La nana es un tipo de canción popular que se ha transmitido oralmente de generación en generación, en la que se pueden encontrar muchas de las primeras palabras que se le dicen al niño pequeño. Se admite comúnmente que la nana es una canción breve con la que se arrulla a los niños, que tiene como finalidad esencial que el destinatario de la misma concilie el sueño; su interpretación se produce, en la mayoría de las ocasiones, cuando el niño no se quiere dormir o cuando tiene dificultades para conciliar el sueño. La unión de voz, canto y movimiento de arrullo o balanceo proporcionan a la nana su singularidad más significativa.
La sencillez comunicativa de la nana, en la que un emisor
(el adulto) transmite un mensaje (directo, breve y conciso) a un destinatario
(el niño) del que no se suele esperar contestación, no es impedimento para que
aparezcan elementos que, literariamente, la enriquecen; sirva como ejemplo que
el emisor se apoya en determinados personajes –que tienen una función
secundaria– para reforzar los contenidos de su mensaje, es decir, para incitar
al niño a que concilie el sueño. De este modo, vemos aparecer multitud de
personajes: bien de tradición religiosa ("La Virgen", "Ángel de
la Guarda", "San Juan", "Santa Ana", "San
Pedro", "San Vicente", "Santa Isabel"), bien animales
("gallina", "gallo", "buey", "burro",
"pájaro"), bien elementos de la naturaleza ("sol",
"luna", "árbol"), bien otros ("mora",
"gitana", "pastora"), además del tradicional y ya mítico
"coco" y otros seres que asustan, a los que nos referiremos más
adelante.
La frecuente presencia de la madre, las citas a la
ausencia del padre, las referencias a diversos quehaceres hogareños (lavar,
planchar, cocinar) y el constante recuerdo del amor que los padres sienten por
su hijo confieren a las nanas un especial tono afectivo, muy familiar, que las
identifica, y que, además, aparece potenciado por la presencia de abundantes diminutivos:
"nanita", "casita", "pajaritos",
"chiquitín", “ojitos”, “guagüita”, etc., por un lado, y de frecuentes
estribillos que, con su ritmo reiterativo y machacón, logran crear esa
sensación de arrullo que, presumiblemente, debe ayudar al niño a dormirse: A la
ro, ro, ro; A la nea, nea; Ea, ea, ea; Arrorró, arrorró; Ea la ea, ea la ea,
son algunos de los más usados en la nana hispánica. Desde el mundo de la
Psicología se ha señalado que la capacidad de respuesta a los estímulos sonoros
que tienen las personas es muy temprana: se habla, incluso, de que existe en el
periodo fetal; quizá, por eso los niños muy pequeños tienen una especial
sensibilidad para captar ritmos, tonos, acentos, pausas o inflexiones de la
voz; en este sentido, no sería descabellado considerar que el movimiento de
arrullo, con los estribillos que lo acompañan, fuera algo que tuviera que ver
con la afectividad que envuelve a la nana en su conjunto. El
tono afectivo a que antes nos hemos referido no es el único en la tradición de
la nana: es también importante el tono derivado de la propia concepción de
estas canciones, es decir, el tono imperativo con que se induce al niño a que
concilie el sueño lo más rápidamente que sea posible. Precisamente, las nanas
en que este tono imperativo es más explícito son las que más vivas se
conservan, tanto en España como en Hispanoamérica. La tradición parece indicar
que estas nanas conllevan una amenaza, pero la verdad es que el tono imperativo
no siempre va acompañado de ella: lo que sí hay es una invitación al sueño, que
la arrulladora, más o menos seriamente, le hace al niño, pero sin necesidad de
que ello comporte siempre un castigo, velado o expreso; al contrario, lo
que sucede, en algunas ocasiones, es que se incentiva la propuesta con el
ofrecimiento de un premio, por muy prosaico que pueda ser:
Si este niño se durmiera,
yo le diera medio real,
para que se comprara
un pedacito de pan.
(Cerrillo, 1992: 110)
yo le diera medio real,
para que se comprara
un pedacito de pan.
