En mis clases tanto en el Profesorado
de Nivel Inicial como en el Profesorado de Nivel Primario les recomendaba a los
estudiantes, hoy todos docentes, que era imprescindible tener un espacio de poesía en la sala o en el aula. La idea es que
ese espacio debía tener algo de magia… un cofre, un paraguas, una pecera…
podrían ser los portadores de esas maravillosas palabras que componían un
poema. La idea era solo leer y compartir, qué me había pasado, qué había
sentido. o nada. Los niños se encargan de pedirla otra vez…Es para disfrutar,
no necesita actividades…
¿Quién dijo que la
poesía no es para niños? La escuchan desde que son
bebés en las nanas y canciones infantiles y la musicalidad de las rimas capta
rápidamente su atención. Muchos juegos de palabras se basan en recursos
poéticos y cuando crecen, son muchos los pequeños que se animan a crear sus propias
composiciones.
La poesía es un género literario
que nos hace sentir y emocionarnos, porque leer poesía es un arte,
nadie lee poesía de manera lineal, se necesita ayuda de los gestos, la mímica,
la entonación, la cadencia de la voz... para dotarlo de un mayor sentido.
Leer, recitar y memorizar poemas tiene incontables beneficios para los niños y es imprescindible durante el aprendizaje y la vida de cualquier
persona porque nos ayuda a expresar nuestros sentimientos.
El lenguaje que se utiliza en el
género literario de la poesía suele ser más complejo y elaborado que en
los cuentos, por lo que leyendo o escuchando poesía, por lo tanto los pequeños adquirirán nuevas
habilidades comunicativas.
En este sentido, el niño que lee
poesía desarrollará una mayor conciencia fonológica, es decir,
comenzará a darse cuenta de las unidades en las que se divide el habla, así
como de su pronunciación, tratando de mejorar aquellas palabras que no
pronuncia bien todavía. Esto ayuda muchísimo en la alfabetización inicial. Esto
sucede porque mediante las rimas los niños aprenden cómo se combinan los
sonidos para formar palabras y frases, empezarán a entender el ritmo de la
lengua y se irán adentrando poco a poco en el misterioso universo de la lectura
y de la escritura…
La expresividad física forma parte de
las habilidades sociales y la capacidad de comunicación de los niños desde que
nacen, y se van desarrollando con la edad se puede potenciar mediante muchos juegos,
pero está comprobado que recitar poemas ayuda a los niños a conectar con su propio cuerpo y que
la música y ritmo de los versos favorece la expresión corporal y la libertad de
movimiento a la hora de leer o recitar.
Para
concluir diremos que, a través de la poesía, el
niño también irá conociendo el mundo que le rodea, pues por lo general, los
poemas suelen estar centrados en aspectos concretos o actividades de la vida
cotidiana.
Otro recurso lúdico que no debemos dejar de lado son las adivinanzas...estimulan el lenguaje, los hacen pensar y les encanta descubrir sus claves...
Esta es una de mis favoritas, porque
jamás olvidaré las caritas de los niños pidiendo que se las lea otra vez
¡Ay! ¡Qué disparate!
¡Se mató un Tomate!
Se arrojó en la fuente
sobre la ensalada
recién preparada.
Su rojo vestido
todo descosido,
cayó haciendo arrugas
al
mar de
lechugas.
Su amigo Zapallo
corrió como un rayo
pidiendo de urgencia
por una asistencia.
Vino el doctor Ajo
Llamó a la carrera
a Sal, la enfermera.
Después de sacarlo
quisieron salvarlo
pero no hubo caso:
¡estaba en pedazos!
Preparó el entierro
la agencia «Los Puerros».
Y fue mucha gente…
¿Quieren que les
cuente?
Llegó muy doliente
Papa, el presidente
del Club de Verduras,
para dar lectura
(otro disparate).
Mientras, de perfil,
el gran Perejil
hablaba bajito
con un Rabanito.
También el Laurel
(de luna de miel
con Doña Nabiza)
regresó deprisa
en su nuevo yate
por ver al Tomate.
ocho Zanahorias
y un Alcaucil viejo
formaron cortejo
con diez Berenjenas
de verdes melenas,
sobre una carroza
bordada con rosas.
Choclos musiqueros
con negros sombreros
tocaron violines
quenas y flautines,
y dos Ajíes sordos
y Espárragos gordos
con negras camisas,
cantaron la misa.
El diario Espinaca
la noticia saca:
¡se mató un Tomate!»
Al leer, la
Cebolla
lloraba en su olla.
Una Remolacha
se puso borracha.
– ¡Me importa un
comino!
dijo Don Pepino…
y no habló la Acelga
(estaba de huelga).
(Elsa Isabel Bornemann)
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