Atravesamos un contexto complejo, no tengo memoria (y eso que me sobran
años) de nada que nos haya golpeado tanto como esta pandemia, que obligó a cerrar sus puertas en todo el mundo a miles de instituciones
educativas, impactando a cientos de miles de estudiantes. Creo que la verdadera preocupación de la pedagogía debería ser la de dar
respuestas adecuadas desde modelos nuevos, complejos e integradores.
Todos los dispositivos digitales
actuales, sumados a las numerosas aplicaciones que utilizamos a
diario, cambiaron y cambian de manera vertiginosa los modos de producción,
circulación y recepción de información. La pregunta es ¿Todos tienen acceso a las nuevas
tecnologías? Es doloroso saber que en nuestro país sigue habiendo una alta tasa
de analfabetos. Estar alfabetizado significa mucho más que saber leer y
escribir, tiene que ver con comprender, con tener sentido crítico, con evitar
que te laven el cerebro los medios...
La escuela
debería ser un espacio propicio para habilitar diálogos pertinentes
en los que desde los primeros años se les haga tomar conciencia a los niños y
niñas que la educación se trata de un derecho
Hay cuestiones que no debemos soslayar, en la actualidad los jóvenes nacen
inmersos en una cultura que cambia constantemente y requieren nuevas
competencias, por lo tanto los educadores debemos estar atentos a
las nuevas tendencias de educación.
Los alumnos ya no
son lo que eran. Por suerte, muchos de ellos pueden verse como sujetos
operantes, no como objetos pasivos. Por lo tanto, demandan una formación
personalizada que alimente su espíritu emprendedor y su imaginación, orientada
a encontrar su pasión. ¿Es eso posible cuando el presupuesto educativo de la
ciudad más rica del país es el más bajo de la historia? Para pensarlo...
En este contexto, que nos golpeó a todos, los
adultos más que nunca tenemos la obligación de contener a nuestros niños y jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario