Otro aniversario del momento más doloroso de nuestra historia. deseo compartir con ustedes uno de los cuentos que fueron publicados en el libro que publicó editorial EUDEBA "Da Ana Frank a nuestros días"
Es nuestra responsabilidad como docentes mantener viva la MEMORIA para que NUNCA MÁS se produzcan este tipo de atrocidades...
Escribo para recuperar la palabra, que es
igual a decir recuperar la libertad, escribo y recuerdo (no puedo dejar de
recordar) aquella mañana helada del 12 de junio, cuando mamá me regaló “El
diario de Ana Frank”.
Siempre adoré leer. Mi madre se había
ocupado concienzudamente que así fuera. Es cierto, que en ocasiones se
enfurecía y terminaba gritándome qué hacía ahí tirada sin hacer nada y leyendo,
hoy comprendo que no era otra cosa que un gesto de cariñosa envidia, porque
ella no podía estar en mi lugar y escaparse de su mundo doméstico y opaco al que
no quería que yo perteneciera. Tal vez presentía las cosas que iban a sucederme
y por eso se encargó de construir a mí
alrededor una serie de pasadillos secretos poblados de aventuras y emociones que me iban a ayudar a escaparme,
a sobrevivir, a resistir…
Rompí la envoltura de mi regalo de
cumpleaños, sabía que se trataba de un libro. ¿El diario de Ana Frank ? - pregunté con desconcierto, ya que esperaba
alguno de Loise Alcott o de Salgari. Entonces mi madre me tomó de ambas manos y
dijo: - “Estoy segura que te va a gustar tanto como Mujercitas”. Su comentario
me hizo sentir molesta, aquella era hasta el momento mi novela favorita y se me
ocurría que ninguna otra historia podía reemplazarla, pero apenas trepé a mi
casa del árbol y empecé a leer descubrí que la tal Ana y yo habíamos nacido el
mismo día y aquel detalle, para nada menor, me atrapó definitivamente. La
historia de Ana me marcó, me llenó de preguntas, cambió mi visión de las cosas,
las hadas, las princesas y los piratas fueron reemplazados por la realidad violenta e inexplicable de la
guerra. Apenas dos años después de aquella mañana mi madre falleció. Yo nunca
había tenido un gran vínculo con mi padre. Él pertenecía a
Conocí a Silvia en el secundario- Era una
chica rara, leía demasiado, era...cómo decirlo...algo histriónica, a veces parecía tímida, otras era capaz de revelarse y
enfrentarse ante cualquiera que cometiese una injusticia. A decir verdad todas
nos reíamos bastante de ella pero después de enterarme de la muerte de su mamá
sentí la necesidad de acercarme, descubrí que era sensible, frontal y profunda
como ninguna de las otras chicas y nos hicimos amigas inseparables…bueno
inseparables hasta que terminamos la secundaria, después dejé de verla unos
meses hasta que nos encontramos cerca de
No, yo no era nada consciente en aquella
época, o quien sabe no quería serlo..
El horror se paseaba por las calles
en falcón verde y a punta de fusil de un modo ominoso y nadie podía ignorarlo
sin ser cómplice, pero quien más, quien menos todos éramos cómplices, el miedo amordaza.
Nos encontrábamos con Silvia
regularmente, por lo general en bares de la calle Corrientes, recuerdo
puntualmente un encuentro alrededor del 77. Esa vez nos reunimos en un barcito
alejado de la facultad y del centro. Llegué tarde como es mi costumbre, entré y
la vi, con su pelo lacio, implacable y negro sobre la frente. Estaba leyendo
una novela de Vargas Llosa.
-¿Qué leés? – le pregunté mientras
intentaba espiar la tapa
- “La tía Julia y el escribidor”
.Tomá te va a gustar - me contestó
mientras me la daba.
- Gracias, siempre prestándome libros que jamás te devuelvo. El otra día
me di cuenta que todavía tengo tu Diario
de Ana Frank..
- ¿Lo tenés? Me encantaría recuperarlo ese libro tiene una dedicatoria
de mi mamá.
En ese momento a Silvia le
brillaron los ojos y le tembló la voz, se mordió los labios como siempre
acostumbraba y sonrió.
