“ Para
desarrollar al máximo sus cualidades de alivio, sus significados simbólicos y,
por encima de todo, sus significados interpersonales, es preferible contar un
cuento antes que leerlo. Sí así se hace, el lector debe vincularse
emocionalmente, tanto con la historia como con el niño, sintonizando
empáticamente con lo que la historia puede significar para el pequeño. Narrar
cuentos es mejor que leerlos porque permite una mayor flexibilidad.”
Bethelheim; Bruno, Psicoanálisis de los
cuentos de Hadas
Como muchas veces les he dicho en clase, los
cuentos de hadas suelen plantear, de modo breve y conciso, un problema
existencial. Esto permite al niño atacar los problemas en su forma esencial,
cuando una trama compleja le haga confundir las cosas, el cuento de hadas es
capaz de simplificar cualquier
situación.
En efecto, pensemos que los personajes están muy bien definidos.
Todas las figuras son típicas en vez de ser únicas.
Contrariamente
a lo que sucede en las modernas historias infantiles, en los cuentos de hadas
el mal está omnipresente, al igual que el bien.
Prácticamente en todos estos cuentos, tanto el
bien como el mal toman cuerpo y vida en determinados personajes y en sus acciones,
del mismo modo que están omnipresentes en la vida real.
En la mayoría de los cuentos, el usurpador
consigue, durante algún tiempo, arrebatar el puesto que, legítimamente,
corresponde al héroe, como hacen las perversas hermanas de «Cenicienta». Sin
embargo, el hecho de que el malvado sea castigado al terminar la historia
proporciona un enorme alivio, claro que en los cuentos de hadas como en la vida
real, el castigo, o el temor al castigo, sólo
evita
el crimen de modo relativo. Lo más fuerte es que los pequeños lectores se
sienten muy identificados con el héroe o la heroína de estos cuentos. Un niño pequeño necesita este tipo de
personajes, vale decir, nada de
ambivalencias.
Al
presentar al niño caracteres totalmente opuestos, se le ayuda a comprender más
fácilmente la diferencia entre ambos, cosa que no podría realizar si dichos
personajes representaran fielmente la vida real, con todas las complejidades
que caracterizan a los seres reales. Las ambigüedades no deben plantearse hasta
que no se haya establecido una personalidad relativamente firme sobre la base
de identificaciones positivas. En este momento el niño tiene ya una base que le
permite comprender que existen grandes diferencias entre la gente, y que, por
este mismo motivo, está obligado a elegir qué tipo de persona quiere ser. Además,
las elecciones de un niño se basan más en quién provoca sus simpatías o su
antipatía que en lo que está bien o está mal. Cuanto más simple y honrado es un
personaje, más fácil le resulta al niño identificarse con él y rechazar al
malo. El niño no se identifica con el héroe bueno por su bondad, sino porque la
condición de héroe le atrae profunda y positivamente. Para el niño la pregunta
no es «¿quiero ser bueno?», sino «¿a quién quiero parecerme?». Decide esto al proyectarse
a sí mismo nada menos que en uno de los protagonistas.
CUANDO DE CAPERUCITA ROJA SE TRATA…
Una niña pequeña, encantadora e
«inocente», devorada por un lobo es una imagen que se graba en la mente de
manera indeleble. En «Hansel y Gretel», la bruja planeaba comerse a los niños;
pero en «Caperucita Roja», el lobo engulle realmente a la abuela y a la niña.
Como ocurre con la mayoría de los cuentos de hadas, existen múltiples versiones
de «Caperucita Roja». La más famosa es la de los Hermanos Grimm, en la que la
abuela y Caperucita resucitan y el lobo recibe el castigo que se merece.
