martes, 22 de marzo de 2022

Memoria, verdad y justicia

 


Otro aniversario del momento más doloroso de nuestra historia. deseo compartir con ustedes uno de los cuentos que fueron publicados en el libro que publicó editorial EUDEBA "Da Ana Frank a nuestros días" 

Es nuestra responsabilidad como docentes mantener viva la MEMORIA  para que NUNCA MÁS se produzcan este tipo de atrocidades...



     Escribo para recuperar la palabra, que es igual a decir recuperar la libertad, escribo y recuerdo (no puedo dejar de recordar) aquella mañana helada del 12 de junio, cuando mamá me regaló “El diario de Ana Frank”.

      Siempre adoré leer. Mi madre se había ocupado concienzudamente que así fuera. Es cierto, que en ocasiones se enfurecía y terminaba gritándome qué hacía ahí tirada sin hacer nada y leyendo, hoy comprendo que no era otra cosa que un gesto de cariñosa envidia, porque ella no podía estar en mi lugar y escaparse de su mundo doméstico y opaco al que no quería que yo perteneciera. Tal vez presentía las cosas que iban a sucederme y por eso se encargó de construir  a mí alrededor una serie de pasadillos secretos poblados de aventuras  y emociones que me iban a ayudar a escaparme, a sobrevivir, a resistir…

   Rompí la envoltura de mi regalo de cumpleaños, sabía que se trataba de un libro. ¿El diario de Ana Frank ? -  pregunté con desconcierto, ya que esperaba alguno de Loise Alcott o de Salgari. Entonces mi madre me tomó de ambas manos y dijo: - “Estoy segura que te va a gustar tanto como Mujercitas”. Su comentario me hizo sentir molesta, aquella era hasta el momento mi novela favorita y se me ocurría que ninguna otra historia podía reemplazarla, pero apenas trepé a mi casa del árbol y empecé a leer descubrí que la tal Ana y yo habíamos nacido el mismo día y aquel detalle, para nada menor, me atrapó definitivamente. La historia de Ana me marcó, me llenó de preguntas, cambió mi visión de las cosas, las hadas, las princesas y los piratas fueron reemplazados por  la realidad violenta e inexplicable de la guerra. Apenas dos años después de aquella mañana mi madre falleció. Yo nunca había tenido un gran vínculo con mi padre. Él  pertenecía a la Armada, de modo que nos visitaba cada cuarenta días. La muerte de mi madre no pareció afectarlo demasiado  porque se casó inmediatamente.

 

      Conocí a Silvia en el secundario- Era una chica rara, leía demasiado, era...cómo decirlo...algo histriónica, a veces parecía  tímida, otras era capaz de revelarse y enfrentarse ante cualquiera que cometiese una injusticia. A decir verdad todas nos reíamos bastante de ella pero después de enterarme de la muerte de su mamá sentí la necesidad de acercarme, descubrí que era sensible, frontal y profunda como ninguna de las otras chicas y nos hicimos amigas inseparables…bueno inseparables hasta que terminamos la secundaria, después dejé de verla unos meses  hasta que nos encontramos cerca de la Facultad de Ciencias Económicas. Gritamos y nos abrazamos dando saltitos como cuando teníamos quince años y vencíamos al equipo contrario en la pelota al cesto. Nos fuimos a tomar un café. Recordamos nuestros años en el colegio de monjas y yo hablé de mi carrera, de un chico que en ese momento me gustaba y que después terminaría siendo mi marido. Silvia estudiaba Letras, nadie lo hubiese dudado, habló de cambiar el mundo, de los derechos, de la revolución, de los sueños, de su novio que estudiaba económicas igual que yo, me contó sobre una experiencia en los campamentos universitarios de trabajo, los ojos le brillaban, me decía que había otra realidad y que no podíamos permanecer con los brazos cruzados, que la vida no era solo transitar por ella que había que jugarse, que comprometerse, me habló de la crisis económica magnificada por los medios, de los que se creían los dueños y señores del país… Yo la escuchaba con atención pero no era muy consciente de lo que decía, ignoraba la magnitud de las circunstancias, como tantos otros, tenía miedo, era cobarde, prefería no involucrarme. Aquel encuentro fortuito fue en 1975, apenas siete meses después se iniciaba el Proceso de Reorganización Nacional. En mi familia estaban todos contentos, decían que ahora sí las cosas iban a empezar a caminar bien y  más adelante, por el 78, andaban repitiendo por ahí que los argentinos éramos derechos y humanos y que no existían los campos de concentración en nuestro país, qué disparates son esos, esas son cosas de zurdos y de tirabombas como tu amiga, esa amiga rara tuya que estudia Letras y que se va de campamento con el novio, qué vergüenza esas cosas no las hacen las señoritas decentes.

