UN POCO DE HISTORIA
Desde que Aristóteles estudió el origen y la función del
teatro en su famosa poética (330
a.C.), el propósito y características de éste han sido debatidos
extensamente. A lo largo de los siglos, el teatro ha sido utilizado; aparte de
como pura expresión artística; como entretenimiento, ritual religioso,
enseñanza moral, persuasión política y hasta para formar opinión. Se mueve
desde la presentación realista de historias hasta el movimiento y el sonido
abstractos. La producción teatral implica el uso de accesorios, decorados,
iluminación, vestuario, maquillaje o máscaras, así como un espacio para la
representación (el escenario) y otro para el público (el auditorio), aunque
ambos puedan coincidir, sobre todo en las producciones que se realizan en la
actualidad. El teatro es, por tanto, una amalgama de arte y arquitectura,
literatura, música y danza, y tecnología.
La
historia del teatro en occidente tiene sus raíces en Atenas, entre los siglos
VI y V A. C. Allí, en un pequeño hoyo de forma cóncava -que los protegió de los
fríos vientos del Monte Parnaso y del calor del sol matinal- los atenienses
celebraban los ritos en honor Dionisio; estas primitivas ceremonias rituales
irían luego evolucionando hacia el teatro, constituyendo uno de los grandes
logros culturales de los griegos. Lo cierto es que este nuevo arte estuvo tan
estrechamente asociado a la civilización griega que cada una de las ciudades y
colonias más importantes contó con un teatro, cuya calidad edilicia era una
señal de la importancia del poblado.
El
teatro griego -o para ser más precisos esa forma de teatro que conocemos como
tragedia- había tenido su origen en el ditirambo, una especie de danza que se
realizaba en honor del dios Dionisos. Si tenemos en cuenta que Dionisos era la
deidad del vino y la fertilidad, no debe sorprendernos que las danzas dedicadas
a él no fueran moderadas ni que sus cultores estuvieran ebrios. A fines del
siglo VII A. C., las representaciones del ditirambo se habían difundido desde
Sición, en las tierras dóricas del Peloponeso donde se habrían originado, hacia
los alrededores de Corinto, donde ganaron en importancia literaria. Muy pronto,
se habían extendido hasta Tebas y hasta las islas de Paros y Naxos.
Para
todos aquellos que conocen los muy espaciales efectos del sol de Grecia, de su
vino ligeramente resinoso y de ese buen humor espontáneo llamado Kefi, no es
tan difícil comprender que esta primitiva danza adquirió tanta popularidad
entre los bulliciosos festejantes que celebraban los misterios de la liberación
por el vino.
En
nada se parecieron las representaciones teatrales de la Atenas de Pericles a las
espontáneas ceremonias de la fertilidad de dos siglos atrás. Sin embargo, el
teatro tuvo su origen en dichos ritos. Lo atestiguan los mismos vocablos,
"tragedia" y "comedia". La palabra tragedia, del griego
tragos (cabra) y odé (canción), nos retrotrae literalmente a los ditirambos de
los pequeños poblados, en los que sus interpretes vestían pieles de macho
cabrío e imitaban a las "cabriolas" de dichos animales y donde, muy a
menudo, un cabrito era el premio a la mejor representación. Aunque Aristóteles
no concuerde con ello, quedan pocas dudas que la palabra comedia deriva de
Komazein (deambular por los villorrios) lo que sugiere que los interpretes -a
causa de su rudeza y obscenidad- les estaba prohibido actuar en las ciudades.
El público
ateniense estaba formado por espectadores ávidos y pacientes. Solamente hombres
ya que las mujeres no solamente tenían prohibido actuar sino además asistir a
este tipo de espectáculos.
Los
hombres llegaban al teatro en cuanto se asomaba el sol y generalmente veían -
en rápida sucesión- tres obras del mismo autor sobre el mismo argumento mítico.
Luego seguía una cuarta obra, llamada drama de sátiros, en la cual el mismo
mito que acababa de ser interpretado con solemnidad, era ampliamente
ridiculizado. Sin duda, era una reacción saludable después de tanta solemnidad.