-Te quiero dar
una linda noticia: Estoy esperando un
bebé…
-¡Es
maravilloso…! - contesté sin dejarme de asombrar
-Sí, es
maravilloso pero estoy asustada, las cosas no están nada bien, hay muchos
compañeros en peligro. Necesito que me ayudes, de mis amigos sos la única
diferente, la única que podrías ayudarme sin que nadie sospechase, perdóname,
no debería decirte esto, te estoy comprometiendo, no es justo de mi parte –
dijo al tiempo que empezaba a levantarse de la mesa.
-No, no, pará,
yo parezco algo colgada pero sé lo que está pasando, no pertenezco a ninguna
agrupación, no soy militante pero sos mi amiga y no te voy a dejar sola en
esto, y ahora menos que menos.
-Esto no es un
juego. No es una aventura, pertenezco a una agrupación política, no te puedo engañar,
te estás arriesgando y quiero saber si sos consciente, porque vas a tener que
ser muy cuidadosa, vos sabés que mi papá es de la marina y que eso me expone
más todavía, a veces siento que estoy actuando en contra de él.
-Soy mayor de edad, sé
lo que hago. Es posible que no haya tenido el coraje suficiente como para ir a
trabajar en la cosecha del tabaco y ver la realidad cara a cara, pero soy tu
amiga y vamos a pensar algo juntas. Me voy a cuidar, voy a buscar a una tercera
persona que no puedan relacionar ni con vos, ni conmigo, hago esto porque creo
que es lo que debo hacer.
A partir de aquel momento inicié la búsqueda.
No era fácil, y no teníamos demasiado
tiempo. El compañero de Silvia aquella noche no regresó y supimos que la
policía había pasado por el lugar en el que vivían. Por suerte no los encontraron.
Silvia hacía meses que no tenía contacto con
su padre, desde que una tarde, según me contó, él le había advertido que el
enemigo no tenía ningún derecho y que
eso era una guerra y por lo tanto todo estaba permitido. Es más, él
ignoraba completamente su embarazo. Una noche se apareció en casa, por fortuna
hacía años que Silvia no nos visitaba y
no me resultó tan complicado sostener frente a mi familia que nada sabía de
aquella chica. Apenas se fue, mi madre
empezó con la cantinela de siempre, que
qué barbaridad, pobre hombre, desesperado por su hija, quién sabe en qué
líos estará metida, espero que vos no sepas nada y no tengas nada que ver con
ella, pobre señor qué preocupado que se lo veía.
Esa misma
tarde conseguí lo que estaba buscando,
los abuelos de María Clara, una compañera de la Facultad, tenían una
casona en Hurlingham y Silvia podía
pasar allí unos días hasta lograr un lugar definitivo. Definitivo era una
manera de decir, porque lo único seguro era moverse permanentemente.
A
la semana siguiente Silvia se enteró que su compañero había desaparecido. Ella
estaba de cinco meses. Frente a semejante noticia qué decir, atiné a darle un
abrazo interminable, a devolverle su Diario de Ana Frank y a regalarle un
cuaderno que me había pedido. Dos semanas más tarde fue detenida mediante un
operativo conjunto de la policía y las fuerzas armadas, no volví a saber de
ella, hasta que en 1983 María Clara me
dijo que tenía algo que me pertenecía, en ese momento no sentí demasiada
curiosidad. Subí al tren, pude sentarme, miré qué contenía esa bolsa de plástico,
saqué un cuaderno amarillento con espiral que creí reconocer y empecé a leer:
“Escribo
para recuperar la palabra, que es igual a decir recuperar la libertad
escribo y recuerdo (no puedo dejar de recordar) aquella mañana helada del 12 de
junio, cuando mamá me regaló “El diario de Ana Frank”.
AFASIA por Estela Julia Quiroga / Noviembre
13 de 2009)
PUBLICADO EN
“DE ANA FRANNK A NUESTROS DÍAS” EUDEBA 2012
ACTIVIDADES PROPUESTAS
1. Observen que el cuento cambia de tipografía, por qué les parece que la autora elige hacer esto.
2. En este texto, el narrador, ¿ es siempre el mismo? ¿Por qué creen que sucede así?
3. ¿Saben qué significa la palabra afasia? Justifiquen el título de esta historia.
4. ¿Qué relación encuentra entre el Diario de Ana Frank y este cuento?
5. Averigua la historia de la nieta 129
6. El escritor latinoamericano Gabriel García Márquez cuando recibió el premio Nobel en su discurso dijo: "Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad."
A partir de la lectura de este discurso argumentativo te invitamos a reflexionar y a escribir una argumentación sobre el 24 de marzo de 1976
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