Lectura y armado de palabras a partir de un cuento # Rodriguez Ana Julia

Conferencia de Emilia Ferreiro

Hablemos una vez más de alfabetización...

 

¿Qué es lo que hace que las prácticas de lectura y de escritura sean tan complejas dentro de las instituciones escolares?

En primer lugar, es muy importante crear escenarios y esto vale para cualquier práctica educativa. Debemos hacer del aula un espacio alfabetizador, de modo que los niños encuentren insumos para la escritura y la lectura con solo levantar la vista.

Leer y escribir son prácticas sociales, eso significa que difieren de hablar o escuchar, competencias que se obtienen de modo natural.

En efecto, la lectura y la escritura presentan rasgos que dificultan su escolarización ya que son totalidades indisociables, ofrecen resistencia a la programación secuencial.

Históricamente han sido patrimonio de ciertos grupos sociales, esto implica tensión entre democratizar el conocimiento (función explícita) y reproducir el orden social establecido (función implícita).

 Uno de los principales PROBLEMAS es que, lamentablemente los propósitos al leer y escribir en la escuela son distintos a los que se persiguen fuera de ella. La escuela debería esforzarse para que esto no suceda.

La distribución de los contenidos en el tiempo puede llevar a parcelar el objeto de enseñanza.

Por otra parte, la necesidad de controlar el aprendizaje lleva a poner en primer plano los aspectos más accesibles a la evaluación. 

¿Entonces qué debería hacer la escuela?

Una comunidad de lectores que acudan a los textos buscando respuesta para los problemas que necesitan resolver.

Una comunidad de escritores que producen sus propios textos para dar a conocer sus ideas.

Preservar su sentido como prácticas sociales.

 

Vale decir, la lectura y la escritura sean prácticas vivas e instrumentos poderosos que permiten repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento.

Un derecho que es legítimo ejercer y responsabilidades que es necesario asumir.

Ahora bien, ¿es esto posible?

Lo es si como docentes somos capaces de generar condiciones didácticas que permitan una versión escolar de la lectura y escritura más próxima a la versión social de esas prácticas.

Si podemos formular como contenidos de la enseñanza no sólo los saberes lingüísticos sino también los quehaceres del lector y el escritor.

Si nos esforzamos para poder articular los propósitos didácticos con propósitos comunicativos que orientan la lectura y escritura fuera de la escuela. Para lograrlo hay que tener un MARCO TEÓRICO a dónde abrevar para estar seguras y seguros de lo que estamos haciendo. Podemos combinar teorías, somos profesionales, nos está permitido ser eclécticos, claro que para poder serlo hay que conocer de otro modo combinar teorías es imposible.

Todo esto tiene sentido si no trabajo con actividades sueltas, si soy capaz de armar proyectos de lectura y escritura.

¿Por qué?

Porque el Trabajo por proyectos: posibilita una nueva relación entre el tiempo y el saber. No hay parcelación.

Porque el entrecruzamiento de todas las modalidades organizativas permite a los/as estudiantes realizar simultáneamente diferentes aproximaciones a las prácticas.

Asimismo, es fundamental Compartir la función evaluadora: oportunidades de autocontrolar lo que están comprendiendo al leer y generar estrategias para leer cada vez mejor. Delegar provisoriamente la responsabilidad de revisar sus escritos.

 

Nos parece fundamental recordar unas palabras de Delia Lerner:

“Analizar y enfrentar lo real es muy duro, pero resulta imprescindible cuando se ha asumido la decisión de hacer todo lo posible para alcanzar lo necesario: formar a todos los alumnos como practicantes de la cultura escrita”