BERTA Braslavsky
(1913-2008),
renombrada pedagoga de la
Argentina, dueña de un lenguaje claro y opiniones
provocativas, fue por todos considerada como "la maestra de los
maestros". Proveniente de una familia de "gauchos judíos"
-término acuñado por el periodista y escritor Alberto Gerchunoff (1883-1950) en
referencia a los inmigrantes de ese credo que fundaron múltiples colonias
agrícolas en la provincia de Entre Ríos a fines del siglo XIX- se recibió con
medalla de honor en la
Escuela Normal Nº 7 en 1932, y recibió el diploma de honor de
la Universidad
de Buenos Aires en 1946 cuando obtuvo el título de profesora de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y
Letras. En 1936, dada su militancia en la Juventud Comunista,
había sido expulsada del Instituto del Profesorado Secundario mediante la
aplicación de un absurdo decreto que prohibía toda actividad política por parte
de los estudiantes, por lo que se vio obligada a desarrollar por muchos años su
carrera docente por fuera de las instituciones oficiales. Pese al ostracismo, siguió
realizando una intensa actividad intelectual, académica y profesional. En 1948
ingresó al Instituto de Psicobiología del Niño de la Universidad de París,
donde estudió las técnicas más avanzadas de la educación especial y participó
en numerosos debates y análisis en torno a la niñez y adolescencia. Viuda a los
cuarenta años y madre de dos hijas, pudo retomar la actividad docente oficial
recién en 1963, incorporándose como profesora de la Universidad Nacional
de La Plata. Sin
embargo, tras el golpe militar de 1976, tuvo que exiliarse en Venezuela donde
trabajó como asesora en el Ministerio de Educación. Idéntica función cumplió
para los de México y Cuba, y más tarde fue consultora de la UNESCO (Organización de las
Naciones Unidas para la
Educación, la
Ciencia y la
Cultura). Con el retorno de la democracia en 1983, se
reincorporó como profesora en la
Universidad de Buenos Aires. En 2004, la autora de "La
querella de los métodos en la enseñanza de la lectura", "Positivismo
y antipositivismo en la
Argentina", "La educación y el hombre
argentino" y "Maestro más maestro", ingresó a la Academia Nacional
de Educación. Berta Braslavsky -había adoptado el apellido de su esposo-
albergó un fuerte compromiso ético y político con la causa de la educación
pública y mantuvo una intachable coherencia entre su ideología y su conducta a
pesar de las persecuciones ideológicas que sufrió en muchos tramos de su
carrera como docente, convirtiéndose, tras su larga y fructífera vida, en una
referente indiscutible en materia de alfabetización. A sus noventa años de edad
publicó "¿Primeras letras o primeras lecturas? Una introducción a la
alfabetización temprana", un ensayo en el que reflexionó sobre las
dificultades en la comprensión de la lectura, "un fenómeno nuevo que
empieza a preocupar tanto como el analfabetismo", indicando que "la
alfabetización es un proceso que se inicia antes de la escuela. Los niños
comienzan a relacionarse con la lengua escrita casi al mismo tiempo que con la
lengua hablada. El secreto es hacer de la lectura y la escritura un hecho
cotidiano". En ese sentido, aconsejaba "leerles todos los días a los
chicos, pero de manera interactiva, haciéndoles comentarios", y
recomendaba a los padres estimular al chico a que dibuje y escriba, señalando
que se presentan "miles de ocasiones en la vida diaria para que el chico
se acerque a la lectura y a la escritura. Un ejemplo son las recetas de comida
que prepara la mamá en la cocina y las instrucciones de los juegos que muchas
veces reciben como regalo". El periodista Mariano de Vedia logró una
entrevista con la educadora, que fuera publicada por el diario "La Nación" en su edición
del 29 de marzo de 2004, un extracto de la cual se reproduce
El
periodista Mariano de Vedia logró una entrevista con la educadora, que fuera
publicada por el diario "La
Nación" en su edición del 29 de marzo de 2004, un
extracto de la cual se reproduce a continuación.
¿Qué responsabilidad tiene la familia en las dificultades de
los chicos para comprender lo que leen?
Cuando
los padres no adquieren el hábito de leer, hay un ambiente de menor incitación
a la lectura. En cambio, si los padres leen y hay bibliotecas, el niño está
manipulando libros desde el primer año de su vida. El problema no es sólo en
los sectores sociales más postergados. En muchas familias de clase media
también hay problemas, sobre todo por la competencia con los medios
audiovisuales. Toda lectura que los padres hagan con los chicos, estimulándolos
y haciéndoles comentarios, contribuye a afianzar el hábito de lectura. Pero debe
haber una atención racional del tema, porque los padres exigentes que hacen de
este problema un mundo generan otro tipo de problemas.
¿Cómo gravitan esos problemas en el alumno?
Estamos
viendo los resultados de las pruebas de evaluación y en los exámenes a la
universidad: lo más notorio son las dificultades que tienen los jóvenes para
comprender. Siempre nos hemos planteado en el mundo el problema del
analfabetismo, que todavía sigue. Pero ahora hay otro problema: muchos aprenden
a leer, pero no comprenden lo que leen.
¿Qué responsabilidades y herramientas tienen los docentes?
Hay
una responsabilidad muy grande de la docencia, en general. Es un problema de
políticas. Se suele decir que los políticos no tienen que intervenir en la
pedagogía, pero... Los profesores que preparan a los futuros docentes de
primaria son egresados de las carreras de lengua, donde no hay mucho trabajo
sobre el tema de la enseñanza y de la enseñanza de la comprensión.
¿Influyen las corrientes pedagógicas?
En
las últimas décadas se ha puesto mucho el acento en la creatividad. Hasta hace
cinco o diez años el concepto de enseñanza se había transformado casi en un
concepto obsceno: no se podía hablar de enseñar, porque la idea de enseñar era
la de imponer. El maestro era el opresor y el alumno, el oprimido. En nombre de
la libertad del alumno, de dejarle construir su propio mensaje, se puso tanto
el acento en el aprendizaje que se disminuyó la importancia de la enseñanza.
Ahora, afortunadamente se está volviendo sobre esos pasos. Pero todavía, por
desgracia, en algunos casos está presente.
¿Para los maestros es un desafío nuevo encontrarse con chicos
que ya saben leer?
Ese
chico que ya sabe leer, seguramente con limitaciones, puede servirle de ayuda
con los otros. El proceso de enseñanza es un acto de cooperación entre el
maestro y el chico. Es como un andamio, para que el chico construya. El chico
construye, pero no construye solo. Si lo dejamos construir solo, imagínese lo
que le puede ocurrir. Desde que nace, el adulto lo ayuda. El niño habla el
idioma de la madre porque es la madre la que le habló. No habla cualquier
idioma ni viene con un idioma prefijado. Hay que ir acompañándolo y
anticipándose, y después dejarlo solo, darle autonomía.
1 comentario:
Toscano Sabrina - Las Nieves - Alfabetización Inicial
Coincido con ella, es muy importante que los adultos nos ocupemos de que desde muy pequeños los niños estén en contacto con los libros, por lo tanto, tanto los padres como los docentes deben convertirse en buenos mediadores, para que los niños puedan aprender a leer y a "comprender", porque en verdad hay muchas personas que leen pero no comprenden.
Es muy importante que todos tomemos conciencia de la importancia que tiene que los chicos estén en contacto con la literatura, porque es de suma importancia para su futuro, ya que gracias a esta, tendremos gente crítica, no dominada, capaz de estudiar lo que más desee y de esa manera tener infinitas posibilidades de estar posicionados en esta sociedad de una mejor manera.
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