martes, 23 de febrero de 2021

¿Qué se enseña sobre la lectura y la escritura si los alumnos “ya saben leer y escribir”?





El desafío de las escuelas y los docentes en la enseñanza de las Prácticas del Lenguaje en el segundo ciclo de la escuela primaria es cómo generar condiciones y promover situaciones, a la vez sostenidas y variadas, para que los alumnos, que ya están alfabetizados, avancen como lectores, escritores y hablantes. 

El desafío es mantener la continuidad de las prácticas de lectura, escritura y oralidad que se iniciaron el Primer Ciclo, pero además garantizar la progresión en la enseñanza de dichas prácticas.

 

Se trata de fomentar avances en los alumnos que ya saben leer y escribir convencionalmente y así cumplir con los propósitos generales de la enseñanza en Prácticas del Lenguaje relacionados con la inclusión de los alumnos en la cultura letrada, ampliando y diversificando las situaciones de lectura y escritura:

“…de tal modo que leer se transforme en una ocupación predilecta y en un valioso instrumento de resolución de problemas, que la escritura sea utilizada como medio de comunicación, como instrumento de reflexión sobre el propio conocimiento, como herramienta válida para intervenir en la vida ciudadana.”

GCABA, (2004) Diseño Curricular, Prácticas del Lenguaje, Segundo Ciclo, p.645

 

Parámetros para pensar las progresiones

Las progresiones de los alumnos como lectores y escritores se definen, entonces, en relación con sus modos de participación en las prácticas de lectura, escritura u oralidad, según estos parámetros:

  • AUTONOMÍA: CON MEDIACIÓN DEL DOCENTE, SIN MEDIACIÓN DEL DOCENTE, EN COLABORACIÓN CON PARES.
  • COMPLEJIDAD DE LOS TEXTOS QUE SE LEEN O PRODUCEN.
  • DESTINATARIOS CERCANOS O LEJANOS.
  • ASUNTOS DE LOS TEXTOS QUE SE LEEN O PRODUCEN: FAMILIARES O MÁS O MENOS CONOCIDOS O TEMAS DE LA CULTURA UNIVERSAL.
  • AMPLIACIÓN DE LAS LECTURAS: MÁS DIVERSIDAD DE TEXTOS.
  • AMPLIACIÓN DE LAS PRODUCCIONES: MÁS FORMATOS, MÁS SOPORTES.
  • CAPACIDAD DE ESTABLECER MÁS RELACIONES EN LAS INTERPRETACIONES.
  • FOCALIZACIÓN EN ASPECTOS MÁS PUNTUALES DE LOS TEXTOS QUE SE LEEN O PRODUCCEN.
  • CAPACIDAD PARA LA REFLEXIÓN SOBRE LA PROPIA PRÁCTICA.

Para ello se identifican indicadores de avance de los alumnos como lectores y escritores en función de los grados de apropiación que manifiestan los niños cuando participan de distintas situaciones de lectura, escritura y oralidad.

Estos indicadores se elaboran, en primer lugar, a partir de pensar en determinadas condiciones didácticas fundamentales que buscan garantizar el avance de todos los alumnos en la apropiación de esas prácticas:

  • TIEMPOS PROLONGADOS DE EXPOSICIÓN A LAS PRÁCTICAS DE LECTURA Y ESCRITURA
  • CONTINUIDAD DE LAS PRÁCTICAS A LO LARGO DEL CICLO
  • DIVERSIDAD DE PROPÓSITOS, MULTIPLICIDAD DE GÉNEROS Y DIFERENTES SITUACIONES ENUNCIATIVAS
  • MANEJO DE TIEMPO DIDÁCTICO PARA INSTALAR PROPÓSITOS COMUNICATIVOS, PRÁCTICAS HABITUALES Y UN TRABAJO SECUENCIADO
  • INTEGRACIÓN CON SENTIDO DE LAS PRÁCTICAS DE LECTURA, ESCRITURA Y ORALIDAD EN PROYECTOS DE TRABAJO COLABORATIVO

Para que los alumnos progresen en sus aprendizajes como lectores y escritores, las prácticas deben tener lugar a lo largo de períodos prolongados, y deben ser revisitadas en distintos momentos del ciclo, dado que la continuidad es una de las formas de garantizar múltiples situaciones de lectura y escritura con diversidad de propósitos, multiplicidad de géneros y diferentes situaciones enunciativas. 

La escuela debe garantizar que el tiempo didáctico se organice en función del progreso de los alumnos como lectores y escritores, antes que la transmisión de temas o la acumulación de contenidos declarativos, ya que es la prioridad explícita de los enfoques de los diseños curriculares vigentes la formación de los niños como lectores y escritores plenos.

