Ser educador, ser educadora implica asumir la responsabilidad de una práctica reflexiva y crítica. Tenemos que poder cuestionar los parámetros, los límites, nuestra propia manera de ver el mundo si es preciso. El trabajo que llevamos a cabo es nada más y nada menos que el de contribuir al crecimiento y acompañar a los más pequeños, a los niños y niñas, a los adolescentes, a los jóvenes. No se trata solo de hacer. Somos profesionales por eso fundamental revisar la propia práctica.
La
investigación didáctica de los últimos cuarenta años y las experiencias aúlicas
de muchos docentes con grupos de estudiantes de distinto origen social y
cultural, han demostrado que transformando las modalidades de enseñanza se
pueden crear mejores condiciones para una alfabetización de mayor calidad.
Si
bien es cierto, que desde la investigación se conservan muchos problemas por
resolver, existen acuerdos sobre cómo caracterizar dichas prácticas en cuanto a
las oportunidades que la escuela debería brindar a los niños para que ellos
puedan aprender a producir y leer textos de manera eficaz, crítica y autónoma.
A
continuación, vamos a replantearnos algunas intervenciones y a revisar las
decisiones de enseñanza.
Lo
primero que tenemos que lograr es apartarnos de esa tendencia a llevar a cabo
actividades sueltas porque si deseamos avanzar en un proceso de aprendizaje
sólido deberemos manejarnos con dos criterios básicos que nos ayudarán a
orientar nuestras propuestas didácticas y a definir situaciones de enseñanza,
nos referimos a:
Diversidad
Continuidad
La diversidad se hace presente en la elección de los textos a
trabajar, los propósitos, los destinatarios, las distintas acciones frente a dichos
textos y las modalidades organizativas de las situaciones didácticas. Claro que
esta diversidad necesita
desarrollarse en el marco de una continuidad didáctica, aúlica e institucional
Tenemos que promover permanentemente la idea
de leer y producir variedad de textos de uso social: noticias, cartas,
adivinanzas, informes, reseñas y también tener en cuenta los diferentes propósitos
que guían las situaciones de lectura y escritura: leer para disfrutar de la
lectura, para buscar información, para seguir instrucciones; escribir para
expresar sentimientos, para intentar modificar el comportamiento de otros, para
comunicar algo a la distancia. Leer y escribir para diversos destinatarios: uno
mismo, el grupo clase, la familia, otros niños o adultos desconocidos.
Desplegar diferentes acciones frente a los textos: escuchar leer, leer por sí
mismos, releer, dictar, escribir lo mejor que puedan, copiar, planificar un
texto a producir, revisar un escrito, reescribir. Es muy importante saber planificar
el tiempo didáctico bajo diversas modalidades organizativas: proyectos,
actividades permanentes y situaciones independientes. Esta modalidad de trabajo
se puede iniciar desde el Jardín de Infantes, es más desde el maternal[J1] .[1] Desde luego podemos
trabajar así en primaria y en el nivel medio.
Es en
el marco de esta continuidad didáctica, aúlica e institucional, donde los
alumnos van a poder encontrar las mejores condiciones para aprender los
contenidos de la lengua, acercándose a ellos por aproximaciones sucesivas en
situaciones de uso y reflexión. Continuidad en la diversidad es un desafío a
construir en el ámbito escolar. Por ello, y como material para el intercambio y
la discusión institucional, caracterizaremos brevemente las diversidades
mencionadas y su continuidad necesaria. Es imprescindible que la escuela organice propuestas de enseñanza
considerando la diversidad textual, en las que los niños tengan oportunidades
de leer y producir textos variados y completos en situaciones equivalentes a
las de uso social. Esta diversidad textual, en muchas de nuestras aulas suele
no estar presente. Muchas veces los textos escolares son los de mayor circulación:
los niños leen manuales y libros de lectura y ejercitan por escrito palabras,
oraciones y redacciones. Es por ello que, teniendo en cuenta la amplia variedad
de textos de uso social y toda la diversidad existente en cada género, podríamos
proponerles, a lo largo de toda la escolaridad, leer y/o escribir, por ejemplo:
-Relatos,
leyendas, poemas, coplas, trabalenguas, adivinanzas, historietas, acertijos,
colmos, piropos, chistes - Noticias, crónicas, artículos de opinión,
reportajes, entrevistas, comentarios de espectáculos, guiones de radio y TV
- Notas de enciclopedia, notas de divulgación
científica, informes de experimentos, biografías, relatos históricos
- Recetas, instructivos de juego e instructivo
para armar y poner en funcionamiento artefactos
- Cartas, solicitudes
En todo acto de lectura y escritura están
presente intenciones u objetivos. No es
lo mismo leer para entretenerse, que leer para seguir instrucciones para hacer
funcionar un lavarropas, que buscar información en un diccionario o
enciclopedia para dilucidar una incógnita significativa Tampoco es lo mismo
escribir para guardar memoria que hacerlo para informar a otros. Esto debe
empezar a practicarse desde la Educación Inicial y seguir hasta finalizar la Educación
Media. En nuestro próximo posteo vamos a
trabajar específicamente con el trabajo de lectura y escritura en el Jardín de
infantes...