El propósito
de esta publicación es orientar la reflexión y la discusión sobre las prácticas de
enseñanza en el NI y en el NP y la importancia de la articulación.
Promover el intercambio
entre colegas
Re pensar las
prácticas
Insistir en
ciertas estrategias básicas para mejorar las prácticas: La diversidad, la continuidad
y la progresión.
¡Qué lindo
sería ser docente si no tuviéramos que planificar!. ¿Cuántas veces pensamos o escuchamos
algo parecido en conversaciones con colegas? La idea, bastante instalada, hace,
por ejemplo, que los editores de libros escolares ofrezcan materiales para los
docentes a los que, sostienen, «no puede faltarles la planificación, porque los
docentes la piden». Además de ser un requerimiento administrativo, ¿por qué la
planificación es una necesidad de la práctica educativa?
Planificar es una actividad eminentemente humana. Se planifica, de una
manera u otra, toda actividad voluntaria en la medida en que significa poder
anticipar, prever, organizar y decidir cursos de acción.
En el caso de la escuela,
En el caso de la escuela,
La planificación representa y ha representado
siempre la explicitación de los deseos de todo educador de hacer de su tarea un
quehacer organizado, científico, y mediante el cual pueda anticipar sucesos y
prever algunos resultados, incluyendo por supuesto la constante evaluación de ese
mismo proceso e instrumento
La
planificación es, al mismo tiempo, un proceso mental y el producto de
ese proceso, es decir, la explicitación, mediante una diagramación o
diseño. Así la describen Elvira Pastorino, Ruth Harf y otros:
«La planificación didáctica es simultáneamente un
proceso mental realizado por un docente y un producto de ese proceso, producto
comunicable, analizable, modificable. Esta diferencia conceptual, que implica
una necesaria complementariedad
entre ambos es importante de destacar, ya que cualquier modificación de la cual
queramos hacernos cargo deberá definir si lo que se desea modificar es la forma
que la planificación como producto adopta, o si desea enfocar sus mejores
esfuerzos en el modo en que este proceso mental, organizativo, anticipatorio y
mediador se lleva a cabo.»
Generalmente, bajo la denominación de «planificación» suele considerarse únicamente al producto concreto, ignorando el proceso mental que subyace. Pero esta distinción permite reconocer que la dificultad mayor para los educadores en relación con esta cuestión no radica en el proceso de pensamiento, sino en la modalidad de su explicitación. Incluso los docentes que manifiestan que no planifican reconocen que, de una u otra manera, tratan de anticipar lo que van a hacer en sus clases. Piensan, por ejemplo, « ¿qué puedo hacer hoy?», «¿cómo puedo aprovechar los materiales que conseguí?», «¿cómo hago para que los chicos se interesen en tal o cual propuesta?», eso ya es PLANIFICAR
¿Para qué poner por escrito la planificación si, de todos modos, el
docente planifica «mentalmente»? Los especialistas coinciden en que,
cualquiera sea el formato que se adopte, la planificación escrita permite,
entre otras ventajas, organizar el pensamiento de modo coherente y
consistente, y respondiendo a una lógica sintáctica y semántica. Al ofrecer
una anticipación sistemática, permite reducir la incertidumbre. Todo lo que se
planifica, en definitiva, deja «energía libre» para atender las
contingencias e imprevistos que pueden presentarse en el proceso de
enseñanza aprendizaje.
Por otra parte, actúa como memoria del pensamiento y permite una comunicación duradera, facilita la confrontación y contrastación con otras producciones, propias y ajenas, anteriores y actuales. Y, también, la reflexión acerca de los procesos de decisión sobre el quehacer docente, además de que estimula la posibilidad de compartir lo proyectado.
La coherencia entre los diversos componentes didácticos —su selección, gradualidad, complejización y articulación— se ven favorecidas por el ejercicio escrito de la planificación. Pero, sobre todo, permite la búsqueda de una relación armónica entre
Por otra parte, actúa como memoria del pensamiento y permite una comunicación duradera, facilita la confrontación y contrastación con otras producciones, propias y ajenas, anteriores y actuales. Y, también, la reflexión acerca de los procesos de decisión sobre el quehacer docente, además de que estimula la posibilidad de compartir lo proyectado.
La coherencia entre los diversos componentes didácticos —su selección, gradualidad, complejización y articulación— se ven favorecidas por el ejercicio escrito de la planificación. Pero, sobre todo, permite la búsqueda de una relación armónica entre
v La planificación áulica
v La planificación
institucional
Por otra parte cada institución decide qué otros ejes agregarle a las
planificaciones, por ejemplo el uso de las TICs, o de un idioma, o filosofía
para niños o Educación Sexual integral…y esto es muy importante charlarlo y
decidir cómo se va a trabajar n cada caso.
Planificar en soledad no
sirve. Hay que planificar con el otro, con los otros.
PENSAR LA ENSEÑANZA ES ANTICIPAR
LAS PRÁCTICAS
v Como profesionales de la
educación lo primero que tenemos que tener claro es el sujeto con quien estamos
trabajando. El sujeto concreto. Los niños de la
sala o el grado. Quiénes son, cuántos, cuáles son sus gustos…planificamos
para alguien concreto.
v Otra cosa que nunca
podemos perder de vista es el MARCO TEÓRICO
v Hay que considerar
estrategias tales como la investigación acción.
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