 

Se espera que los alumnos en según ciclo progresen en:

  • conquista de la autonomía como lectores de literatura, 
  • ampliación de sus repertorios de lectura y escritura,
  • profundización de la interpretación con el texto abierto a nuevas y variadas lecturas,
  • relecturas con propósitos múltiples, 
  • complejización de los destinatarios de los textos, 
  • introducción en las prácticas de estudio, 
  • el aporte de recursos lingüísticos y discursivos que sean potentes en los momentos de revisión y de reflexión sobre los textos que leen y producen. 

 

La reflexión sobre el lenguaje en el segundo ciclo

 

El desafío de formar lectores y escritores capaces de volver al texto para verificar sus interpretaciones y de controlar su escritura para adecuarla a los efectos que quiere producir en sus destinatarios y al texto, nos apela como docentes a intentar siempre partir de las situaciones de lectura y escritura y a hacer que los niños vuelvan a ella con conocimientos lingüísticos que les permitan desempeñar esas prácticas cada vez más plenamente. La enseñanza de la reflexión lingüística genera en las aulas, especialmente a partir del segundo ciclo, una tensión entre dedicarle una extensa cantidad de tiempo y recursos didácticos a la gramática y la ortografía o a leer y a escribir textos cada vez más complejos y extensos.

 

“Ni los temas de ortografía (y de gramática) son los contenidos del área, ni la ortografía no importa o no se corrige... Conscientes de la importancia verdadera de la ortografía, los docentes deben recuperar para ella su lugar y su tiempo, reconociéndola, en medio del devenir de los proyectos, las secuencias y las actividades en que los alumnos ponen en práctica las prácticas del lenguaje, como uno de los problemas de la escritura, evitando que: “...como lo más accesible a la evaluación es aquello que puede considerarse ‘correcto’o ‘incorrecto’, la ortografía de las palabras ocupe un lugar más importante que otros problemas más complejos involucrados en el proceso de escritura” (Lerner, 2001:67).

[…] la mayor parte del tiempo dedicado en el aula a las prácticas del lenguaje se emplea en leer y escribir, en llevar adelante las diversas acciones –o actividades–, los pasos necesarios para obtener el producto final1. Pero el maestro destina –prevé, planifica– un recorte en el tiempo; se trata de cuarenta minutos, tal vez menos, en que alguno de los problemas ortográficos surgidos en el momento de la producción del texto se separa de él, se descontextualiza y se toma como tema de trabajo.

La alusión al tiempo no es inocente; estamos planteando una dedicación continua a los proyectos y las secuencias donde los alumnos ponen en juego las prácticas del lector y del escritor (entre las que también señalamos la necesidad de revisar la ortografía) y recortando un tiempo previsto –planificado, no casual aunque alguna vez pudiera serlo– y breve, para reflexionar sobre un tema ortográfico, relevado y/o anticipado por el docente.

La anticipación de los temas de ortografía proviene, para el maestro o el profesor, de diversas fuentes: su propia experiencia de aula, los contenidos ortográficos propuestos en los diseños curriculares2, la previsión del género y del contenido del texto que los alumnos van a elaborar.”

 

Mirta Torres: “La ortografía: uno de los problemas de la escritura”, en Lectura y Vida, Revista Latinoamericana de Lectura, año 23, n° 4, diciembre 2002, pp. 45-46.

 

Si se ponen en primer plano las prácticas de lectura y escritura de los niños y no la lengua, no es sencillo determinar cuáles son los contenidos de reflexión y en qué situaciones pueden ser objeto de reflexión y sistematización pues:

 

“Muchos contenidos –sin lugar a dudas– pueden permanecer implícitos en el transcurso de algunos años o ciclos de la escolaridad, o durante toda esta escolaridad,  ya sea porque no presentan problemas (por ejemplo, la concordancia entre artículo y sustantivo, salvo los casos especiales de los nombres propios, de los nombres geográficos o cuando individualiza o determina, entre otros), o porque dada su complejidad no es conveniente explicitarlos hasta que los alumnos estén en condiciones de apreciar sus alcances (por ejemplo, los recursos más elaborados de la argumentación, a abordar ya avanzada la escuela media).

La explicitación de los contenidos gramaticales tiene lugar primordialmente a partir de las dificultades que aparecen al escribir o al leer. 

Cuántas veces en el proceso de revisión se advierte que se están repitiendo innecesariamente algunas palabras, o que hay dudas sobre la concordancia entre dos sustantivos y el adjetivo que los modifica ”mandatos y solicitudes perentorios o perentorias”, o que no se ha logrado expresar con claridad una relación de causa-efecto...  Estos problemas llevan a la reflexión sobre distintos contenidos gramaticales que se presentan tanto en el nivel oracional como en el textual.

