En el baño de mujeres del Pabellón Francia, en la Universidad Nacional de Córdoba había un graffiti que rezaba: “Si Evita viviera sería montonera” y debajo, con otra letra y otra tinta alguien había agregado: “Y? Si mi abuelita viviese sería hippie” Debo confesar que esa leyenda me marcó profundamente[1] y que además me resultaba divertida, claro que por aquel entonces no podía sospechar el desenlace, la orden aún no había sido dada y mi generación disfrutaba de las mesas de café soñando con cambios profundos, debatiéndose entre las margaritas y el fusil.
Nací en 1954, en una familia anti peronista, creo que me quedo corta, y les aseguro que no es fácil escribir esto, mi padre era, Teniente de Corbeta, por aquel entonces y de hecho, había participado en 1955 en la llamada “Revolución Libertadora”, bueno después de todo uno no elige a sus padres y supongo que él nunca estuvo demasiado orgulloso de una hija que había decidido seguir la carrera de Letras. Me permito hacer estos comentarios autobiográficos para que los lectores puedan medir el grado de anti peronismo de mi familia de origen. Como ustedes pueden inferir, nunca fue mi estilo obedecer a los mandatos familiares. Si bien con ese origen era imposible ser peronista, mi idea más firme era al menos no ser anti peronista. Tarea para nada sencilla en este país…y en el seno de una familia ferozmente anti peronista.
Perón no fue socialista y mucho menos adscribió al marxismo, cuando digo marxismo me refiero a un marxismo abierto y creativo, no al dogmático y sectario, no al marxismo de Stalin, por eso cuando muchos de mis compañeros canturreaban en las marchas por la interminable Avenida Colón, “Perón, Evita, la Patria Socialista” yo no terminaba de entenderlo. Después de todo era tan difícil imaginarme a un Perón socialista como a mi propio padre fumando marihuana. De todos modos el peronismo, desde su postura nacionalista contribuyó a desatar las fuerzas sociales a la búsqueda de un cambio increíble. Recuerdo que por aquel entonces no me cansaba de ver una y otra vez “La hora de los hornos” en la moviola de la Facultad de Cine, en la Escuela de Artes que estaba justo enfrente de un lugar al que llamábamos cariñosamente las brujas.
El programa de Perón no fue socialista pero sería necio negar que las reformas económico sociales iniciadas desde su gestión en la Secretaría de Trabajo y Previsión no fueron avances increíbles para su época. Sin duda el origen de este movimiento fue popular y llegó al gobierno democráticamente pero cuando uno tiene entre manos alguno de estos libros de lectura, he conseguido uno de 1953, para tercer grado, de Editorial Kapelusz, que merece ser analizado desde el título: “Patria justa” de Luisa García, empieza a hacerse un montón de replanteos. Antes de adentrarnos en el análisis del texto mencionado, parece indispensable trabajar algunas cuestiones contextuales y ocuparnos, aunque sea someramente de otro texto peronista: “La razón de mi vida”
Es importante señalar que, el periodo histórico del primer peronismo confluye con el despliegue de los medios masivos que propicia la construcción de imágenes lingüísticas. Perón utilizó todos los canales que le permitiesen explicar su propuesta ideológica. Estableció relaciones estrechas entre el Estado y la sociedad pero a diferencia del fascismo y del modelo stalinista, partió desde la propia sociedad, apeló a las acciones barriales (unidades básicas), escuelas sindicales, la fundación Eva Perón, etc, etc
Un capítulo aparte, merece la adopción del libro “La razón de mi vida” como texto docente.
