Páginas

lunes, 23 de septiembre de 2013

HABLEMOS SOBRE LOS CUENTOS DE HADAS




Los cuentos tradicionales infantiles derivan de relatos populares, anónimos y orales -cuyo origen es muy difícil precisar- que circulaban entre el campesinado desde tiempos inmemoriales. No eran considerados entonces relatos exclusivamente infantiles, pues sus destinatarios eran tanto los niños como los adultos. Para la cultura occidental, la literatura infantil nace cuando los relatos
orales del folklore medieval europeo son fijados por la escritura, a partir del siglo XVI, en recopilaciones tales como las de Basile y Straparola. A fines del XVII Charles Perrault publica Los Cuentos de Mamá Oca, que incluyen varios de los clásicos más conocidos, tales como “La bella durmiente del bosque”, “Cenicienta” y “Caperucita Roja”. Igualmente importantes fueron los Cuentos de niños y del hogar de los hermanos Grimm, las recopilaciones de cuentos rusos de Afanasiev.
Si examinamos la trama de la mayoría de estos relatos, es difícil determinar cuánto ha sido aportado por el material folklórico originario y cuánto por la inventiva de sus recopiladores. Algunos de ellos, como Afanasiev muestran un apego más filológico a los originales, otros como Perrault y los hermanos Grimm recrean más o menos libremente los relatos de tradición oral y, por último, autores como Andersen tienden a tomar el folklore como fuente de ideas y temas para crear nuevos cuentos.
En este devenir, el género sufrió algunas transformaciones. Las primeras versiones –inclusive las de Perrault- conservan la crudeza que era propia de los textos folklóricos orales. En ellas abundan los abandonos y maltratos de niños, los asesinatos, inclusive las violaciones y el canibalismo.
En la versión original de “La Bella durmiente”, por ejemplo, la princesa es violada , abandonada y da a luz hijos ilegítimos que están en peligro de ser
devorados por una ogresa. Que los niños escucharan estas historias no constituía problema alguno en una época en que eran vistos como adultos pequeños y por tanto, hacían cosas tales como trabajar duramente y concurrir a las ejecuciones públicas en las plazas. Este apego a la morbosidad que tanto impacta a la sensibilidad contemporánea resulta muy entendible al indagar el contexto social del que emergieron estos relatos.
Para hacerlo, es valioso remitirse al análisis histórico que de ellos efectúa Robert Darnton. Este autor explica que la situación del campesinado medieval era paupérrima. La gente vivía hacinada, cundían las guerras y las epidemias, la población en general moría muy joven, de modo tal que proliferaban las madrastras y los huérfanos. Los niños –que eran testigos y víctimas de esta situación- no recibían tratamiento privilegiado alguno.

En las últimas décadas, los cuentos tradicionales han sido objeto de estudio de la psicología, sociología, pedagogía y antropología, y han suscitado numerosas polémicas en torno, por ejemplo, a la visión de la sociedad que reflejan, al rol asignado a las mujeres, a su impacto sobre lapsiquis de los niños, entre otras. La lectura de estos relatos por parte de los niños fue enfáticamente desaconsejada por algunos estudiosos que sostenían que, particularmente en sus primeras versiones, podían causarles traumas y frustraciones, al originarles temores y sufrimientos innecesarios. En contraposición, autores tales como Bruno Bettelheim señalan, desde un marco teórico psicoanalítico, la importancia de la lectura de estos cuentos. En la bibliografía de la cátedra, en el MÓDULO 5  pueden leer varios interesantísimos capítulos de “PSICOANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS”

No hay comentarios:

Publicar un comentario