 No, yo no era nada consciente en aquella época, o quien sabe no quería serlo..

El horror se paseaba por las calles en falcón verde y a punta de fusil de un modo ominoso y nadie podía ignorarlo sin ser cómplice, pero quien más, quien menos todos éramos cómplices,  el miedo amordaza.

      Nos encontrábamos con Silvia regularmente, por lo general en bares de la calle Corrientes, recuerdo puntualmente un encuentro alrededor del 77. Esa vez nos reunimos en un barcito alejado de la facultad y del centro. Llegué tarde como es mi costumbre, entré y la vi, con su pelo lacio, implacable y negro sobre la frente. Estaba leyendo una novela de Vargas Llosa.

-¿Qué leés? – le pregunté mientras intentaba espiar la tapa

- “La tía Julia y el escribidor” .Tomá te va a gustar -  me contestó mientras  me la daba.

     - Gracias, siempre prestándome libros que jamás te devuelvo. El otra día me di cuenta que todavía  tengo tu Diario de Ana Frank..

     - ¿Lo tenés? Me encantaría recuperarlo ese libro tiene una dedicatoria de mi mamá.

En ese momento a Silvia le brillaron los ojos y le tembló la voz, se mordió los labios como siempre acostumbraba  y sonrió.

-Te quiero dar una linda  noticia: Estoy esperando un bebé…

-¡Es maravilloso…! - contesté sin dejarme de asombrar

-Sí, es maravilloso pero estoy asustada, las cosas no están nada bien, hay muchos compañeros en peligro. Necesito que me ayudes, de mis amigos sos la única diferente, la única que podrías ayudarme sin que nadie sospechase, perdóname, no debería decirte esto, te estoy comprometiendo, no es justo de mi parte – dijo al tiempo que empezaba a levantarse de la mesa.

-No, no, pará, yo parezco algo colgada pero sé lo que está pasando, no pertenezco a ninguna agrupación, no soy militante pero sos mi amiga y no te voy a dejar sola en esto, y ahora menos que menos.

-Esto no es un juego. No es una aventura, pertenezco a una agrupación política, no te puedo engañar, te estás arriesgando y quiero saber si sos consciente, porque vas a tener que ser muy cuidadosa, vos sabés que mi papá es de la marina y que eso me expone más todavía, a veces siento que estoy actuando en contra de él.

-Soy mayor de edad, sé lo que hago. Es posible que no haya tenido el coraje suficiente como para ir a trabajar en la cosecha del tabaco y ver la realidad cara a cara, pero soy tu amiga y vamos a pensar algo juntas. Me voy a cuidar, voy a buscar a una tercera persona que no puedan relacionar ni con vos, ni conmigo, hago esto porque creo que es lo que debo hacer.

    A partir de aquel momento inicié la búsqueda. No era fácil,  y no teníamos demasiado tiempo. El compañero de Silvia aquella noche no regresó y supimos que la policía había pasado por el lugar en el que vivían. Por suerte no  los encontraron.