El
coro, que fue el elemento más importante del teatro griego, cedió su lugar ante
la creciente popularidad de los actores y, del mismo modo, las crecientes
demandas de entretenimientos espectaculares de naturaleza netamente seglar,
debilitaron la naturaleza puramente sacra de los ritos originales.
Dentro
de los dramaturgos mencionaremos a Esquilo, Sófocles y Eurípides, todos
dedicados cultivar las tragedias. El
comediante por naturaleza era Aristófanes.
El vestuario
de los actores estaba compuesto por una larga túnica, uso zapatos especiales
llamados coturnos y desde luego las máscaras.
¿Qué
es la catarsis?
Catarsis (del griego κάθαρσις kátharsis, purificación) es una
palabra descrita en la definición de tragedia en la Poética de Aristóteles
como purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Mediante la
experiencia de la compasión y el miedo (eleos y phobos), los
espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma de esas pasiones.
Según
Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o
"purificar") al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas
proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo
merecido e inevitable de éstas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo.
Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones
junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De
modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo,
y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su
fatídico final.
No
vamos a desarrollar toda la historia del teatro en este artículo por lo tanto
los remitimos al MÓDULO titulado ARRIBA
EL TELÓN
Hausser, Arnold: “Historia Social de la Literatura y el arte” tomo 1
Santamaría, Ängela G. “El teatro griego” slideshare.net/alumnosdeamparo1/el-teatro-griego-8207167
¿Cuál es el buen teatro para niños?
Una pregunta importante que nos debemos hacer como docentes o como futuros docentes es qué son los buenos espectáculos para los chicos, qué criterios seguir para elegirlos, cómo diferenciarlos de los regulares o mediocres . Todos sabemos que un buen espectáculo es aquel que nos produce admiración y deseo de volver a verlo; todos también sabemos qué sentimos cuando estamos ante un espectáculo pobre o insignificante. Para hacer el trabajo Práctico de un modo exitoso les recomiendo leer con detenimiento el siguiente marco teórico: OBSERVEN EL SUBRAYADO para hacer el trabajo con esos criterios
Teatro vivo, teatro mortal
Peter Brook distingue entre un teatro vivo y un teatro mortal. El primero es el que emociona, hace pensar, divierte, estimula, mueve a la acción al espectador y ensancha su experiencia del arte y del mundo. El teatro mortal, por el contrario, es el que sumerge al espectador en el aburrimiento, en una parálisis emocional e intelectual de su espíritu y que, para colmo, lo obliga a negar esa situación y a atribuirle virtudes. El teatro mortal —dice Brook— es el que nos aburre irremediablemente pero nos han enseñado a respetar porque "eso" es ir al teatro. Pero ¿cómo distinguirlos?
Para responder a este interrogante vamos a seguir a Nora Lía Sormani
“Hablar de espectáculo vivos y espectáculos mortales implica una teoría del gusto y una teoría del valor. Ambas están atravesadas por la subjetividad (las normas de gusto y de valor que impone cada individuo) y la por intersubjetividad (las normas establecidas colectivamente por la cultura, la historia, la política).
1. No
hay espectáculo que no tenga algo bueno, por lo tanto, de entrada, hay que
relativizar la rotundez de las delimitaciones. Porque los espectáculos son objetos
complejos y múltiples, que tratan permanentemente con la incertidumbre. Como
afirma Graciela Montes pero refiriéndose a la literatura. "La literatura
—el arte en general— ha estado siempre del lado de la diversidad. Ha cumplido
su papel en la exploración de los bordes del enigma, construyendo pequeños
universos de sentido. No explicaciones: universos, o más sencillamente, juegos.
Frente a lo incomprensible, pero denso y deseable en su presencia —"lo
otro", el bosque, los enigmas—, el arte no se ocupó de señalar certezas
sino que más bien jugó con la incertidumbre. Esta ha sido su tarea, la
continuación del juego. La literatura para niños también ha desempeñado ese
papel, siempre que se atuvo a las reglas del arte".
2. No
hay nada tan útil para descubrir qué es un gran espectáculo como asistir a
espectáculos mediocres. En ellos palpamos la ausencia de lo que convierte al teatro
en un acontecimiento y, en consecuencia, también espectar espectáculos malos
nos hace más sabios.
Seleccionar, una necesidadPero, hechas estas salvedades, reconozcamos por qué debemos privilegiar los buenos espectáculos, por qué no podemos soslayar los criterios de selección, ni tampoco podemos delegarlos ni en las máquinas, ni en las instituciones, ni en los partidos, sino que dependen estrechamente de nuestra opinión y experiencia como espectadores:
1. Porque
son tantos, tan intensos y atrapantes que es una pena perdérselos.
2. Porque
no tenemos todo el tiempo del mundo y es justo aprovecharlo.
3. Porque
generalmente nos vemos obligados a recomendar y a poner en contacto a los niños
con el teatro, y una obra mediocre puede ser la causa de un futuro adulto no
espectador.
4. (refiriéndose a la literatura y yo lo hago
extensivo al teatro), afirma que los buenos libros ayudan a construir la
subjetividad. Parafraseando sus ideas, yo digo que el teatro puede ser un atajo
privilegiado para elaborar o mantener un espacio propio, íntimo, privado, para
dar sentido a la experiencia de alguien, para darle las palabras a sus
esperanzas y a sus deseos. El teatro —siguiendo a Petit— puede ser también
"un auxiliar decisivo para repararse y encontrar la fuerza necesaria para
salir de algo; y finalmente, otro elemento fundamental, el teatro es una
apertura hacia el otro, puede ser el soporte para los intercambios". (2)
Bases epistemológicasOfreceremos a continuación aquellos criterios que seguimos personalmente a la hora de definir un buen espectáculo. Dichos criterios dependen de dos principios epistemológicos (el análisis del conocimiento científico, la conciencia del sujeto que conoce de cómo conoce):
1. Desplazar
los caprichos del gusto y la circunstancia por el pensamiento crítico, es decir,
cada afirmación debe ser acompañada por la correspondiente argumentación.
2. El
reconocimiento debe adecuarse al reconocimiento de los territorios de cada
poética y no pedirle a una poética lo que corresponde a otra.( …)No valorar un
espectáculo de títeres para chiquitos como si fuera una obra de SHAKESPEARE destinada
a otro público y con otra poética.
Nuestros criterios de valoración de los libros son los siguientes:
1. Criterio
técnico: un buen espectáculo debe estar técnicamente bien realizado,
la técnica depende de la poética de que se trate. Cada género discursivo impone
las reglas de su técnica, e incluso los espectáculos más bizarros o que
trabajan con cruces acaban elaborando una técnica específica. Para ello hay que
preguntarle al espectáculo cómo está compuesto en sus diferentes niveles:
fonológico, léxico, morfológico, sintáctico, tematológico y semántico. Es
decir, preguntarle al texto por sus sonidos, sus palabras, sus procedimientos
formales, sus estructuras profundas (sintaxis, estructura narrativa abstracta
que se diseña a partir de seis grandes universales: sujeto, objeto, ayudante,
etc.), sus inscripciones temáticas, su sentido, etc.
2. El
segundo criterio es el del acuerdo entre el proyecto creador y el espectáculo
resultante: muchas veces un espectáculo puede
estar animado por objetivos dignos de aplauso, procesos de creación
fascinantes, ideas, y materiales compositivos de primer orden y, sin embargo,
el resultado es decepcionante. Una metáfora culinaria tal vez ayude a
comprender este segundo criterio: la del souflé, que hemos preparado con los
mejores materiales, todo el cariño y de acuerdo con la receta infalible, y sin
embargo, no levó.