Pero
ustedes también tuvieron la oportunidad de leer la versión de Charles Perrault, que fue publicada un siglo antes
que la de los Grimm,
El
relato de Perrault comienza como todas las otras versiones, contando que la
abuela había hecho una caperucita roja para su nieta y por eso se la conocía con
ese nombre. Un día, su madre mandó a Caperucita a llevar comida para la abuela,
que estaba enferma. La niña tenía que atravesar el bosque, donde se encontró
con el lobo. Éste no se atrevió a comérsela entonces porque el bosque estaba
lleno de leñadores, así que preguntó a Caperucita a dónde iba y ella se lo
comenta con lujo de detalles. El lobo llegó a casa de la abuela fingiendo ser
Caperucita y se comió a la anciana. En la historia de Perrault, el lobo no se
disfraza de abuela, sino que simplemente se acuesta en su cama. Cuando llegó
Caperucita, el lobo le pidió que se metiera en la cama con él. Ella se desnudó,
se introdujo en el lecho y, entonces, sorprendida al ver a su abuela sin ropas,
exclamó, «¡abuelita,qué brazos más grandes tienes!» a lo que el lobo respondió,
«¡para abrazarte mejor!». A continuación dijo Caperucita, «¡abuelita, qué
piernas más largas tienes!» y el lobo contestó, «¡para correr mejor!». Este
breve diálogo, que no encontramos en la versión de los Hermanos Grimm, va
seguido de la famosa serie de preguntas acerca de las orejas, los ojos y los
dientes de la abuela, hasta llegar a la última respuesta del lobo, «¡para
comerte mejor!», «y, al pronunciar estas palabras, el lobo malvado se arrojó
sobre Caperucita Roja y se la comió». Muchas versiones terminan al llegar a este
punto, pero la versión original de Perrault continúa con un breve poema en el
que se plantea la moraleja que debe extraerse de la historia: que las muchachas
no deben hacer caso del primero que se les acerque. Si lo hacen, no es de
extrañar que el lobo las atrape y se las coma. En cuanto a los lobos, podemos
encontrarlos de diversas especies: entre ellos, los más amables son los más
peligrosos, especialmente los que siguen a las jovencitas por la calle, incluso
hasta su casa. Perrault pretendía hacer algo más que entretener a los que
leyeran sus relatos, quería enseñarles
una lección moral muy concreta en cada uno de ellos. Por eso es comprensible
que los modificara para conseguir su objetivo. Como ustedes seguramente estarán
pensando esto es una LITERATURA
DIDÁCTICA y por lo tanto los textos de este recopilador francés pierden
atractivo. Está muy claro que el lobo no es un animal de presa sino una
metáfora, y esto no deja apenas nada a la imaginación del oyente. Estas
simplificaciones y una moraleja planteada directamente convierten a este
posible cuento de hadas en un cuento con moraleja que revela hasta el más
mínimo detalle. De esta manera, la imaginación del que escucha la historia no
puede actuar atribuyéndole un significado personal. Aferrado a una
interpretación racionalista del objetivo del cuento, Perrault procura dejarlo todo bien claro. Por ejemplo,
cuando la niña se desnuda y se mete en la cama con el lobo y éste le dice que
sus grandes brazos son para abrazarla mejor, la imaginación no puede añadir
nada más. Podemos pensar que
Caperucita es tonta o bien que quiere que la seduzcan porque, en respuesta a
esta seducción tan evidente y directa, no hace ningún movimiento para escapar
ni para oponerse a ello.
. En
cualquier caso, no es un personaje con el que uno quiera identificarse. Con todos
estos detalles, Caperucita Roja pasa de ser una muchacha ingenua y atractiva, a
la que se convence de que no haga caso de las advertencias de la madre y de que
disfrute con lo que ella cree conscientemente que son juegos inocentes, a ser
poco más que una mujer que ha perdido la honra. Si se detalla el significado
que el cuento tiene para el niño, aquél pierde su valor; y Perrault va aún más
lejos, elabora este significado. Los verdaderos cuentos de hadas tienen
significado a distintos niveles; sólo el niño puede saber cuáles son importantes
para él en un momento dado. Al ir madurando, el niño descubre nuevos aspectos
de estos cuentos populares y esto le confirma la idea de que ha llegado a una
comprensión más madura, puesto que la misma historia le revela ahora mucho más
que antes. Esto sólo puede suceder si no se le dice al niño, de manera
didáctica, lo que se supone que transmite la historia, es decir, sólo cuando el
niño descubre espontánea e intuitivamente los significados de un cuento que hasta
entonces habían permanecido ocultos.
