Cuanto mejor maneje
el lenguaje oral un chico y cuanto mejor sea su conocimiento del mundo, más
fácil será la tarea de aprender a leer y escribir.
La tarea de aprender a leer y escribir es muy compleja.
Intervienen muchos factores sociales, afectivos, mandatos paternos, cambios de
ámbito de acción, de conductas, etcétera. La tarea de enseñar a leer y escribir
no es sencilla y las y los docentes deben atender varios problemas al mismo
tiempo. Por suerte esto es posible. La psicolingüística no enseña a enseñar ni
enseña a aprender. Confiamos, sin embargo, en que lo que sigue puede servir
para comprender mejor un aspecto (mental) de los procesos que están
involucrados en esta tarea.
¿Dónde
ubicamos la psicolingüística?
Para nosotros la
psicolingüística moderna se ubica dentro de las llamadas ciencias cognitivas;
es una ciencia cognitiva. Esto significa que se ocupa de los procesos mentales
que están comprometidos en la adquisición, comprensión y producción del
lenguaje. Afirmamos – concretamente – que cuando una persona emite una forma o
un conjunto de formas lingüísticas, puede hacerlo porque ya tiene en su mente -
estaban almacenados de algún modo – todo lo necesario para hacerlo. No fue
necesaria ninguna influencia del medio: las formas lingüísticas son causadas
por estados mentales. Cuando una persona comprende formas lingüísticas es
porque se ha llevado a cabo un proceso mental automático que de algún modo
cambió en algo algunos de los contenidos de los estados mentales previos. Los
mecanismos mentales funcionaron al margen de la voluntad de la persona: no
decidió comprender. Esos mecanismos, los que estudiaremos aquí, son específicos
para el dominio del lenguaje, no son usados para procesar otro tipo de
estímulos ni otra calidad de dato, como sumar o distinguir colores.
La mente humana es una propiedad emergente del cerebro
humano; hasta donde sabemos cualitativamente diferente de los cerebros de otras
especies animales. La mente funciona del modo en que lo hace porque tiene
determinadas propiedades y no otras y tiene esas propiedades porque nuestros
cerebros están construidos de determinada manera y no de otra. No fueron los
estímulos del medio los que determinaron que los osos siguieran viviendo en
cuevas mientras que nosotros – los humanos - sabemos construir viviendas:
fueron nuestros cerebros, junto con otras propiedades biológicas heredadas
genéticamente. En efecto, aunque osos y humanos hayan compartido el mismo
ambiente, formado parte del mismo hábitat, ni el frío ni la lluvia hicieron que
los osos construyeran viviendas o –aún más elemental – aprendieran a manejar el
fuego. ¿Por qué lo hicimos los humanos? Gracias a nuestros enormes cerebros y
sus mecanismos especializados. Es en este sentido que decimos que la
construcción de viviendas fue y es causada por nuestras mentes, así como el
lenguaje es causado por nuestra mente. Las ciencias cognitivas estudian las
formas y procesos del pensamiento, de la actividad mental. Por supuesto que no
son nuestras mentes las que construyen casas, ni son nuestras mentes las que
hablan; somos nosotros, las personas. Somos las personas las que no queremos
sufrir el frío, las que charlamos, sumamos, restamos e imaginamos. Pero son las
mentes las que lo hacen posible. De modo que lo que pretendemos desde las ciencias
cognitivas – como punto de partida - es entender el funcionamiento mental, qué
sucede en la mente cuando hacemos algo. La mente es una prodigiosa procesadora
de información. Justamente es en este punto en que las ciencias cognitivas
realizan una ruptura epistemológica con el conductismo; esta corriente de la
psicología considera que la conducta humana es el resultado del conjunto de los
estímulos recibidos, es decir, las conductas serían respuestas ante estímulos.
Para los conductistas la actividad humana consiste en un conjunto ordenado de respuestas
ante estímulos definibles y controlables, hasta el punto en que si los
estímulos son permanentes o muy frecuentes serán causa de conductas habituales.
No prestan atención al procesamiento interno, consideran que la mente no puede
ser estudiada, por lo que estudian las respuestas a los estímulos del medio -
sean estos espontáneos o controlados en laboratorio – y a los estímulos en sí
mismos. Para las ciencias cognitivas, por el contrario, el énfasis está puesto
en el funcionamiento mental, en la información disponible dentro de la mente y
en el procesamiento de esa información, no en los estímulos que puedan
recibirse. Por supuesto mucha información almacenada en la mente debió provenir
del medio ambiente, pero lo importante, lo que estudiará, es cómo es procesado
ese estímulo, de qué forma queda, eventualmente, almacenado y qué cosas y por
qué puedan convertirse en estímulo para la mente. No interesa cuánto estimule
usted a su amado gato: no podrá leer o interpretar jamás a Cortázar. Es más, en
términos estrictos, Cortázar no será jamás un estímulo para su gato. En otras
palabras, lo que existe en el mundo será estímulo para la mente humana sólo si
ésta ya está preparada (por su diseño y la forma en que está construida) para
recibirlo. Esta preparación, debida a la forma de construcción, supone para la
especie posibilidades innatas, como distinguir los sonidos lingüísticos de los
no son lingüísticos a las pocas horas de vida sin que nadie nos explique qué
estamos haciendo, y severos límites: no seremos nunca telépatas aunque pasemos
por mil situaciones en que nos sería muy útil conocer qué piensa nuestra jefa,
novia, esposo, presidente o amante. Dijimos que la mente es una gran
procesadora de información, pero también afirmamos que no de cualquier tipo de
información, sino de la información para la cual está genéticamente preparada.
Todas las niñas aprenden los números, a contar, sumar y restar (al menos hasta
la docena) con muy poco esfuerzo, en medio no escolar. Pasarán los años, iremos
a la escuela, estudiaremos, pero seguiremos percibiendo el mundo en tres
dimensiones, aunque nos hayan demostrado en materias como Física o Matemáticas
que hay otras dimensiones reales y/o posibles.
ALGUNAS CUESTIONES BÁSICAS QUE DEBEMOS TENER EN CUENTA
·
El desarrollo de la lengua oral en el niño se
asienta sobre la base de estructuras cerebrales que están predeterminadas y
disponibles para cumplir esa función. No es necesario el aprendizaje. Los niños
expuestos a su ambiente lingüístico despliegan sus habilidades innatas de
producción y comprensión.
·
La
lengua escrita es una invención cultural. El cerebro “recicla” una zona
específica para almacenar esta información.
·
. Aprender a leer modifica la forma en que se
percibe la lengua oral y permite manipular los sonidos de las palabras de una
forma más analítica
·
. Un cerebro alfabetizado es un cerebro que
se ha modificado y ha aumentado su poder de almacenamiento de datos.
BIBLIOGRAFIA
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perspectiva psicolingüística” en La formación docente en Alfabetización
Inicial. 2009 – 2010. Ciclo de Desarrollo Profesional en Alfabetización Inicial
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Inicial. 2009 – 2010. Ciclo de Desarrollo Profesional en Alfabetización Inicial
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2010
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