históricas en
la tradición oral, una organización canónica que permite, aun a lectores
pequeños, prever las acciones y el desarrollo de la trama. Los niños pueden
anticipar rápidamente cómo comienzan, cómo será el final –casi siempre feliz–,
el comportamiento de los personajes, que sin demasiadas motivaciones implícitas
actúan como ayudantes u oponentes de aquellos que llevan adelante la acción.
Los escenarios representados (los bosques, los castillos, los países lejanos,
etc)
constituyen espacios prototípicos descriptos con pocas pinceladas,
que funcionan como marco estable de las acciones. El narrador de estos cuentos
presenta la historia como alguien que conoce todo aquello que vale la pena ser
contado, sin fluctuaciones temporales o vacilación en sus comentarios.
¿Por qué reescribir una historia conocida? Porque desde el
punto de vista didáctico, una de las ventajas de reescribir una historia conocida
–en lugar de crear una nueva– es que los niños ya conocen el argumento, no
tienen que inventarlo y pueden entonces
centrarse en otros aspectos de esa compleja actividad que es
escribir.Reescribir una historia conocida es una situación didáctica que permite
poner el acento en cómo se escribe más que en el qué escribir. La historia
permanece, en términos de los personajes y la trama que ya están dados; el
problema consiste, entonces, en cómo poner en lenguaje escrito lo que se sabe
de ella.
Brevemente, les contamos los grandes momentos del proyecto.
PROYECTO: REESCRITURA DE UN CUENTO CON LOBOS
→ Lectura por parte del docente de la versión de “Caperucita
Roja”
la versión de los hermanos Grimm.
→ Lectura por parte del docente de información sobre los
hermanos Grimm, y elaboración colectiva de un apunte por
dictado al docente.
→ Lectura de los niños por sí mismos de algunos pasajes del
cuento.
Escrituras intermedias relacionadas con el proyecto.
→ Escrituras para publicar relacionadas con el producto del
proyecto.
→ Reescritura colectiva del cuento en varias sesiones.
→ Edición sencilla del cuento para que cada uno de los
pequeños se pueda llevar un “ejemplar” ilustrado por ellos mismos
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