Beatriz Sarlo afirmará (casi medio siglo después)que , Eva se concibe como excepcional al escribir su autobiografía para “explicarse” y en parte para responder a lo que según ésta, dicen sus “supercríticos”:
‘una mujer superficial, escasa de preparación, vulgar, ajena a los intereses de mi patria, extraña a los dolores de mi pueblo, indiferente a la justicia social y sin nada serio en la cabeza, me hice de pronto fanática en la lucha por la causa del pueblo y que haciendo mía esa causa me decidí a vivir una vida de incomprensible sacrificio’ [2]
Este fragmento citado es inicialmente atribuido a un enunciador colectivo, aparece como una cita adjudicada a los vagamente definidos “supercríticos”. Sin embargo, inmediatamente, se asoma la voz de la propia Eva, en parte, por las marcas de la primera persona gramatical. De esta manera, se mezclan las voces de dos enunciadores. El fragmento se acerca más a la opinión de Eva sobre sí misma, según va avanzando y las características adquieren dentro de la lógica del texto un valor positivo, que es puesto en duda por ese enunciador colectivo inicial, escéptico ante la bondad representada por ella. La autobiografía es entonces su manera de hacer compresible “la excepcionalidad” o la rareza que envuelve su figura. En efecto, Eva desafía y excede el estereotipo del rol de primera dama que asumió, tanto por su origen social, como por su activa participación en la política, llegando a ser la primera mujer postulada a la vicepresidencia de la nación.[3] Lo incuestionable de este fragmento es que la autora se representa como generadora de opinión pública, ella misma como un fenómeno del que se habla, quedando implícito que estos comentarios surgen debido a la importancia que tiene su persona a nivel social y, por supuesto, político. Escribe para dar a conocer y propagar la doctrina. Este fragmento de lo que es un texto propagandístico peronista sintetiza el germen del mito generado alrededor de su persona. También se señala claramente, de hecho, se presenta como cita, el mito antiperonista. Eva alude a los componentes del mito demonizador, para combatirlo y contraponerle el mito de la santa inmolada, con el se busca ganar adeptos.
Eva Perón exhibe su imagen y su discurso desde el balcón de la Casa Rosada al “pueblo” que se reúne en la Plaza de Mayo, convertida en el espacio formal y principal de la repetición propia de un ritual, en este caso político. La celebración de cada 17 de octubre consagra la Plaza como el lugar de la propaganda más privilegiado y proyectado por las imágenes y los discursos del peronismo. Como se cuenta a menudo, a ésta acuden los simpatizantes de Perón el famoso 17 de octubre de 1945, para pedir su excarcelación y regreso.[4] Plotkin hace una descripción exhaustiva, en la que explica la conformación del 1 de mayo, día internacional del trabajo, y del 17 de octubre, “día de la lealtad peronista”, como los días más ritualizados, dentro del calendario oficial durante el peronismo y remarca la incorporación evolutiva de Eva junto a Perón, como figuras principales de los actos. La importancia de Evita en la ceremonia del “día de la lealtad” continúa después de su muerte, de manera que el 18 de octubre, llamado “día de San Perón”, es rebautizado “Santa Evita”(Plotkin ). La Plaza de Mayo pasa a ser el lugar paradigmático del encuentro entre “el pueblo”, Evita “la intermediaria” y el máximo líder peronista. Este espacio sirve a Perón no precisamente para celebrar fiestas patrias que contrarresten las tendencias extranjerizantes como se había hecho a finales del siglo XIX bajo el gobierno de Juárez Celman (Bertoni), sino para exhibir su fuerza política a través del simbolismo ceremonial y el impacto de la concurrencia masiva. Se busca contrarrestar a la muy heterogénea coalición opositora, que curiosamente, en el discurso peronista es identificada con lo extranjero. La célebre fórmula “Braden o Perón”, es decir, el embajador estadounidense o el representante de los argentinos, condensa esta dicotomía. Esta “extranjería” adjudicada a los antiperonistas, naturalmente metafórica, pues se trata de los opositores también argentinos, se vincula al esfuerzo del gobierno peronista por legitimarse y lograr así una versión nacional hegemónica.
De esta maquinaria propagandística en la que el peronismo se proyecta como movimiento poderoso y redentor, emerge significativamente la figura de Eva, quien fortalecía esa imagen carismática de Perón en su gestión de contacto directo con “el pueblo”. Eva Perón lidera el proyecto de creación de una cultura peronista, independientemente del éxito que según uno y otros autores pueda haber tenido.[5] La propaganda peronista apunta a que Perón es único e irrepetible. Después de él la máxima aspiración del peronista es ser como Perón quiere que se sea. Eva se constituye inmediatamente como el mejor ejemplo del buen peronista, la esencia corporeizada de ese ser peronista, al que “el pueblo” debe aspirar. No se puede ser como Perón, pero hay que ser como Eva, en cuanto a su lealtad hacia el General, parece ser el mensaje difundido.
El texto escolar que vamos analizar se ubica después de la muerte de la Jefa espiritual del Partido, esto es importante señalarlo porque aparentemente este hecho lo ubica en un lugar de refuerzo de la figura de Eva. Para probarlo vamos a analizar la lectura “Eva Perón, abanderada de los humildes” (op. Cit. p.11)[6] Se la llama “el sol de los pobres”. A la izquierda podemos observar una imagen de Eva radiante, rodeada de rosas. El texto de ocupa de mitificarla: “Dios tocó su corazón para que en la tierra el dolor fuera menos”, “Es inmortal” Es evidente el lenguaje hiperbólico que se ocupa de exaltar su figura. Aparece la idea de sacrificio: “Trabajaba hasta el amanecer”, “luchó sin descanso” “quemando su vida para forjar la Nueva Argentina”. Se la denomina: “madre de los humildes y necesitados”. En otra lectura (17) dice “Supo de la gloria pero no quizo más laurel que el amor de su pueblo” y se reitera la idea de sacrificio: “Todo lo dejó por el pueblo querido” “…dispuso que todos sus bienes se emplearan en el bien del pueblo”. Una vez más aparece la idea de santidad: “el recuerdo de su alma luminosa”. Es interesante examinar el paratexto, esta vez ubicado hacia la derecha: puede observarse un dibujo en donde Eva recibe a los humildes con un gesto de beatitud y un corazón de flores que emula una corana de santidad. En la página 27, “La escuela linda” menciona las fotografías del General Perón y “su esposa, la Jefa Espiritual de la Nacón” más adelante en la misma lectura menciona que el retrato de “Evita, como la llamamos todos” siempre tiene “flores recién cortadas “ por los “niños que la aman”. En la página siguiente se pueden ver dos manos, posiblemente las de Eva, que desparraman una guirnalda de rosas. Se aprecia la entrada a la Ciudad Infantil y pueden leerse unas palabras de la propia Eva, bajo el título “Dijo Eva Perón”. La próxima página está dedicada a “Una obra de amor: La Fundación Eva Perón” Una vez más aparece su imagen de bienhechora: “Eva tuvo sed de justicia” y su espíritu de sacrificio: “entregó su vida” Y como siempre su aspecto de santidad: “inspirada en las enseñanzas de Cristo” Páginas más adelante hay una lectura dedicada al “Día de la lealtad” y a continuación (p. 153) la lectura se titula “La razón de mi vida” explica el contenido del libro autobiográfico de la Jefa Espiritual del Partido y menciona una vez más (cómo dejar de hacerlo!!!!!) el espíritu de sacrificio ”Este libro es la historia de sus luchas por la felicidad de los descamisados, de sus mujeres necesitadas, de sus niños sin amparo” Resulta muy significativo el uso del posesivo. El paratexto, representa a una Eva rodeada de niños que recuerda a las imágenes de Jesús en esa parte que dice “Deja que los niños vengan a mí”.
Resultan muy interesantes las ilustraciones, llamó particularmente mi atención una cuyo título es “Los inmigrantes” (p. 183) se ven dos jóvenes rubios mirando hacia delante con los brazos extendidos, una imagen que me recordó las películas de un director de cine soviético cuando preparaba filmes para la publicidad de su partido en épocas de Stalin.