Recordemos
que los Grimm hacen dos versiones distintas de esta historia. Sería bueno traer en este punto un cuento que
ya analizamos Hansel y Gretel, ya que ambas historias tienen cosas en común,
veamos. En
ambos cuentos, la casa del bosque y el hogar paterno son una misma cosa, pero
experimentados de manera muy diferente debido a un cambio en la situación
psicológica. En su propia casa, Caperucita, protegida por sus padres, es la muchacha
sin problemas, que se encuentra en la pubertad y que puede salir fácilmente
adelante. En casa de la abuela, que está enferma, la misma muchacha se ve
indefensa e incapaz de evitar las consecuencias de su encuentro con el
lobo.«Hansel y Gretel», aferrados a su fijación oral, no piensan más que en comerse
la casa que representa simbólicamente a la madre malvada que los ha abandonado
(les ha obligado a marcharse de casa), y no dudan en arrojar a la bruja a las
llamas como si se tratara de comida. Caperucita, que ha superado ya su fijación
oral, no tiene deseos orales destructivos.
Psicológicamente, es enorme la distancia entre
la fijación oral, transformada simbólicamente en canibalismo, que es el tema
central de «Hansel y Gretel», y la manera en que Caperucita castiga al lobo. El
lobo de «Caperucita» es el seductor; no obstante, en lo que se refiere al contenido
manifiesto de la historia, el lobo no hace más que lo que parece natural, es
decir, come para alimentarse. Y, por otra parte, también es normal que un hombre
mate a un lobo, aunque el método usado en este cuento no es frecuente.
La
casa de Caperucita no carece de nada, y ella, puesto que ha pasado ya por la
ansiedad oral, lo comparte gustosamente con la abuela, llevándole comida. Para
Caperucita, el mundo que está más allá del hogar paterno no resulta un peligro
amenazante a través del cual un niño no pueda abrirse paso. Fuera de su casa
hay un camino seguro, del que su madre le advierte que no debe apartarse.
Mientras
que Hansel y Gretel han de ser impulsados a salir fuera de casa, Caperucita lo
hace voluntariamente. No le asusta el mundo externo pero reconoce lo atractivo
que puede ser para ella. Y en esto, precisamente, radica el peligro. Si el mundo
externo, más allá del hogar y de las tareas cotidianas, resulta demasiado seductor,
puede inducir a actuar de nuevo según el principio del placer —lo cual, suponemos,
ha evitado Caperucita gracias a lo que sus padres le han enseñado en favor del
principio de la realidad—, y así pueden presentarse encuentros que lleven incluso
a la destrucción.
Esta
incertidumbre entre principio de la realidad y principio del placer se afirma
explícitamente cuando el lobo dice a Caperucita: «Mira qué flores más bonitas
hay por aquí. ¿Por qué no te fijas en las cosas bellas que hay a tu alrededor?
Me parece que ni siquiera oyes los pajaritos que cantan. Pareces absorta y
preocupada, como si te dirigieras a la escuela; en cambio, todo lo que te rodea
es hermoso y alegre». La madre de Caperucita ya había advertido a su hija de
este conflicto entre hacer lo que a uno le gusta y lo que uno debe hacer, al
decirle: «No te apartes del camino principal... Y cuando llegues a casa de la
abuela no te olvides de darle los "buenos días" y no empieces a
curiosear por todos los rincones».
Así pues,
la madre es consciente de la tendencia de Caperucita a apartarse del camino señalado
y a espiar en los rincones para descubrir los secretos de los adultos. Observamos
la idea de que «Caperucita Roja» trata de la ambivalencia infantil acerca de si
vivir de acuerdo con el principio de la realidad o con el principio del placer
en el hecho de que Caperucita deja de coger flores sólo «cuando había reunido
ya tantas que no podía llevarlas». En ese momento, Caperucita «se acordó una
vez más de la abuela y se dirigió a su casa». Es decir, el ello sólo cede en su
afán de buscar el placer cuando el recoger flores deja de ser atractivo, y
entonces escuando Caperucita se da cuenta de sus obligaciones.