3. El
criterio ideológico: el buen teatro es el que hace bien, el
malo, es el que hace mal. Hace mal por ejemplo, aquel teatro que estupidiza a
los chicos, aquel que los vuelve grises ovejas del rebaño, aquel que disfraza
trivialidad como sabiduría, aquel que infunde autoritarismo, aquel que inculca
intolerancia y racismo, aquel que no respeta los derechos humanos, aquel que se
burla del más débil, aquel que enseña el solipsismo, el arribismo o la
corrupción, aquel que se aleja de las bases del humanismo, aquel que no
colabora con la formación de seres humanos más nobles y sensibles. El mal
teatro para los chicos es aquel que hace mal porque contribuye a afianzar un
mundo del que los hombres deberían avergonzarse. Tenemos derecho a tomar posiciones
ideológicas frente al teatro que trabaja a favor de la guerra o del
fundamentalismo o del mero comercio, de la injusticia o la desigualdad.
4. El
criterio de la relevancia: otra cosa imperdonable al teatro
es que sea aburrido, que invite al sopor antes que a la emoción, a la pasividad
antes que al dinamismo, a la sensación de vacío y a la estupidez, al olvido
antes que al reencuentro. Bruno Bettelheim y Karen Zelan en el libro Aprender
a leer dedican todo un capítulo al tema del peligro del aburrimiento en los
libros para chicos analizando detalladamente los textos de los libros de
lectura. El capítulo se titula "Textos vacíos; niños aburridos" y
consideran que este aspecto es determinante para espantar a los niños de la
lectura.
5. Un
criterio propio y específico del teatro infantil es el de la adecuación a la
competencia del espectador. Aspecto que atañe tanto al
aspecto técnico (qué capacidad tiene un niño de decodificar y comprender un
espectáculo) y que atañe también al campo de los intereses propios de cada
etapa de la infancia. Por ejemplo, Animales, de Pablo Vergne. Se trata
de que los espectáculos puedan enseñar a ser espectador acogiendo a los niños
en su estadio actual y motivándolos a avanzar en la complejidad y riqueza de
los espectáculos.
En
consecuencia, sostenemos que un espectáculo lo es por la confluencia, la
aportación conjunta de su técnica, su adecuación entre el proyecto creador y
resultado, su ideología y su relevancia. Ninguno de estos criterios funciona
autónomamente: conocemos espectáculos de técnica impecable y sin embargo,
repudiables ideológicamente, sabemos de espectáculos de ideología intachable y
bienintencionada pero mediocres por su técnica, su resultado y su falta de
relevancia. La selección, una práctica intransferible
Pensar en criterios de selección es una tarea indispensable, con la que lidiamos día a día, ya sea para nuestros propios hábitos de espectadores, o como mediadores entre los niños y las obras. No podemos delegar esta tarea, no por desconfianza, sino porque la selección requiere de nuestro ejercicio de argumentación crítica. La selección es una práctica por necesidad y es intransferible. Si seleccionamos espectáculos para los chicos es para orientarlos en el camino de elaboración de sus propios criterios de selección. Ya llegará el día en que podremos confrontar con ellos nuestras respectivas argumentaciones críticas, nuestras respectivas elecciones.
Notas
(1) Graciela Montes, "El bosque y el lobo. Construyendo sentido en tiempos de industria cultural y globalización forzada". En Memorias. El Nuevo Mundo para un nuevo mundo, Actas 27° Congreso IBBY, Cartagena de Indias, septiembre de 2000. Véase también, de la misma autora, La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético (México, Fondo de Cultura Económica, 1999).
(2) Libros más importantes de Michèle Petit: Lecturas: del espacio íntimo al espacio público (México, Fondo de Cultura Económica, 2000) y Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura (México: Fondo de Cultura Económica, 1999).
(3) Bruno Bettelheim y Karen Zelan. Aprender a leer (Barcelona, Crítica, 1983).
Nora Lía Sormani (norayjorge@fibertel.com.ar) nació en Buenos Aires en 1965. Es Licenciada en Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Se especializa en estudios sobre teatro, literatura y cultura para niños y jóvenes. Recibió el Premio Pregonero de la Fundación El Libro 1994-1995 por su labor en periodismo gráfico sobre literatura infantil. Integra el Consejo de Redacción de la revista La Mancha. Papeles de Literatura Infantil y Juvenil y es coconductora del Programa País Cultura (Radio Nacional, AM870). Actualmente realiza una investigación sobre la literatura infantil en el Río de la Plata, coordinada por la escritora Graciela Montes. Es reseñadora permanente de libros para chicos y jóvenes en el Suplemento "Cultura" del diario La Nación. Es autora de la compilación ¿Sólo los chicos? Cuentos argentinos de todos los tiempos (Buenos Aires, Ediciones Desde La Gente, 2002).
