Vivimos en una época de grandes y acelerados cambios a distintos niveles. Cambios sociales, tecnológicos, demográficos, culturales, científicos y como si todo esto fuera poco, atravesamos una pandemia, que desde luego alguna vez se irá pero mientras tanto no podemos rendirnos. Más que en una época de cambios parece ser que estamos ya en un cambio de época.
En un contexto complejo como el actual la
verdadera preocupación de la pedagogía debería ser la de dar respuestas
adecuadas desde modelos también complejos e integradores.
En
efecto, todos los dispositivos
digitales actuales, sumados a las
numerosas aplicaciones que utilizamos a diario, cambiaron y cambian de manera
vertiginosa los modos de producción,
circulación y recepción de información.
Es obligación de la escuela contribuir a la
democratización de las nuevas tecnologías para, de ese modo, generar condiciones didácticas en las cuales se
utilicen estos dispositivos. No se
trata, solo de incluir los celulares u
otros dispositivos tecnológicos porque sí, sino porque permiten optimizar las
condiciones en las que los niños aprenden.
Como docentes de este milenio nos compete diseñar propuestas en donde interviene el uso
de recursos tecnológicos. Al hacerlo, se
ponen en tensión al menos tres dimensiones fundamentales del proceso de
enseñanza: la organización pedagógica del AULA / AULA VIRTUAL , la noción de cultura y
conocimiento y las formas de producción del conocimiento. Sintéticamente, el
uso de dispositivos y conexión en la red dentro del aula, profundiza la
desestructuración del espacio y del clima, genera otros agrupamientos entre los
alumnos así como intervenciones diferenciadas por parte del docente. Estos usos
requieren que en la escuela se trabaje explícitamente sobre la información o
conocimiento que circula en internet (su origen, confiabilidad, jerarquización,
selección) tomando como desafío la coexistencia con otras posibilidades de
acceso al conocimiento tradicionales o ya existentes.
Ya nadie duda que el desarrollo tecnológico, en nuestra sociedad,
produjo cambios en las formas de pensar y de aprender y nuevos modos de
relacionarse con los demás, nuevos vínculos de nuestros alumnos, quienes
atravesados por la cultura digital y por nuevos dispositivos tecnológicos,
viven una experiencia cultural más amplia que “supone nuevas maneras de
percibir, de sentir, de escuchar, de leer y de ver el mundo” (Morduchowicz:
2009).
Ante los cambios que se dan en la sociedad, es preciso que la escuela promueva la inclusión digital, ofrezca a los
alumnos la oportunidad de realización de prácticas significativas y que redefina
los contextos de aprendizaje mediante el uso de estas innovaciones tecnológicas. En las redes sociales (You Tube, Instagram,
Twitter, Facebook, entre otras), los usuarios son quienes generan espacios en
los que crean y editan contenidos: qué saben hacer, qué hacen y cuánto hacen
son temas a debatir en la escuela para acercar las brechas digitales; lo cierto
es que los lectores y escritores utilizan estas nuevas tecnologías y formas de
comunicación y la escuela es un espacio propicio para habilitar diálogos pertinentes
El teléfono celular no es un simple aparato o
dispositivo. Se trata de un portador simbólico de lenguajes y culturas que se
halla entre los niños, los jóvenes, la escuela, los docentes, la sociedad. Su
función social es la de producir redes, concentra los medios de comunicación y
porta, en la actualidad, reproductor musical, radio, procesador de textos,
filmadora, cámara de fotos, aplicaciones diversas. Sus posibilidades y
potencialidades pedagógicas se presentan como un reto en la escuela para ser
utilizadas con propósitos claros y definidos,
Hay cuestiones que no debemos soslayar, en la
actualidad los jóvenes nacen inmersos en una cultura que cambia constantemente
y requieren nuevas competencias, por lo tanto los educadores debemos estar
atentos a las nuevas tendencias de
educación.
La
democratización de los medios de comunicación, las tecnologías, las infinitas
posibilidades que nos brinda Internet, nos
permiten que hoy la información sea un bien común.
Los alumnos ya no son lo que eran. Se ven como sujetos operantes, no como objetos pasivos. Por tanto, demandan una formación personalizada que alimente su espíritu emprendedor y su imaginación, orientada a encontrar su pasión. Hoy más que nunca tenemos la obligación de contenerlos.
Cuando de
planificar se trata…
Planificar no puede ser un mero trámite
administrativo
La planificación es una herramienta
importantísima, ya que por medio de ella organizamos nuestra tarea, a partir
del diagnóstico adecuado a ese grupo
particular, somos responsables de
llevar a la práctica esa planificación que nos va a permitir evaluar los resultados.
Cada
decisión que tomamos trae consigo un
sustento teórico, un enfoque y una manera de contener a nuestros estudiantes, todos estamos atravesando una dolorosa situación. .
Muchas editoriales ofrecen una planificación
completamente armada. Nosotros no acordamos con esa postura porque quienes
conformamos el equipo de producción de estos
libros también somos docentes,
como tales sabemos que un maestro es alguien creativo, que oficia como mediador
y transformador de todo material que circula entre sus manos. Además ningún
grupo es igual a otro. Se planifica considerando al grupo.