En el libro hay un total de ciento ocho lecturas, en el noventa por ciento de ellas se habla de temas relacionados con el partido y sus ideas: Patria justa, Mi padre es albañil, La casa del obrero, La riqueza de un pueblo libre, Paz, trabajo y justicia, Los derechos del trabajador, Las dos nuevas provincias, El día de la Lealtad popular, El camino de la dignidad Justicialista, Los inmigrantes, Hierro argentino, Veraneo para todos, Habla el niño de la Nueva Argentina. Especial lugar ocupan las dedicadas a Eva Perón: a las que les hemos dedicado especial atención. El resto de las lecturas se reparten entre El Himno Nacional, San Martín, Sarmiento, Rivadavia, (que después de todo eran sus héroes paradigmáticos) El Congreso de Tucumán, Nuestras Malvinas, y algunas poesía y diálogos. El libro se inicia con una cita del General Perón.
Huelga decir que en este texto, como en tantos otros de la época se ha exacerbado la propaganda política del partido, es evidente esta suerte de “culto carismático” que desde luego no alcanzó los niveles de penetración de sistemas autoritarios conservadores como por ejemplo el de Franco en España, tuve oportunidad de ver libros de la época franquista que hacen que “Patria Justa” se vea ingenuo e inocente, aunque es claro y evidente el conjunto de elementos que hace a la propaganda de su doctrina.
[1] Es inevitable utiliza la primera persona del singular para enunciar este relato
[2] La negrita la uso para subrayar cuestiones lingüísticamente significativas
[3] Marysa Navarro critica la historiografía que deja implícito que la figura de Evita tuvo antecedentes, sin explicar el por qué de su inserción en la política en “Evita”, Nueva Historia Argentina, VIII (Buenos Aires: Sudamericana, 2002)
[4] ¿Por qué a Plaza de Mayo? –se pregunta José Pablo Feinmann– Tampoco es un misterio: porque en la medida en los obreros llegaban al centro, ocupaban una ciudad que no les pertenecía. Ir a Plaza de Mayo fue una consigna revolucionaria porque un obrero nunca iba allí, al lugar donde se decidía: al lugar del patrón, pues también el derecho a decidir –y éste más que ninguno era patrimonio de los poseedores. Ir a Plaza de Mayo, entonces, cruzar puentes y llegar al centro, era entrar en casa del patrón. Entrada que por más pacífica que fuera, era ya un acto de agresiva irrespetuosidad: quizá un acto subversivo .
[5] Plotkin la llama “sub-cultura política”, enfatizando lo que para él fue un producto poco exitoso en cuanto a la creación de una cultura alternativa a la preexistente (62).
[6] Ver anexo
Nací en 1954, en una familia anti peronista, creo que me quedo corta, y les aseguro que no es fácil escribir esto, mi padre era, Teniente de Corbeta, por aquel entonces y de hecho, había participado en 1955 en la llamada “Revolución Libertadora”, bueno después de todo uno no elige a sus padres y supongo que él nunca estuvo demasiado orgulloso de una hija que había decidido seguir la carrera de Letras. Me permito hacer estos comentarios autobiográficos para que los lectores puedan medir el grado de anti peronismo de mi familia de origen. Como ustedes pueden inferir, nunca fue mi estilo obedecer a los mandatos familiares. Si bien con ese origen era imposible ser peronista, mi idea más firme era al menos no ser anti peronista. Tarea para nada sencilla en este país…y en el seno de una familia ferozmente anti peronista.