Caperucita
es más madura que Hansel y Gretel por la actitud de duda ante las cosas que se encuentra
por el mundo. Hansel y Gretel no se preguntan nada acerca de la casita de
turrón ni investigan lo que hace la bruja. En cambio, Caperucita desea averiguarlo
todo, cosa que vemos en la advertencia de su madre respecto a sus ganas de
curiosear. Se da cuenta de que algo anda mal cuando ve que la abuela «tiene un
aspecto extraño», pero el lobo, disfrazado, consigue engañarla. Caperucita Roja
intenta comprender qué sucede cuando le pregunta a la abuela acerca de sus
grandes orejas, cuando se fija en los grandes ojos y se sorprende ante las
manos y la horrible boca. En este punto aparece una enumeración de los cuatro
sentidos: oído, vista, tacto y gusto; el niño que ha llegado a la pubertad se sirve
de ellos para entender el mundo que le rodea. «Caperucita Roja», de forma
simbólica, proyecta a la niña hacia los peligros de sus conflictos edípicos
durante la pubertad y, luego, la libera de ellos, de manera que puede madurar
libre de problemas. Los personajes maternos de la madre y la bruja, que eran
tan importantes en «Hansel y Gretel», son insignificantes en «Caperucita», donde ni la madre ni la
abuela pueden hacer nada: ni siquiera amenazar o proteger. En cambio, el
personaje masculino es mucho más importante y está disociado en dos formas
completamente opuestas: el seductor peligroso que, si se cede a sus deseos, se
convierte en el destructor de la niña; y el personaje del padre, cazador,
fuerte y responsable.
Es
como si Caperucita intentara comprender la naturaleza contradictoria del
personaje masculino al experimentar todos los aspectos de su personalidad: las tendencias
egoístas, asociales, violentas y potencialmente destructivas del ello (el lobo)
y los impulsos generosos, sociales, reflexivos y protectores del yo (el cazador).Caperucita
Roja gusta en todo el mundo porque, a pesar de ser una persona virtuosa, cede
también a las tentaciones; y porque su destino nos indica que el confiar en las
buenas intenciones de las personas, que parece lo ideal, es arriesgarnos a un
montón de trampas.
Tanto
el título como el nombre de la niña, «Caperucita Roja», ponen énfasis en el
color rojo que exhibe abiertamente. Rojo es el color que simboliza las emociones
violentas, sobre todo las de tipo sexual. Las ropas rojas que la abuela regala
a Caperucita se pueden considerar, entonces, como símbolo de una transferencia
prematura de atractivo sexual, lo que se acentúa por el hecho de que la abuela
está enferma y es una anciana, incluso demasiado débil para abrir la puerta. El
nombre de «Caperucita Roja» da fe de la importancia clave de este rasgo de la
heroína de la historia. Sugiere que no sólo la caperuza es pequeña sino también
la muchacha. Es
demasiado pequeña, no para llevar la caperucita,
sino
para conseguir lo que estas ropas simbolizan y lo que el llevarlas significa. El
peligro de Caperucita es su sexualidad incipiente, para la que no está todavía
emocionalmente madura. La persona que, desde el punto de vista psicológico,
está preparada para tener experiencias sexuales puede dominarlas y madurar
gracias a ellas. Pero una sexualidad prematura es una experiencia
regresiva
que estimula todos nuestros aspectos primitivos. La persona poco madura y no
preparada todavía para el sexo y que sufre una experiencia que provoca intensos
impulsos de tipo sexual, retrocede hasta llegar a un modo edípico de enfrentarse
a ellos. La única manera de superar el sexo, según esta persona, es
el
librarse de los rivales con más experiencia, cosa que vemos cuando Caperucita
le da instrucciones concretas al lobo para llegar a casa de la abuela. Sin embargo,
con ello, se ponen en evidencia asimismo sus sentimientos ambivalentes.
Cuando
manda al lobo a casa de la abuela, actúa como si le dijera: «Déjame sola; ve
con la abuela que es una mujer madura; ella podrá hacer frente a lo que tú representas.
Yo no».
Esta
lucha entre el deseo consciente de actuar correctamente y el anhelo inconsciente
de vencer a su abuela (madre) es lo que nos provoca nuestra reacción de cariño
frente a la muchacha y lo que la hace parecer un personaje tan extremadamente
humano. De la misma manera que nosotros, cuando éramos niños, nos encontrábamos
prisioneros de ambivalencias internas que no podíamos dominar, a pesar de
nuestros esfuerzos, también Caperucita intenta traspasar el problema a otra
persona: a alguien de más edad, a un progenitor o a un padre sustituto. No
obstante, este intento de huir de una situación amenazante lleva casi hasta la
propia destrucción.