Planificar es una actividad cotidiana. Se
planifica, de una manera u otra, toda actividad voluntaria en la medida en que
significa poder anticipar, prever, organizar y decidir. En el caso de la
escuela, la planificación representa y ha representado siempre la explicitación
de los deseos de todo educador de hacer de su tarea un quehacer organizado, y a
través del cual pueda anticipar sucesos y prever algunos resultados.
Generalmente, bajo la denominación de planificación
suele considerarse únicamente al producto concreto, ignorando el proceso mental
que implica. Si hacemos esta distinción
nos permite reconocer que la dificultad mayor para la mayoría de los
educadores en relación con esta cuestión no se encuentra en el proceso de pensamiento, sino en la
modalidad de su explicitación. Incluso los docentes que manifiestan que no
planifican reconocen que, de una u otra manera, tratan de anticipar lo que van
a hacer en sus clases. Piensan, por ejemplo,
¿Qué puedo hacer hoy?, ¿Cómo puedo aprovechar los materiales que
conseguí?, ¿Cómo hago para que los chicos se interesen en tal o cual
propuesta?, eso ya es PLANIFICAR
Entonces, ¿Para qué poner por escrito la
planificación si, de todos modos, el docente planifica “mentalmente”? Los
especialistas coinciden en que, cualquiera sea el formato que se adopte, la
planificación escrita permite, entre otras ventajas, organizar el pensamiento
de modo coherente y consistente, y responder a una lógica. Sin duda, al ofrecer
una anticipación sistemática, podemos reducir la incertidumbre.
Todo lo que se planifica, en definitiva, deja
energía libre para atender las contingencias e imprevistos que pueden
presentarse en el proceso de la enseñanza y el
aprendizaje.
Por otra parte, actúa como memoria del
pensamiento y permite una comunicación duradera, facilita la confrontación y
contrastación con otras producciones, propias y ajenas, anteriores y actuales.
Y, también, la reflexión acerca de los procesos de decisión sobre el quehacer
docente, además de que estimula la posibilidad de compartir lo proyectado.
La coherencia entre los diversos componentes
didácticos —su selección, gradualidad, complejización y articulación— se ven
favorecidas por el ejercicio escrito de la planificación. Pero, sobre todo,
permite la búsqueda de una relación armónica entre
✓
La
planificación áulica
✓
La
planificación institucional
Por otra parte cada institución decide qué otros
ejes agregarle a las planificaciones, por ejemplo el uso de las TICs, o de un
idioma, o filosofía para niños o cuidado del medio ambiente…y esto es muy
importante charlarlo y decidir cómo se va a trabajar en cada caso.
Planificar en soledad no sirve. Hay que
planificar con el otro, con los otros. Al pensar la enseñanza estamos
anticipando nuestras propias prácticas.
Como
profesionales de la educación lo primero que tenemos que tener claro es el
sujeto con quien estamos trabajando. El sujeto concreto. Los niños de la sala o el grado. Quiénes son, cuántos, cuáles
son sus gustos…planificamos para alguien concreto.
En SEGUNDO CICLO los niños y niñas ya leen y escriben de manera
convencional y los docentes estamos frente a otro desafío: tenemos que
acompañarlos a profundizar, descubrir, investigar, a tomar y a dar la palabra,
a organizarse, a ampliar el repertorio
de lecturas, ayudarlos a ir logrando cada día mayor autonomía, tenemos que
ayudarlos a aprender a aprender, a llevar adelante experimentos, en fin: a
descubrir y descubrirse, que no es poco.
En el presente trabajo nos hemos planteado armar
cada unidad como una clara secuencia[1],
con actividades de apertura, actividades
de desarrollo y actividades de cierre.
La
estructura de la secuencia se integra con dos elementos que se realizan de
manera paralela: la secuencia de las actividades para el aprendizaje y la
evaluación para el aprendizaje inscrita en esas mismas actividades.
Estamos
convencidos que detectar una dificultad
o una posibilidad de aprendizaje, permite reorganizar el avance de una
secuencia, mientras que los resultados de una actividad de aprendizaje, los
productos, trabajos o tareas que el alumno realiza constituyen elementos de
evaluación.
Un tema
crucial: la evaluación
Si trabajamos con un enfoque que pone el acento
en la autonomía, en la construcción del conocimiento, no podemos evaluar sólo
para detectar debilidades. En efecto, como docentes nos compete ser capaces de
subrayar las fortalezas del aprendizaje e ir más allá de los resultados.
Sin duda la evaluación se debe forjar sobre todo
el proceso del alumno, el foco debe estar puesto en aquello que nuestros niños
y niñas logran ir cambiando, cada uno a su tiempo y con su ritmo. Es
fundamental observar los desempeños, que nos muestran, cómo los alumnos están
utilizando sus conocimientos en distintos contextos.
La evaluación siempre debe ser un medio para
regular y mejorar los aprendizajes.
utores presenta las consideraciones que cree pertinentes para el abordaje del material.
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