(Cerrillo, 1992: 110)
En otros casos, el adulto tranquiliza al niño para que el
temor o, incluso el miedo que, en determinados momentos (la llegada de la
noche, por ejemplo), le afectan, se vean aliviados:
Duérmete, niño de cuna,
duérmete, niño de amor,
que a los pies tienes la luna
y a la cabecera el sol.
(Cerrillo, 1992: 74)
duérmete, niño de amor,
que a los pies tienes la luna
y a la cabecera el sol.
(Cerrillo, 1992: 74)
Se unen, pues, en ocasiones, lo familiar y lo imperativo,
pero ello no nos oculta la existencia explícita de amenaza en otras nanas:
conocida es la tradición del coco, personaje que, curiosamente, no aparece en
muchas nanas españolas, pero cuya existencia popular está muy extendida,
asociada siempre al género de la nana. Decía Lorca que "la fuerza mágica
del coco es, precisamente, su desdibujo. Nunca puede aparecer, aunque ronde las
habitaciones. Y lo delicioso es que sigue desdibujado para todos. Se trata de
una abstracción poética y, por eso, el miedo que produce es un miedo cósmico,
un miedo en el cual los sentidos no pueden poner sus límites salvadores… porque
no tiene explicación posible (…) El miedo que el niño le tenga depende de su
fantasía y puede, incluso, serle simpático." (García Lorca, 1996, III:
118-119)
Las invito a leer algunos fragmentos del texto de la
conferencia brindada por Federico García Lorca sobre las nanas infantiles.
Dicha conferencia fue pronunciada en la Residencia de Estudiantes de Madrid el 13
de diciembre de 1928, y publicada por Christopher Maurer con el título de
“Añada, arrolo, nana, vou veri vou” (1984).
El destacado poeta español interroga en esta conferencia el concepto de las nanas infantiles desde un plano poético. Esta forma elegida para desplegar su reflexión queda de manifiesto en las siguientes palabras del autor:
El destacado poeta español interroga en esta conferencia el concepto de las nanas infantiles desde un plano poético. Esta forma elegida para desplegar su reflexión queda de manifiesto en las siguientes palabras del autor:
“…no pretendo dar en la clave de las
cuestiones que trato. Estoy en un plano poético donde el sí y el no de las
cosas son igualmente verdaderos.”
Desde este singular recorrido, Federico García Lorca resalta el carácter tradicional y popular de las nanas españolas:
“…he procurado recoger canciones de cuna de
todos los sitios de España; quise saber de qué modo dormían a sus hijos las
mujeres de mi país, y al cabo de un tiempo recibí la impresión de que España
usa sus melodías para teñir el primer sueño de sus niños.”
Subraya el hecho de que las nanas europeas tienen por objeto dormir al niño, pero las españolas buscan también herir su sensibilidad, muchas veces desde una “aguda tristeza”. Esta característica se presenta en las diversas regiones de España, encontrándose ejemplos desde Asturias y Castilla, hasta Andalucía y Murcia.
Otro aspecto de fundamental importancia para el estudio de estas composiciones poéticas es la melodía,
“estructurada con sus centros nerviosos y sus
ramitos de sangre”.
Texto, melodía y movimiento se conjugan desde la nana
para provocar el sueño en el niño pequeño.
Pero también expresan también el acervo cultural y el sentir de un pueblo, denunciando las desigualdades y particularidades de la sociedad. Tal como expresa el poeta:
Pero también expresan también el acervo cultural y el sentir de un pueblo, denunciando las desigualdades y particularidades de la sociedad. Tal como expresa el poeta:
“Son las pobres mujeres las que dan a los
hijos este pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas ricas. El
niño rico tiene la nana de la mujer pobre, que le da al mismo tiempo, en su
cándida leche silvestre, la médula del país.”
Las invito como futuras docentes a leer este texto completo y a indagar sobre la vida y el pensamiento de Lorca, que subraya, aspectos esenciales de una de las composiciones poéticas más antiguas de la humanidad, en la que no faltan el “coco” ni las hadas…
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