Pero
recordemos que los Hermanos Grimm
presentan una variación importante de «Caperucita Roja» que contiene,
esencialmente, un elemento añadido a la historia original. En esta versión,
cuando Caperucita lleva de nuevo unos pasteles a la abuela, otro lobo intenta
apartarla del camino directo (de
la
virtud). Esta vez, la niña corre hasta la abuela, se lo cuenta todo y ambas atrancan
la puerta, con lo que el lobo no consigue entrar. Al final, éste resbala por el
tejado y cae a una balsa llena de agua donde se ahoga de inmediato. La historia termina así: «Finalmente, Caperucita Roja
volvió feliz y contenta a su casa, y nadie le hizo daño alguno».
Esta
versión elabora lo que siente el que escucha el relato, es decir, que, después
de una mala experiencia, la muchacha se da cuenta de que no está madura en
absoluto para enfrentarse al lobo (seductor), y que está preparada, en cambio,
para establecer un efectivo vínculo de trabajo con su madre. Esto se expresa
simbólicamente por el hecho de que corra a casa de la abuela tan pronto como el
peligro la amenaza, en lugar de actuar como la primera vez que se encontró con el
lobo. Caperucita trabaja con su madre (abuela) y sigue su consejo —más tarde la
abuela le dice que llene una balsa con agua en la que previamente habían
hervido salchichas, y cuyo olor atrae al lobo que cae en ella—, con lo que
ambas vencen fácilmente al lobo. Así pues, el niño necesita establecer un
vínculo sólido de trabajo con el progenitor del mismo sexo, de manera que a través
de la identificación con él, y del aprendizaje consciente que le proporciona,
el niño llega con éxito a ser un adulto.
Los
cuentos de hadas hablan a nuestro consciente y a nuestro
inconsciente;
por lo que no necesitan evitar las contradicciones, ya que éstas coexisten
fácilmente en el inconsciente. A un nivel de significado bastante diferente, la
desgracia que sobreviene a la abuela puede verse bajo una perspectiva distinta.
El
que escucha la historia se pregunta con razón por qué el lobo no se come a Caperucita
en cuanto se encuentra con ella, es decir, a la primera oportunidad. Como es
típico en Perrault, nos ofrece una explicación que parece bastante racional: el
lobo lo hubiera hecho si no hubiese tenido miedo de algunos leñadores que
merodeaban por los alrededores. Puesto que en la historia de Perrault el lobo es
un seductor, es lógico que un hombre maduro tenga reparos en seducir a una muchacha
ante los ojos de otros hombres.
Las
cosas son muy distintas en el cuento de los Hermanos Grimm, en el que se nos da
a entender que la voracidad excesiva del lobo explica el aplazamiento de su
satisfacción oral. «El lobo se dijo, "qué gordita está esta niña, y qué
tierna debe ser; estará mucho más rica que la anciana: tengo que actuar con
tiento a ver
si
me las como a las dos".» No obstante, esta explicación no es lógica,
puesto que el lobo hubiese podido encargarse de Caperucita allí mismo y después
engañar a la abuela, tal como sucedió efectivamente en la historia. La conducta
del lobo empieza a tener sentido en la versión de los Hermanos Grimm si
suponemos que, para conseguir a Caperucita, el lobo tenía que eliminar primero
a la abuela. Mientras la madre (abuela) esté presente, Caperucita no será suya.
El
cazador es un personaje muy atractivo, tanto para los niños como para las
niñas, puesto que salva al bueno y castiga al malo. Todos los niños encuentran dificultades
en seguir siempre el principio de la realidad, y reconocen fácilmente en las
figuras opuestas, el lobo y el cazador, el conflicto entre los aspectos del
ello y del yo/super-yo de su propia personalidad. En la acción del cazador, la
violencia (abrir la barriga) se pone al servicio de un objetivo social valioso
(salvar a las dos mujeres). El niño tiene la sensación de que nadie se da
cuenta de que sus tendencias violentas pueden ser, al mismo tiempo,
constructivas pero la historia ledemuestra
que pueden serlo. Caperucita Roja sale del estómago del lobo de manera
semejante a una cesárea, con lo que se insinúa la idea del embarazo y del
nacimiento. Con ello se evocan asociaciones de las relaciones sexuales en el
inconsciente del niño. ¿Cómo entra el feto en el útero de la madre?, se
pregunta el niño, y decide que algo así sólo es posible después de habérselo
tragado, como pasa con el lobo.
