El bebé está unido a sus padres por un sistema de comunicación verdaderamente audiofónico; la cavidad bucofaríngea ; en cuanto que produce los formantes indispensables para la comunicación, pronto está bajo el control de la vida mental embrionaria, al mismo tiempo que juega un papel esencial en la expresión de emociones.
A parte de los ruidos específicos provocados por la tos, por las actividades alimenticias y digestivas (que hacen del propio cuerpo una verdadera caverna sonora donde esos ruidos son inquietantes teniendo en cuenta que el interesado no puede determinar su origen) ya desde el nacimiento, el grito es el sonido característico por excelencia de los recién nacidos. El inglés Wolf en estudios que realizara entre 1963/1966 distinguió en el lactante de menos de tres semanas cuatro tipos de gritos, estructural y funcionalmente distintos:
ü el grito de hambre
ü el grito de cólera
ü el grito de dolor de origen externo
ü el grito como respuesta a una frustración
Estos cuatro gritos tienen un desarrollo temporal, una duración de frecuencias y características espectrográficas específicas. El grito de hambre parece ser fundamental; sucede siempre a los otros tres que serían sus variantes. Todos estos gritos son puros reflejos fisiológicos.
Estos gritos inducen a las madres, quienes reesfuerzan por distinguirlos muy pronto, a calmarlos a partir de diferentes inflexiones de voz, o bien cargando al niño; meciéndolo. La voz de la madre es infalible para detener este tipo de gritos. El bebé a las cinco semanas no diferencia el rostro materno de los demás rostros pero identifica la voz de su madre sin dificultad. Y también capta los tonos de las distintas voces. Con esto podeos decir que el oído es el primer sentido que desarrollan los niños y que le permite iniciar un proceso comunicativo.
Entre los tres y seis meses el bebé está en pleno balbuceo. Juega con los sonidos que emite. Al principio los sonidos se emiten de forma involuntaria, porque pasa el aire y simplemente “salen” pero poco a poco el niño se ejercita en producir, diferenciar, fijar dentro de la variada gama de fonemas, y así se va preparando para adquirir su lengua materna. En este punto el niño va a adquirir lo qque el lingüista Martinet ha dado en llamar segunda articulación de la palabra. La articulación del significante con sonidos precisos o combinación de sonidos particulares.
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