Perón no fue socialista y mucho menos adscribió al marxismo, cuando digo marxismo me refiero a un marxismo abierto y creativo, no al dogmático y sectario, no al marxismo de Stalin, por eso cuando muchos de mis compañeros canturreaban en las marchas por la interminable Avenida Colón, “Perón, Evita, la Patria Socialista” yo no terminaba de entenderlo. Después de todo era tan difícil imaginarme a un Perón socialista como a mi propio padre fumando marihuana. De todos modos el peronismo, desde su postura nacionalista contribuyó a desatar las fuerzas sociales a la búsqueda de un cambio increíble. Recuerdo que por aquel entonces no me cansaba de ver una y otra vez “La hora de los hornos” en la moviola de la Facultad de Cine, en la Escuela de Artes que estaba justo enfrente de un lugar al que llamábamos cariñosamente las brujas.
El programa de Perón no fue socialista pero sería necio negar que las reformas económico sociales iniciadas desde su gestión en la Secretaría de Trabajo y Previsión no fueron avances increíbles para su época. Sin duda el origen de este movimiento fue popular y llegó al gobierno democráticamente pero cuando uno tiene entre manos alguno de estos libros de lectura, he conseguido uno de 1953, para tercer grado, de Editorial Kapelusz, que merece ser analizado desde el título: “Patria justa” de Luisa García, empieza a hacerse un montón de replanteos. Antes de adentrarnos en el análisis del texto mencionado, parece indispensable trabajar algunas cuestiones contextuales y ocuparnos, aunque sea someramente de otro texto peronista: “La razón de mi vida”
Es importante señalar que, el periodo histórico del primer peronismo confluye con el despliegue de los medios masivos que propicia la construcción de imágenes lingüísticas. Perón utilizó todos los canales que le permitiesen explicar su propuesta ideológica. Estableció relaciones estrechas entre el Estado y la sociedad pero a diferencia del fascismo y del modelo stalinista, partió desde la propia sociedad, apeló a las acciones barriales (unidades básicas), escuelas sindicales, la fundación Eva Perón, etc, etc
Un capítulo aparte, merece la adopción del libro “La razón de mi vida” como texto docente.
Beatriz Sarlo afirmará (casi medio siglo después)que , Eva se concibe como excepcional al escribir su autobiografía para “explicarse” y en parte para responder a lo que según ésta, dicen sus “supercríticos”:
‘una mujer superficial, escasa de preparación, vulgar, ajena a los intereses de mi patria, extraña a los dolores de mi pueblo, indiferente a la justicia social y sin nada serio en la cabeza, me hice de pronto fanática en la lucha por la causa del pueblo y que haciendo mía esa causa me decidí a vivir una vida de incomprensible sacrificio’ [2]
Este fragmento citado es inicialmente atribuido a un enunciador colectivo, aparece como una cita adjudicada a los vagamente definidos “supercríticos”. Sin embargo, inmediatamente, se asoma la voz de la propia Eva, en parte, por las marcas de la primera persona gramatical. De esta manera, se mezclan las voces de dos enunciadores. El fragmento se acerca más a la opinión de Eva sobre sí misma, según va avanzando y las características adquieren dentro de la lógica del texto un valor positivo, que es puesto en duda por ese enunciador colectivo inicial, escéptico ante la bondad representada por ella. La autobiografía es entonces su manera de hacer compresible “la excepcionalidad” o la rareza que envuelve su figura. En efecto, Eva desafía y excede el estereotipo del rol de primera dama que asumió, tanto por su origen social, como por su activa participación en la política, llegando a ser la primera mujer postulada a la vicepresidencia de la nación.[3] Lo incuestionable de este fragmento es que la autora se representa como generadora de opinión pública, ella misma como un fenómeno del que se habla, quedando implícito que estos comentarios surgen debido a la importancia que tiene su persona a nivel social y, por supuesto, político. Escribe para dar a conocer y propagar la doctrina. Este fragmento de lo que es un texto propagandístico peronista sintetiza el germen del mito generado alrededor de su persona. También se señala claramente, de hecho, se presenta como cita, el mito antiperonista. Eva alude a los componentes del mito demonizador, para combatirlo y contraponerle el mito de la santa inmolada, con el se busca ganar adeptos.
Eva Perón exhibe su imagen y su discurso desde el balcón de la Casa Rosada al “pueblo” que se reúne en la Plaza de Mayo, convertida en el espacio formal y principal de la repetición propia de un ritual, en este caso político. La celebración de cada 17 de octubre consagra la Plaza como el lugar de la propaganda más privilegiado y proyectado por las imágenes y los discursos del peronismo. Como se cuenta a menudo, a ésta acuden los simpatizantes de Perón el famoso 17 de octubre de 1945, para pedir su excarcelación y regreso.[4] Plotkin hace una descripción exhaustiva, en la que explica la conformación del 1 de mayo, día internacional del trabajo, y del 17 de octubre, “día de la lealtad peronista”, como los días más ritualizados, dentro del calendario oficial durante el peronismo y remarca la incorporación evolutiva de Eva junto a Perón, como figuras principales de los actos. La importancia de Evita en la ceremonia del “día de la lealtad” continúa después de su muerte, de manera que el 18 de octubre, llamado “día de San Perón”, es rebautizado “Santa Evita”(Plotkin ). La Plaza de Mayo pasa a ser el lugar paradigmático del encuentro entre “el pueblo”, Evita “la intermediaria” y el máximo líder peronista. Este espacio sirve a Perón no precisamente para celebrar fiestas patrias que contrarresten las tendencias extranjerizantes como se había hecho a finales del siglo XIX bajo el gobierno de Juárez Celman (Bertoni), sino para exhibir su fuerza política a través del simbolismo ceremonial y el impacto de la concurrencia masiva. Se busca contrarrestar a la muy heterogénea coalición opositora, que curiosamente, en el discurso peronista es identificada con lo extranjero. La célebre fórmula “Braden o Perón”, es decir, el embajador estadounidense o el representante de los argentinos, condensa esta dicotomía. Esta “extranjería” adjudicada a los antiperonistas, naturalmente metafórica, pues se trata de los opositores también argentinos, se vincula al esfuerzo del gobierno peronista por legitimarse y lograr así una versión nacional hegemónica.
De esta maquinaria propagandística en la que el peronismo se proyecta como movimiento poderoso y redentor, emerge significativamente la figura de Eva, quien fortalecía esa imagen carismática de Perón en su gestión de contacto directo con “el pueblo”. Eva Perón lidera el proyecto de creación de una cultura peronista, independientemente del éxito que según uno y otros autores pueda haber tenido.[5] La propaganda peronista apunta a que Perón es único e irrepetible. Después de él la máxima aspiración del peronista es ser como Perón quiere que se sea. Eva se constituye inmediatamente como el mejor ejemplo del buen peronista, la esencia corporeizada de ese ser peronista, al que “el pueblo” debe aspirar. No se puede ser como Perón, pero hay que ser como Eva, en cuanto a su lealtad hacia el General, parece ser el mensaje difundido.