Hay
otra buena razón para que el lobo no muera al cortársele la barriga y liberar a
las personas que había devorado. El cuento protege al niño de una ansiedad
innecesaria. Si el lobo muriera al abrirle la barriga, como en una operación de
cesárea, los que escuchan la historia temerían que un niño que sale del cuerpo
de su madre va a causarle la muerte. Pero si el lobo sobrevive, y muere
porque se le llena de
piedras, no hay razón alguna para temer el alumbramiento.
Caperucita
y su abuela no mueren realmente sino que vuelven a nacer. Si se quisiera
encontrar un tema central para la gran variedad de cuentos, sería probablemente
el de renacer en un plano superior. Los niños (y también los adultos) deben ser
capaces de creer que se puede llegar a una forma superior de existencia,
superando los pasos que se requieren para este desarrollo. Los cuentos que
afirman que esto no sólo es posible, sino además probable, atraen poderosamente
la atención de los niños porque combaten el miedo de que perderán demasiadas
cosas durante este proceso. Caperucita
Roja es más feliz después de su salvación y Hansel y Gretel son más ricos
cuando vuelven a casa.
Actualmente,
muchos adultos tienden a tomar al pie de la letra lo que se dice en los cuentos,
mientras que debe considerarse como representaciones simbólicas de experiencias
decisivas en la vida. El niño lo capta por intuición, aunque no lo «sabe»
explícitamente. La confianza que un adulto le proporciona a un niño al contarle
que Caperucita no muere realmente cuando el lobo la devora, es experimentada
por el pequeño como una simple manera de decirlo.
No
sólo en «Caperucita Roja», sino a lo largo de toda la literatura de los cuentos
de hadas, la muerte del héroe —distinta de la muerte a una edad avanzada después
de vivir satisfactoriamente— simboliza su fracaso. La muerte del que no ha conseguido
algo —por ejemplo de los que intentaron llegar hasta la Bella Durmiente y
perecieron en los espinos— es un símbolo de que esa persona no está maduratodavía
para llevar a cabo la empresa exigida que sin pensarlo (prematuramente) intentó
realizar. Dichas personas deben sufrir experiencias posteriores que les den los
medios para poder triunfar. Los predecesores del héroe que mueren en los cuentos
de hadas no son más que las encarnaciones anteriores e inmaduras del propio
héroe. Tras sentirse protegida en la oscuridad interna (dentro del
lobo),Caperucita está preparada para apreciar una nueva luz, una mayor comprensión de las
experiencias emocionales, que debe dominar y de las que tiene que evitar porque
la perturban. A través de las historias del tipo de «Caperucita Roja», el niño empieza
a entender —por lo menos a nivel preconsciente— que sólo las experiencias que
nos perturban originan en nosotros sentimientos internos correspondientes,
contra los que nada podemos hacer. Una vez que los hayamos dominado, no
tendremos por qué temer el encuentro con el lobo.
Hasta
aquí el análisis de este cuento según la lectura del texto “Psicoanálisis de los cuentos de Hadas” de todos modos les
recomiendo leer el texto original que tienen en la bibliografía
4 comentarios:
Cuando comencé a leer el psicoanálisis de los cuentos de hadas, me fue primero sorprendiendo y segundo fascinando, todos los aspectos que hay detrás de un cuento de hadas. Todo lo que un cuento de hada puede generar en el niño, ya sea ayudándolo a superar etapas difíciles de su niñez y dándole fuerzas para su superación, es maravilloso.
Hasta el momento no había descubierto el valor que tienen los cuento de hadas, no me imaginaba que escondiera tantos aspectos juntos y que fuera tan significativo para el niño.
Hoy creo que es súper importante leer estos tipos de cuentos con los estudiantes.
Gracias Bruno Bethelheim y Estela Quiroga por mostrarme el valor de los cuentos de hadas, hoy entiendo que Caperucita, La Cenicienta, La bella durmiente, no son un cuento mas, son "los cuentos de hadas".
Barbara.
hola profe! soy Cynthia Garrido del Eccleston Jueves TT
Muy lindo el articulo. Gracias por compartirlo con nosotras.
Besos
Gracias Bárbara por participar siempre con tus comentarios!!!!!
Cynthia es es la idea: compartir y crecer todos juntos... gracias por tu comentario
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