Fuente IMAGINARIA 2004
4 comentarios:
Candela Raffaelli
Literatura en el nivel inicial, Martes.
Considero de suma importancia el hecho de poder iniciar a los niños como espectadores, que puedan gozar de otro tipo de literatura, la literatura que se actúa, se expresa, se comunica, que nos emociona, nos hace sentir identificados, contenidos...
Por otro lado, creo que como docentes tenemos que tener muy presente y claro que tipo de obra teatral le vamos a acercar a los chicos porque como bien dice el texto "generalmente nos vemos obligados a recomendar y a poner en contacto a los niños con el teatro, y una obra mediocre puede ser la causa de un futuro adulto no espectador". Ser conscientes de lo que podemos causar en los pequeños. Recordar que puede llegar a ser la primera vez en sus vidas que tengan contacto con el teatro, por ende, explicarles qué es lo que van a ver, y como se van a comportar, por ejemplo, en el sentido de que no teman cuando se apaguen las luces porque eso también forma parte del espectáculo.
Creo también que el teatro debe ser PARA los chicos y no DE chicos y que el docente tiene que tener muy presentes los criterios de selección porque no son para nada irrelevantes, además de que debe tomarse el atrevimiento de ver la obra antes de llevar a sus alumnos.
Karen Ziegler (Literatura en el nivel inicial, Martes turno mañana)
Creo que si existe la oportunidad que traerles a los niños una experiencia tan maravillosa como lo es disfrutar como espectador de una buena obra de teatro, hay que aprovecharla al máximo. Y si la oportunidad no se presenta, tratar de todos modos de crearla.
Algo que quiero remarcar, es la importancia del Docente a la hora de seleccionar la obra, esta selección es de suma importancia, ya que si a los chicos les aburre la obra y nos les gusta o no la entienden, podemos generar en ellos a una temprana edad un rechazo por este tipo de arte expresivo que es el teatro y este seria un grave error.
El teatro es una rama de la Literatura y por ello cuenta con una gran gama de experiencias de aprendizajes para los niños: permite el desarrollo de la imaginación, provoca diferentes emociones, permite la creatividad, etc.
Los niños deben contar con la posibilidad de presenciar obras teatrales de calidad. Y el docente, sin duda, debe ser el encargado de seleccionar una obra adecuada para ellos. Los niños no pueden irse del teatro de la misma forma en la que entraron, la obra debió causarles algo, de lo contrario simplemente fue una pérdida de tiempo, fue algo mediocre y sin sentido alguno.
A su vez una obra teatral es un espectáculo pensado, escrito y preparado para los niños y NO debe ser llevado a cabo con los mismos. Los niños deben ser los espectadores y los adultos los encargados de representar la obra.
Agustina Regini
Literatura en el nivel inicial (Martes) Turno Mañana.
Como primer punto, si se tiene en cuenta que el teatro es un sub-grupo de la literatura me parece fundamental que los niños puedan experimentar de qué se trata este sub-grupo. Ya que como docentes nuestra mayo responsabilidad es propiciarles esta "Gran Ocasión" de relacionarse con la literatura en todos sus aspectos.
Asimismo,es muy importante que se tenga conocimiento de la obra a la que se llevará a los niños, ya que como la frase bien lo describe "una obra mediocre puede ser la causa de un futuro adulto no espectador". Por ello, nosotros como docentes debemos considerar cual es la obra acorde al grupo con el que estemos trabajando, ya que si logramos una experiencia placentera, posiblemente estos niños despierten su interés por esta "rama" de la literatura.
Para finalizar, simplemente quiero concordar con lo mencionado clase tras clase, donde se recuerda que "el teatro para niños no debe estar conformado por niños", ya que esto no genera placer. Mas bien son simples pretensiones de los adultos que quieren ver a sus niños en escena.
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