   Silvia hacía meses que no tenía contacto con su padre, desde que una tarde, según me contó, él le había advertido que el enemigo no tenía ningún derecho y que  eso era una guerra y por lo tanto todo estaba permitido. Es más, él ignoraba completamente su embarazo. Una noche se apareció en casa, por fortuna hacía años que Silvia  no nos visitaba y no me resultó tan complicado sostener frente a mi familia que nada sabía de aquella chica. Apenas se fue,  mi madre empezó con la cantinela de siempre, que  qué barbaridad, pobre hombre, desesperado por su hija, quién sabe en qué líos estará metida, espero que vos no sepas nada y no tengas nada que ver con ella, pobre señor qué preocupado que se lo veía.

      Esa misma  tarde conseguí lo que estaba buscando,  los abuelos de María Clara, una compañera de la Facultad, tenían una casona en Hurlingham y  Silvia podía pasar allí unos días hasta lograr un lugar definitivo. Definitivo era una manera de decir, porque lo único seguro era moverse permanentemente.

A la semana siguiente Silvia se enteró que su compañero había desaparecido. Ella estaba de cinco meses. Frente a semejante noticia qué decir, atiné a darle un abrazo interminable, a devolverle su Diario de Ana Frank y a regalarle un cuaderno que me había pedido. Dos semanas más tarde fue detenida mediante un operativo conjunto de la policía y las fuerzas armadas, no volví a saber de ella, hasta que en 1983  María Clara me dijo que tenía algo que me pertenecía, en ese momento no sentí demasiada curiosidad. Subí al tren, pude sentarme, miré qué contenía esa bolsa de plástico, saqué un cuaderno amarillento con espiral que creí reconocer y empecé a leer:

 “Escribo  para recuperar la palabra, que es igual a decir recuperar la libertad escribo y recuerdo (no puedo dejar de recordar) aquella mañana helada del 12 de junio, cuando mamá me regaló “El diario de Ana Frank”.

                                                             AFASIA  por     Estela Julia Quiroga   / Noviembre 13 de 2009) 

                                  PUBLICADO EN “DE ANA FRANNK A NUESTROS DÍAS” EUDEBA 2012

                          


ACTIVIDADES PROPUESTAS

1. Observen que el cuento cambia de tipografía, por qué les parece que la autora elige hacer esto.

2.  En este texto, el narrador, ¿ es siempre el mismo? ¿Por qué creen que sucede así?

3. ¿Saben qué significa la palabra afasia? Justifiquen el título de esta historia. 

4. ¿Qué relación encuentra entre el Diario de Ana Frank y este cuento?

5. Averigua la historia de la nieta 129

6. El escritor latinoamericano Gabriel García Márquez cuando recibió el premio Nobel en su discurso dijo: "Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.

De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.

Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad."

A partir de la lectura de este discurso argumentativo te invitamos a reflexionar y a escribir una argumentación sobre el 24 de marzo de 1976

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Licenciada y profesora en Letras Modernas, egresada de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA.ESPECIALISTA EN LITERATURA ARGENTINA. Especialista en Investigación Educativa. (ISP Joaquín V. González) Especialista en Litertura Infantil y Juvenil (CEPA) Actualemnte se encuentra cursando la Maestría en Análisis del Discurso (UBA) Publicó numerosos artículos y ensayos para diferentes sellos editoriales (Cántaro, Puerto de Palos, Paidos, revistas del ISPEI Sara Eccleston) En el 2012 su blog Entre el mouse y la tiza recibió el PRIMER PREMIO A LOS BLOGS EDUCATIVOS otorgado por la UNIVERSIDAD NACIONAL DE BUENOS AIRES (UBA) A raíz de ese premio fue convocada por distintos medios periodísticos. Durante 2013 el mismo blog resltó ser finalista de dicho concurso. En estos momentos se encuentra abocada a la investigación y la escritura de un ensayo en colaboración con la Lic. Cristina Olliana. Acaba de publicar Y DE PRONTO LA VIDA un ensayo destinada a la Crianza, la literatura y el Juego.

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