Previendo las dificultades que se les presentan a los alumnos al leer o al escribir, el docente anticipa cuáles son los contenidos gramaticales sobre los que van a reflexionar y puede seleccionar aquellos que se van a sistematizar. 

En lugar de detenerse “en un problema muy común, las repeticiones innecesarias, el docente puede prever reflexiones sobre distintas estrategias de cohesión, tales como la sustitución lexical, la pronominalización o la elipsis. […]

Los contenidos lingüísticos que estaban implícitos se  convierten  así  en objeto de reflexión, es decir, se hacen explícitos. Sin embargo, es de fundamental importancia remarcar que para que un contenido se constituya en objeto de reflexión es condición necesaria que haya funcionado como contenido implícito en una práctica. 

La explicitación se da al enfrentar un problema cuya resolución demanda construir una nueva respuesta. Por ejemplo, al escribir una biografía se quisieron narrar dos cadenas de hechos simultáneos, pero durante la relectura del escrito se advierte que ambos parecen sucesivos, ¿cómo lograr que el lector los interprete como simultáneos? El problema supone reparar en tiempo, modo y aspecto de los verbos empleados, adverbios y frases adverbiales que permiten anclar temporalmente esos hechos, conectores y organizadores textuales, y tal vez también en el uso de ciertos signos de puntuación. 

Ahora bien, aunque las revisiones de los textos que se están escribiendo, o los obstáculos encontrados en el proceso de interpretación de los textos de otros, lleven frecuentemente a la explicitación de algunos de los recursos lingüísticos en uso, no podemos quedarnos en este estadio de la reflexión. 

Es necesario avanzar en el dominio de la estrategias discursivas, y para que esto sea posible se necesita conceptualizar los recursos lingüísticos, no sólo para resolver el problema planteado en un momento determinado, en una situación determinada, sino para poder utilizarlos en otras ocasiones,  trascendiendo el contexto específico de uso. La conceptualización abre camino a la recuperación del saber adquirido en contextos diferentes a aquel en el que surgió el problema.”

 

María Elena Rodríguez, Hilda Levy y Jimena Dib, “Enseñar Gramática en 7° grado”, en Documento de Actualización curricular, Dirección de Currícula, Dirección General de Planeamiento, GCBA, 2007, pp. 92-94.

 

Se plantea, entonces, la alternancia entre situaciones de reflexión contextualizada en los proyectos y dependientes de la interpretación y producción de textos concretos, con destinatario real (en cada secuencia y proyecto de los grados), y secuencias de sistematización de temas gramaticales y ortográficos que previamente se han puesto en uso y discutido. 

 

Las situaciones de reflexión en el marco de los proyectos serán más frecuentes que las secuencias de sistematización, pues siempre los contenidos implícitos que los niños pongan en juego como lectores y escritores van a superar en cantidad a los que puedan llegar a sistematizar a lo largo del ciclo. Pues, se parte de supuesto básico de que los niños tienen conocimientos implícitos sobre la lengua que usan.

 

“Sistematizar es trascender el plano de lo particular de cada problema de lectura y especialmente de escritura y de cada texto para llegar a establecer ciertas regularidades que se constituirán en puntos de apoyo para la revisión de los textos que se producen. Sistematizar es muy diferente de transmitir conocimientos presistematizados o explicitar conocimientos que están implícitos en la práctica de lectura. La sistematización solo cobra sentido cuando se basan en verdaderos problemas de escritura que los alumnos han enfrentado y cuando ellos participan en la elaboración de las conclusiones que están estudiando.”

 

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Licenciada y profesora en Letras Modernas, egresada de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA.ESPECIALISTA EN LITERATURA ARGENTINA. Especialista en Investigación Educativa. (ISP Joaquín V. González) Especialista en Litertura Infantil y Juvenil (CEPA) Actualemnte se encuentra cursando la Maestría en Análisis del Discurso (UBA) Publicó numerosos artículos y ensayos para diferentes sellos editoriales (Cántaro, Puerto de Palos, Paidos, revistas del ISPEI Sara Eccleston) En el 2012 su blog Entre el mouse y la tiza recibió el PRIMER PREMIO A LOS BLOGS EDUCATIVOS otorgado por la UNIVERSIDAD NACIONAL DE BUENOS AIRES (UBA) A raíz de ese premio fue convocada por distintos medios periodísticos. Durante 2013 el mismo blog resltó ser finalista de dicho concurso. En estos momentos se encuentra abocada a la investigación y la escritura de un ensayo en colaboración con la Lic. Cristina Olliana. Acaba de publicar Y DE PRONTO LA VIDA un ensayo destinada a la Crianza, la literatura y el Juego.

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