El texto escolar que vamos analizar se ubica después de la muerte de la Jefa espiritual del Partido, esto es importante señalarlo porque aparentemente este hecho lo ubica en un lugar de refuerzo de la figura de Eva. Para probarlo vamos a analizar la lectura “Eva Perón, abanderada de los humildes” (op. Cit. p.11)[6] Se la llama “el sol de los pobres”. A la izquierda podemos observar una imagen de Eva radiante, rodeada de rosas. El texto de ocupa de mitificarla: “Dios tocó su corazón para que en la tierra el dolor fuera menos”, “Es inmortal” Es evidente el lenguaje hiperbólico que se ocupa de exaltar su figura. Aparece la idea de sacrificio: “Trabajaba hasta el amanecer”, “luchó sin descanso” “quemando su vida para forjar la Nueva Argentina”. Se la denomina: “madre de los humildes y necesitados”. En otra lectura (17) dice “Supo de la gloria pero no quizo más laurel que el amor de su pueblo” y se reitera la idea de sacrificio: “Todo lo dejó por el pueblo querido” “…dispuso que todos sus bienes se emplearan en el bien del pueblo”. Una vez más aparece la idea de santidad: “el recuerdo de su alma luminosa”. Es interesante examinar el paratexto, esta vez ubicado hacia la derecha: puede observarse un dibujo en donde Eva recibe a los humildes con un gesto de beatitud y un corazón de flores que emula una corana de santidad. En la página 27, “La escuela linda” menciona las fotografías del General Perón y “su esposa, la Jefa Espiritual de la Nacón” más adelante en la misma lectura menciona que el retrato de “Evita, como la llamamos todos” siempre tiene “flores recién cortadas “ por los “niños que la aman”. En la página siguiente se pueden ver dos manos, posiblemente las de Eva, que desparraman una guirnalda de rosas. Se aprecia la entrada a la Ciudad Infantil y pueden leerse unas palabras de la propia Eva, bajo el título “Dijo Eva Perón”. La próxima página está dedicada a “Una obra de amor: La Fundación Eva Perón” Una vez más aparece su imagen de bienhechora: “Eva tuvo sed de justicia” y su espíritu de sacrificio: “entregó su vida” Y como siempre su aspecto de santidad: “inspirada en las enseñanzas de Cristo” Páginas más adelante hay una lectura dedicada al “Día de la lealtad” y a continuación (p. 153) la lectura se titula “La razón de mi vida” explica el contenido del libro autobiográfico de la Jefa Espiritual del Partido y menciona una vez más (cómo dejar de hacerlo!!!!!) el espíritu de sacrificio ”Este libro es la historia de sus luchas por la felicidad de los descamisados, de sus mujeres necesitadas, de sus niños sin amparo” Resulta muy significativo el uso del posesivo. El paratexto, representa a una Eva rodeada de niños que recuerda a las imágenes de Jesús en esa parte que dice “Deja que los niños vengan a mí”.
Resultan muy interesantes las ilustraciones, llamó particularmente mi atención una cuyo título es “Los inmigrantes” (p. 183) se ven dos jóvenes rubios mirando hacia delante con los brazos extendidos, una imagen que me recordó las películas de un director de cine soviético cuando preparaba filmes para la publicidad de su partido en épocas de Stalin.
En el libro hay un total de ciento ocho lecturas, en el noventa por ciento de ellas se habla de temas relacionados con el partido y sus ideas: Patria justa, Mi padre es albañil, La casa del obrero, La riqueza de un pueblo libre, Paz, trabajo y justicia, Los derechos del trabajador, Las dos nuevas provincias, El día de la Lealtad popular, El camino de la dignidad Justicialista, Los inmigrantes, Hierro argentino, Veraneo para todos, Habla el niño de la Nueva Argentina. Especial lugar ocupan las dedicadas a Eva Perón: a las que les hemos dedicado especial atención. El resto de las lecturas se reparten entre El Himno Nacional, San Martín, Sarmiento, Rivadavia, (que después de todo eran sus héroes paradigmáticos) El Congreso de Tucumán, Nuestras Malvinas, y algunas poesía y diálogos. El libro se inicia con una cita del General Perón.
Huelga decir que en este texto, como en tantos otros de la época se ha exacerbado la propaganda política del partido, es evidente esta suerte de “culto carismático” que desde luego no alcanzó los niveles de penetración de sistemas autoritarios conservadores como por ejemplo el de Franco en España, tuve oportunidad de ver libros de la época franquista que hacen que “Patria Justa” se vea ingenuo e inocente, aunque es claro y evidente el conjunto de elementos que hace a la propaganda de su doctrina.
[1] Es inevitable utiliza la primera persona del singular para enunciar este relato
[2] La negrita la uso para subrayar cuestiones lingüísticamente significativas
[3] Marysa Navarro critica la historiografía que deja implícito que la figura de Evita tuvo antecedentes, sin explicar el por qué de su inserción en la política en “Evita”, Nueva Historia Argentina, VIII (Buenos Aires: Sudamericana, 2002)
[4] ¿Por qué a Plaza de Mayo? –se pregunta José Pablo Feinmann– Tampoco es un misterio: porque en la medida en los obreros llegaban al centro, ocupaban una ciudad que no les pertenecía. Ir a Plaza de Mayo fue una consigna revolucionaria porque un obrero nunca iba allí, al lugar donde se decidía: al lugar del patrón, pues también el derecho a decidir –y éste más que ninguno era patrimonio de los poseedores. Ir a Plaza de Mayo, entonces, cruzar puentes y llegar al centro, era entrar en casa del patrón. Entrada que por más pacífica que fuera, era ya un acto de agresiva irrespetuosidad: quizá un acto subversivo .
[5] Plotkin la llama “sub-cultura política”, enfatizando lo que para él fue un producto poco exitoso en cuanto a la creación de una cultura alternativa a la preexistente (62).
[6] Ver anexo
1 comentario:
Todo el comentario es antiperonista pese a las extensisimas consideraciones iniciales para demostrar el "sacrificio" de la autora por tener opinión propia.
Con eufemismos y retórica, no hace otra cosa que atacar elipticamente la obra del peronismo y toma a Evita como blanco principal.
La autora habla de "socialismo" y sería de utilidad que pudiera referirse a algún gobierno que expresara su idealizacion de esa ideología. En definitiva, el peronismo es superador del socialismo, sin sus riesgos, pero obviamente no para su concepción de la democracia.
Un analisis burdo, chabacano, con pretensiones hasta psicológicas, por alguien que pese a afirmar lo contrario, tiene en su sangre la genetica antiperonista de sus ancestros.
Hay un detalle básico en la interpretación frivola de la autora, y que es la ausencia de esfuerzo por identificarse con el sentir del pueblo. Eso, que bien puede homologarse a carencia de espiritu democrático, ha sido una de las tragedias de los historiadores, sociólogos y escritores argentinos, sobre todo los que desde la aceptación de igualdad de valores de las antinomias, han pretendido analizar los movimientos revolucionarios.
La vida, obra, sacrificio y entrega de Evita a la causa del pueblo no es parte de una maquinaria de propaganda. Son sucesos reales, objetivos, verificables, concretos y aún poco conocidos. Resumirlos en una supuesta utilización laudatoria de propaganda, es vil en grado extremo, aunque no sea la intención. Pero eso es un sintoma del gen antiperonista.
El profundo desprecio, manifiesto, reprimido o negado del amor profesado a Eva por el pueblo trabajador de Argentina en su inmensa mayoría, se suele traducir aún en supuestos análisis objetivos o pretendidamente imparciales, como esboza sin lograrlo, el articulo que analizo.
Penoso, seria mi síntesis.
Evita no puede ser analizada por cualquier persona tan ligeramente, y mucho menos, cuando se trata de interpretar - tarea imposible, sin duda - desde una óptica psicológica, sin conocimiento del contexto historico, implicancias sociológicas, y un detalle básico: EL CONCEPTO DE LOS SERES UNICOS.A que me refiero?. Pues a los lideres politicos, religiosos, o sociales de cualquier época, que conmovieron la realidad de su tiempo en forma irrepetible. Y tomar para denostarlos la adoración, elogio o loas de sus seguidores como expresión de manipulación de las masas, seria tan válido, como utilizar las expresiones de los discipulos o allegados a Jesús, para desacreditar su prédica y obra, salvando las distancias que cada uno suponga.
La crítica destructora ha hecho crecer mas la figura de Eva que la baba de la adulación. Y es el vínculo entre su figura irrepetible y la realidad, lo que pocos, entre ellos la autora de este comentario, nunca pueden comprender.
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